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viernes, 29 marzo, 2024
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En Defensa de la UAZ

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Por: Óscar Gabriel Campos •

“¡Este es el milagro que se producirá al nombrarte: Universidad, Autonomía!”
Uriel Márquez Valerio

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La universidad tiene su principio en nuestra historia y me gustaría profetizar su existencia hasta el final de los tiempos, en esta ocasión no nos vamos a detener en contar una historia detallada de la Universidad Autónoma de Zacatecas, tan sólo mencionaremos que tiene su antecedente en la legendaria Casa de Estudios de Jerez, nace de las entrañas del más puro liberalismo de la época el cinco de noviembre de 1832, para pasar después a ser Instituto Literario de García el día veinte de octubre de 1837, posteriormente el dieciséis de octubre de 1920 se le denomina Instituto de Ciencias de Zacatecas, el diez de octubre de 1959 se le reconoce como Instituto de Ciencias Autónomo de Zacatecas, y logra su consolidación como Universidad Autónoma de Zacatecas “Francisco García Salinas” mediante Decreto del seis de septiembre de 1968, paradójicamente en un año difícil para las universidades públicas en nuestro país.

“La palabra latina “universitas” significa el conjunto integral y completo de los seres particulares que constituyen una colectividad determinada… Cicerón se refiere a la “universitas rerum” (totalidad de cosas que integran el universo) y a la “universitas generis humani” (totalidad de personas, en el espacio y en el tiempo que constituyen la humanidad). En nuestros días se entiende por Universidad la corporación de profesores y estudiantes que a través de la investigación y la comunicación se ordena a la contemplación de la verdad que orienta la práctica…” Así lo refiere Basave Fernández del Valle en su libro Ser y Quehacer de la Universidad.

Los zacatecanos tenemos una joya, sin embargo, en los últimos tiempos no le hemos puesto el cuidado o el valor que merece a nuestra Alma Mater, la muy querida “UAZ”, decimos que es la máxima casa de estudios con la que cuenta el Estado de Zacatecas, su nombre glorioso se  encuentra inscrito con letras de oro en la legislatura estatal,  de sus aulas hemos egresado de todas las profesiones como abogados, contadores, ingenieros, economistas, médicos, agrónomos, psicólogos y de otras áreas del saber y el conocimiento, es la universidad pública la que ha permitido que en sus claustros se preparen los zacatecanos de nuestro pasado, del presente y del futuro, también han egresado profesionistas de otras entidades del país y del extranjero, así como  políticos, servidores públicos de los tres niveles de gobierno, jueces, magistrados, diputados y  gobernadores.

Esta semana fuimos testigos de una marcha cuyo objetivo fue generar apoyo a favor de nuestra querida “UAZ” en ella se vio un gran contingente formado por autoridades universitarias, maestros, estudiantes y padres de familia, se pudo apreciar el apoyo de los zacatecanos; sin embargo no se obtuvo el resultado esperado, tan sólo un adelanto a las participaciones financieras, nuestra Universidad pasa por momentos difíciles, es tiempo de que se unan esfuerzos para lograr su viabilidad financiera, porque pertinencia social la tiene. Considero que es necesario plantear una reforma de fondo; de qué le sirve a la Universidad tener tantos hijos, haber preparado tanto profesionista si no hay quien se ocupe de su futuro, necesitamos garantizar su permanencia, que cuente con los recursos necesarios para su sostenimiento; cuántas veces se ha visto amenazada, en cuántas ocasiones se nos ha dicho que se encuentra sin viabilidad financiera; haciendo justicia y frente al tiempo debemos reconocer la importancia que tiene nuestra Universidad para el desarrollo cultural, económico, político y social de los zacatecanos; qué sería de los jóvenes y no jóvenes que acuden a las aulas de las distintas unidades académicas sin la existencia de la UAZ, dónde estudiaríamos todas las personas de escasos recursos y otros extractos sociales, porque para todos es conocido que nuestro Estado tiene un alto índice de migración; qué sería de los empresarios locales sin la derrama económica que directa e indirectamente genera la Universidad; no existe familia zacatecana que no se haya visto beneficiada por los servicios que presta la UAZ.

Si el problema de la Universidad es estructural y financiero, es tiempo de que la federación y el estado cumplan con los principios imperativos de justicia distributiva y se otorguen a la Universidad subsidios suficientes en razón del número y condiciones socioeconómicas del alumnado. De igual forma, deberá existir una corresponsabilidad por parte de los universitarios;  establecer una planeación y distribución racional de los recursos con los que cuenta; revisión y actualización de los distintos programas académicos; ofrecer opciones educativas propicias a la demanda ocupacional para los egresados; capacitación y evaluación constante del profesorado; impulso a la investigación científica para la producción de patrimonio generado por su actividad académica; revisión de los contratos colectivos de trabajo, entre otras. Todo ello en razón de que al final de cuentas el esfuerzo común vale la pena por la educación de nuestros jóvenes, por la investigación y desarrollo de nuestro Estado y de nuestra Nación. ■

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