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sábado, 20 abril, 2024
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La actual coyuntura de antagonismo de la izquierda mexicana: el hilo de Ariadna

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

Ahora con los resultados de la Reforma Energética, ha quedado claro que las pretensiones de la ética del discurso han sido anuladas: el afán de lograr consensos por medio de las reglas del diálogo ha resultado deshecho porque los intereses que se impusieron no respondían a ninguna racionalidad compartida, sino se trató únicamente de conseguir la legalización del despojo. Por tanto, la sacralización del consenso que tanto pregonaron aquellos que justificaban su posicionamiento como una ‘centroizquierda moderna’ que, a su vez, era la coartada para hacer arreglos o acuerdos con el partido en el gobierno y hasta con la derecha, hora mismo han quedado nulificadas y hasta en el franco ridículo. La justificación de su participación en el llamado Pacto por México sólo fue el marco para que las reformas que terminaron imponiéndose al pueblo de México y de las cuales no hubo discusión, caminaran y tomaran rumbo. Ahora, por el contrario, se establece con claridad meridiana que el nuevo escenario es del antagonismo y la imposibilidad de consensos con las derechas.  Por tanto, se abre la oportunidad para debatir y encontrar una identidad de la izquierda ante el necesario contraste con los grupos políticos que ahora están en el gobierno y las derechas tradicionales. Además, ese debate de identidad servirá también para construir la alianza entre los grupos que luchan electoralmente y aquellos que lo hacen en el terreno de lo social. Se requiere una ‘Alianza-Dislocada’ entre la izquierda social y la electoral, es decir, acuerdos en torno a metas programáticas, pero sin diluir las identidades propias y la autonomía de cada expresión participante. Luego entonces, el debate que construya al mismo tiempo la identidad de la izquierda mexicana (no centrista, sino en abierto antagonismo a las políticas del gobierno actual) y los puntos de alianza entre sus diversas expresiones, deberá ser no sólo de corte ideológico, sino tendrá  que mostrar los diseños de políticas públicas que desean impulsar con o sin poder. En suma, la coyuntura actual abre la posibilidad de articular un polo de izquierda que no simule bajo el discurso genérico donde todos los gatos son pardos, sino que deberá expresar con franqueza los principios sobre los cuales actúa, las propuestas precisas que promueve y los intereses a los que se adscribe. Lo cual implica que deberá hacer a un lado el dogma de la ausencia de alternativas, que la nueva derecha tanto pregonó y las ‘izquierdas modernas’ también repitieron: lo más que se podía hacer era humanizar el neoliberalismo. Por el contrario, la izquierda debe exponer cuál es su alternativa real al liberalismo-darwinista.

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Las izquierdas en América Latina, medianamente inteligentes, que no se entregaron al pragmatismo ciego (como la mexicana), se resguardaron en el liberalismo-igualitario que ahora mismo les ha dado ciertos frutos en sus políticas de disminución de las brechas de pobreza y desigualdad en sus países. Los ejemplos más ilustrativos es el avance relativo de Ecuador y Bolivia. También les permitió pasar sin obscuridad ideológica la crisis o agonía de su ideología anterior: el marxismo. Sin embargo, ahora mismo en el mundo el debate se ha vuelto a poner excitante en este aspecto: nuevos caminos al esencialismo marxista, pero sin quedarse en el liberalismo, y la nueva reivindicación del paradigma socialista pensado desde la seriedad de la evaluación de la crisis de la modernidad. La actualidad del debate mundial debe llegar a los foros del reencuentro de la izquierda mexicana con su identidad. La necesaria radicalización de la democracia (que es uno de los puntos de acuerdo en dicho debate) que articule las luchas contra las diversas formas de sometimiento: de clase, sexo o raza; pero también de sometimiento ecológico y dominación institucional. Hay dos conceptos atractores de la izquierda: liberación e igualdad. Es la coyuntura para sacudir la modorra y poco ilustrada izquierda mexicana de los últimos años: una izquierda que dejó de discutir con ideas, y sólo lo hacía con el ábaco y la regla de tres. Hay quienes piensan que el momento para hacerlo es ahora que surge Morena porque se observa un ánimo de renovación en ese proceso. Yo tengo mis dudas: ¿llamará Morena a debatir en serio sobre los temas que aquí mencionamos o sólo se convertirá en una maquinaria electoral detrás de un caudillo? ¿Llamará a constituir democráticamente los documentos básicos de su identidad, o solamente llenarán hojas como requisito para inscribirse en las próximas elecciones? ¿La lucha por la soberanía energética detonará el debate del total de la política pública propuesta por este partido o únicamente usarán la bandera del petróleo para posicionarse en el Congreso el año que entra? Y más preguntas: ¿las izquierdas sociales están dispuestas  a entablar un diálogo con las electorales más allá de cuotas, del ábaco y la regla de tres? En este par de meses que vienen veremos qué rumbo toma este asunto y podremos responder las preguntas arriba expuestas. ■

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