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viernes, 29 marzo, 2024
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Quiero acordarme siempre

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Por: ALBERTO HUERTA* •

Y luego me acuerdo y quiero acordarme siempre,
me acordé esta mañana, me acordé que te quiero.
Manuel Molano Mazón

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Escuché cantando la voz de Manolín (fíjate qué suave) Para curar el mal de amores, dijeron los doctores no había solución… Recurrí a brujos, curanderos y hechiceros (sí, se estaba agarrando de un clavo ardiendo) pero todos, todos, me pedían, mínimamente, las perlas de la virgen. Se me hizo costumbre ponerme a escuchar canciones de Pedro Infante, José Alfredo Jiménez, Fernando Fernández y Cuco Sánchez (uta, sí está grave) y beber caballitos de mezcal (para todo mal… mezcal. Para todo bien… también), ron en cuba libre o con agua mineral. Hasta que me ponía bien bizco y caía como regla. En ésas andaba, cuando hizo su aparición el maléfico y perverso insomnio (se leyó las obras completas de Kim Il Sung). Nada. Ahí estabas mirándome con profundo desprecio. Torciendo la boca. Alzando la barbilla y entornando los ojos. Me refugié en las comelitonas (las penas con pan son menos), pero después de una severa indigestión colgué el tenedor, la cuchara y el cuchillo. Iba de fracaso en fracaso. Desesperado, me subí a la azotea, para ver si me levantaban los alienígenas, que desembocó en un refriado de pronóstico reservado (el que es buey…). Le recé a San Antonio (a’i vas carrito), al Santo Niño de Atocha, a San Benito, a San Juditas, al Señor del Rayo, al Santo Niño de las Palomitas. Niguas. Practiqué yoga. Fui con los lacanianos (el que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas). Me quise ir al claustro… No me aceptaron. Compré una soga, un bote de raticida y un paquetito de navajas de rasurar Gillette. Desempolvé y aceité un viejo revolver familiar (órale, está hecho todo un suicida) pero a la mera hora se me arrugó (¡cuuuuuuuulero!). Me dio harto asco imaginar mis sesos embarrados en la pared. La sangre brotando de las venas de mis antebrazos (agggs, qué asco), mi cara amoratada con los ojos saltones y la lengua de corbata (toda la banda se va a mear de la risa), los espantosos dolores en el vientre (como si tuviera cólicos). Mi vida estaba liquidada (uta, otro que se educó con las telenovelas). ¿Y si la conociera en la realidad? Ella (la que hubiera amado tanto) la conocí y me mandó por un tubo por el Facebook.

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