LA MUERTE EN AYOTZINAPA
La muerte en Ayotzinapa
va llorando cadáveres,
con la panza llena de liendres mágicas
y un eructo de sapo en el pecho.
Buscando al prófugo Presidente,
sapo de balas de salva,
con el limpio perdón de la frente,
y un perro que mea su calva.
Harto de injusticias y perdones,
con el cura pederasta en la espalda,
va buscando sus muñones
en la sangre de Dios acrisolada.
Jóvenes al acecho
ayudan a la Muerte
a despertar los sueños de la tierra,
a brincar sobre la rabia celeste.
Casa, pan y fiesta
es lo que queda de la injusticia;
dinero como oropel de la bestia,
disparos en la frente ceniza.
De los policías liendres del infierno,
sólo queda un perdón;
que los ojos les amanezcan llenos de mierda,
que les limpien el culo con espinas
que les laven cara con sosa cáustica
que los entierren en mares de sales,
que los rellene de caca de paloma,
que los escupan buitres y gavilanes.
Y dónde estarán mis hijos,
que sus derechos exigían;
la policía los vendió al infierno,
la Muerte quedará ciega con tanta vida.
Fosas de muertos y más muertos;
muere por dos veces la luna,
harta de recolectar huesos
y lamer la piel de la tumba.
Fiscales y gobernadores
van inculpando inocentes;
del aborto de sus pupilas
se alimenta mi gente.
De los gritos de los estudiantes
sólo queda el decoro,
fantasmas que exigen libertad,
estatuas que escupen oro.
Gritando justicia y libertad
nos vamos quedando chimuelos,
y no sé qué cielo nos verá llegar
sin limpiar de ángeles el infierno.
Autor: JFLR (Juan Fernando Lechuga Ramos)
