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viernes, 19 abril, 2024
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Balance del FCZ/2017

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 289

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Concluyó el Festival Cultural Zacatecas 2017, que volvió a ser “semana cultural” como se le llamaba antes de que se tomara la decisión hace algunos años de que se extendiera la duración a dos semanas, incluida la de Pascua. Al principio, cuando se anunció que la duración volvería a ser de una semana, algunas personas opinaron que no era buena idea, que incluso se podría tratar de un retroceso. Afortunadamente no fue así; por el contrario, concentrar los eventos programados del 8 al 16 de abril me pareció un acierto por varios motivos. Primero, porque los esfuerzos institucionales se concentraron en que hubiera calidad en todo lo incluido en el programa, y en cuestiones relacionadas con el hecho de considerar los distintos tipos de públicos. Bien por eso. Segundo, porque al no haber programación durante la semana de Pascua, algunos integrantes de la iniciativa privada se unieron para hacer su propia programación de conciertos los días que restan de vacaciones; acertada decisión que los dueños de los establecimientos de la plazuela Miguel Auza se hayan unido, por ejemplo.

En términos generales se puede afirmar que el festival fue muy bueno. Se notó una planeación puntual en los contenidos del programa; por primera vez se tuvo un lema en torno al cual se incluyeron eventos que giraron alrededor de la “migración sin fronteras”, y a los espectadores nos quedó claro que las experiencias artísticas desde la multiculturalidad son enriquecedoras para todos. Y es que ya no se puede hablar de “cultura” solamente, los grandes cambios mundiales, los avances en ciencia, tecnología y comunicación, han propiciado que los intercambios de información entre los integrantes de diferentes grupos sociales sean tan contundentes que los procesos se hibridación cultural estén a la orden del día.

Durante estos días, pude ver foros repletos de personas ávidas sí por disfrutar de la programación del festival, pero también por aprender y conocer de manifestaciones artísticas de otras partes del mundo, diferentes, sencillas, pero de calidad. La música unió a los asistentes en los distintos escenarios; los espectadores disfrutaron lo mismo de cumbia colombiana, que de ópera, góspel, vallenato, rock, flamenco, funk, música chicana y música clásica. Lo más importante de todo esto es que a través de este tipo de conciertos se está haciendo comunidad. El más claro ejemplo fue el día de la inauguración, la noche en la que pudimos ver cómo el grupo de colombianos que vive en nuestra ciudad inició una fiesta que parecía no tener fin; bailaron sin desfallecer contagiando con su alegría a los asistentes. Luego, la aparición de Celso Piña en el escenario confirmó que la ciudadanía puede convivir en armonía gracias a la música; los niños que subieron al escenario a bailar “chúntaro” nos pusieron el ejemplo a todos. Finalmente eran niños divirtiéndose y nosotros, los adultos, retornamos a nuestra infancia también, ésa en la que las etiquetas y los prejuicios no existen. Qué maravilla. Se nos olvidó por un momento que somos parte de una sociedad que se está acostumbrando desafortunadamente al miedo, a que la corrupción y la desigualdad sean parte de lo cotidiano. Éste es un ejemplo no sólo de lo que al arte puede lograr en la sociedad, sino de lo que debe seguirse haciendo para generar integración social y para borrar las fronteras muchas veces autoimpuestas, las fronteras no son sólo territoriales, las hay más complicadas todavía, ésas que aparecen debido a la falta de conocimiento y de información.

Las exposiciones de artes plásticas de dos artistas de origen japonés programadas, así como las de los zacatecanos y artistas de otros estados invitados que exhiben actualmente su trabajo en los distintos recintos culturales pueden seguirse visitando. A propósito de esto, otro de los grandes aciertos fue el que los horarios de servicio de los museos se extendieran, ojalá que se considere cerrarlos más tarde de manera permanente. El programa académico no tuvo desperdicio, las conferencias y las presentaciones de libros fueron muy buenas; igual que lo programado en la Cineteca, sobre todo la tercera muestra de cine zacatecano. Sólo faltó, para mi gusto, fortalecer la programación de teatro; ojalá que se considere, a manera de sugerencia, esta petición.

Este año se contó con un presupuesto de 23 millones 300 mil pesos para el festival; en el 2010 se tuvo un presupuesto de 68 millones de pesos. Imagine usted lo que el actual equipo de trabajo del Instituto Zacatecano de Cultura pudo haber hecho con tal cantidad; a partir de estos resultados, yo sí imagino qué se puede hacer con más presupuesto para cultura, por eso espero que éste se incremente paulatinamente… si este año el festival fue bueno, podrían ser todavía mejores los que vienen, pero además, se dispondría de más recursos para aplicarse durante todo el año en los distintos programas estratégicos para formación y difusión cultural. Invertir en cultura nunca será un desperdicio. Enhorabuena a todos quienes organizaron este Festival Cultural Zacatecas 2017.

Que disfrute su lectura.

 

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