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viernes, 19 abril, 2024
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El Patriotismo y la falta de identidad

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Por: MANUEL ESPARTACO GÓMEZ GARCÍA • Admin •

George Orwell, aquel escritor británico famoso por su crítica al totalitarismo y escritor de “1984” donde utiliza por primera vez el concepto del “gran hermano” para referirse a los mecanismos de control, que los Estados diseñan para alentar a las masas a creer en la superioridad de la nación que les vio nacer, para olvidar de pronto los problemas que los aquejan, y no hacer comparativos en cuanto a calidad de vida. Dicho sistema de control también servía (o sirve) para saber que hacen los miembros de la comunidad y catalogarlos de acuerdo a su perfil y actividades, a los que piensan diferente o pretendan cambiar el estado de cosas serán clasificados como focos rojos, mientras que los que son presa de la política de masas son considerados buenos ciudadanos y el Estado les permitirá apenas disfrutar de una vida “estable” con lo mínimo indispensable para seguir bajo control.

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Esta introducción viene al caso porque fue el mismo George Orwell quien definió con exactitud los conceptos de nacionalismo y patriotismo, que hoy nos permiten tener claridad, primero para identificar las diferencias y luego para utilizar los términos que describen a las sociedades contemporáneas, de tal manera que él identifica al nacionalismo como un rasgo de las sociedades conservadoras, de alguna manera más agresivo, que pretende hacer creer a los miembros de una patria que la suya (la patria), es superior al resto en todos los sentidos, incluso el escritor se refiere al nacionalismo como ‘el peor enemigo de la paz’, por el contrario, al patriotismo lo define como la característica de las sociedades avanzadas, que consideran a su patria una más dentro del orden mundial y les caracteriza la fraternidad con otras naciones, la competencia sana y principios de avanzada como los son la igualdad, la tolerancia y el crecimiento equilibrado.

El pasado 24 de febrero, como todos los años en México se celebra el día de la bandera, es para muchos motivo de alegría y de igual forma que el día de la independencia o el aniversario de la revolución mexicana, causan en una gran parte de la sociedad un sentimiento de patriotismo, muchas veces mal encausado o cuando menos mal empleado, en condiciones como las actuales en las que vive nuestro país, las características que ofrece el concepto de patriotismo no se logran ubicar por ningún lado, no logro ver ni fraternidad, ni competencia sana, ni tolerancia ni crecimiento al interior o al exterior, por el contrario, solo tenemos a una sociedad polarizada, politizada, dividida e injusta, que parece corresponder a dos Méxicos muy distintos, producto de las malas decisiones económicas como la agenda neoliberal, donde nos pusieron como país en calidad de  coleros de las grandes potencias, en todo caso como abastecedor de materia prima y mano de obra de los países poderosos, contextualizándonos como el “hermano menor” del “gran hermano”, donde se nos domestica con piscachas y resabios de los que le sobran a las instituciones que manejan el dinero del mundo, y nos adormecen en el letargo de las economías emergentes donde lo único que emerge es una sociedad tremendamente injusta, producto de la inequitativa repartición de la riqueza.

En el laberinto de la soledad, Octavio Paz narra con precisión cuál es nuestra idiosincrasia, logra identificar cual es nuestro ADN, nos describe como un pueblo que ríe de sus desgracias, total, que más le queda hacer  al Mexicano si la vida es dura pero es la cruz que le toco cargar, y si reímos pues de nuestras desgracias, por supuesto que nos alegramos de nuestras “victorias”, aunque no sean nuestras, aunque de ellas solo el recuerdo quede y ese recuerdo no dé para alimentarnos y menos para aventurar a las nuevas generaciones de mexicanos en la vorágine del crecimiento, del desarrollo, de la inclusión en la competitividad global, pero por lo menos nos da para olvidar los problemas un rato y recordar que alguna vez alguna generación nos dio independencia, luego patria y luego blasón  y de esta manera creer que el patriotismo se iza con la bandera y está por los cielos por lo menos el 24 de febrero de todos los años.

En conclusión el patriotismo debiera alimentar la identidad nacional, tan últimamente maltrecha, perdida y cada vez mas soterrada. La generación de mexicanos que estamos produciendo en este momento en el país debemos hacernos responsables de que dicha identidad no se pierda, que independientemente de los vaivenes de nuestra economía, inculquemos a los niños y jóvenes la grandeza de este país, que al cabo de los años ellos dirigirán y que tarde o temprano presentara condiciones diferentes a las que hoy tenemos y otra vez entonces, los mexicanos podamos volver a ilusionarnos y hacer planes y pensar en un futuro mejor, viviendo un presente digno.

Que baratos le salimos a nuestros gobernantes, siendo un pueblo noble, patriótico y con identidad, solo pedimos que nos den las condiciones de seguridad social para volver a soñar. ■

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