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viernes, 19 abril, 2024
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Salaverna: la frontera entre riqueza y sobrevivencia (territorial)

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Los pueblos que vienen de una historia de colonialismo saben que no es una bendición en automático contar con recursos naturales en abundancia. Conocemos de sobra los casos donde países o estados de la República Mexicana tienen la mayor densidad de este tipo de recursos y son los más pobres.

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Esta paradoja tan sorprendente de tener pueblos muy pobres en medio de la gran riqueza natural se observa claramente en Oaxaca, Chiapas y Guerrero, que son justo los estados con los mayores índices de pobreza y los que cuentan con selvas, maderas, ríos, vegetación y la fauna más prodigiosa. Es la historia de la dependencia: llega el colonizador y ejerce las conocidas ventajas absolutas sobre los territorios, que han generado las ásperas historias donde la depredación dirige el guión de las crueles narraciones nacionales.

Precisamente por ello es que se habla de la inaudita frase que reza: ‘la maldición de la riqueza natural’. Todos pensamos que habitar un territorio que tenga agua, árboles, tierra fértil, acuíferos, o minerales, es una situación buena. Y pensado lo dicho sin contexto histórico es verdad. Pero es la misma situación de contar con riquezas bajo esquemas coloniales: el capital llega, explota el recurso, se enriquece y cuando se agota se va dejando un desolado desierto como herencia.

En Zacatecas, aparte del agua que ha servido para alimentar a una cervecera ambientalmente muy cuestionada, tenemos el caso de las mineras. Como sabemos la historia de la minería en Zacatecas es legendaria: las mayores riquezas mineras en toda la Nueva España salieron de tierras zacatecanas, pero eso nunca se tradujo en desarrollo humano para su población.

Ahora mismo la lección histórica no es otra: la explotación de los minerales se convierte en ganancias exorbitantes para los capitalistas, pero muy pocos beneficios para los herederos históricos de esos territorios. Esto significa que la distribución de la riqueza económica generada por las bondades naturales de Zacatecas, no se traduce en bondades para su población.

Al contrario, debemos poner especial atención en las des-ganancias: en los costos ambientales de la industria minera. Una vez que sacan el oro, que tiene un precio muy jugoso en los mercados internacionales, dejan al ecosistema muy dañado. Los teóricos de la ecología-política sugieren el cálculo del costo ambiental neto, restando del producto nacional bruto los costos ambientales, lo que permite entender, y tener siempre presente que el equilibrio ecológico es algo vital, y tiene un costo que no pagan los capitalistas, mientras que el Estado (y sus actores concretos) se preocupa por el tamaño de la inversión y los empleos que genera, sin preocuparse del medio ambiente.

Justo por todo lo antes dicho, es de alta trascendencia que la sociedad civil intervenga en la observancia de los procesos medioambientales en las zonas mineras del estado de Zacatecas. Por ello damos la bienvenida a iniciativas de la sociedad civil (ojalá sean cada vez más independientes) que están dispuestos a intervenir en esa situación donde la frontera entre riqueza y sobrevivencia territorial es definitoria.

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