El pleito que ha aflorado en la última semana, previo a la navidad entre dos conocidos cuadros de Morena, nada menos que los coordinadores de las bancadas morenitas mayoritarias de las Cámaras de diputados y de senadores, es un “añejito” conflicto entre viejos priistas que tiene visos sucesorios ya. Estos animales políticos ingresaron al partido de López Obrador no tanto por convicción, sino por conveniencia. Y decir conveniencia en política, significa oportunismo. Como buenos ex priistas trepadores de la política Monreal y Adán Augusto aprendieron bien y saben de lo que se son las transas, la negocia en los oscurito, la tenebra, la grilla que implica poner zancadillas y tender cuatros a sus rivales; pero sobre todo eliminar o hacer a un lado al o a los adversarios para conseguir un objetivo deseado. En este caso el peregrino objetivo es el de ser los abanderados del morenismo en el 2030. Ninguno de los dos llegará pues, está por delante de ellos el hijo de Obrador y la ficha con la que juegue Claudia.
Cierto que en política no existen las organizaciones puras ni los políticos impolutos, pero lo que nos demuestra la trayectoria de estos dos especímenes de la política mexicana es que nadie es perfecto y que estos dos sujetos son claros ejemplos de lo que llegó al partido guinda que Obrador en su pragmatismo recogió en su ruta por ganar la presidencia.
Ambos quedaron muy atrás en la carrera de las corcholatas a la que los metió el último expresidente, pero este dejo como una nefasta herencia el conformarlos previo al arranque de la carrera con darles el llamativo premio de consolación de dirigir las cámaras del poder legislativo. Y ahí están las consecuencias. Buscando borrarse uno al otro se están acusando por el robo de dineros asignados o mal empleados en las respectivas cámaras que coordinan. Es un pleito que de tener ambos razón en sus acusaciones raya en la corrupción. La corrupción que es uno de los pecados capitales instituido aunque no siempre observado por el obradorismo.
Después de ser un destacado y distinguido parlamentario priista Ricardo Monreal, tan pronto y fue marginado para encabezar la candidatura tricolor para gobernador de Zacatecascorrió a refugiarse con el tabasqueño que en 1998 ocupaba la presidencia del PRD. Desde entonces se ha movido bajo la sombra y con el aura del tabasqueño de quien se ha favorecido el y sus hermanos.
Adán Augusto, por su parte, también pasaría por el cargo de gobernador, pero ya como militante morenista. Cuando su viejo amigo dejo al PRD que Los Chuhos habían convertido su feudo, siguió a su viejo amigo quien ya siendo presidente lo llegó a llamar “hermano” en virtud de que las familias de estos dos tabasqueños habían sido amigas y ellos habían convivido en ciertos momentos. Lo sacó de la Quinta Grijalva para colocarlo en la Secretaría de Gobernación. En su momento se manejó que el presidente hacia este “movimiento de ajedrez para ver si tenía espolones y manejarlo como una carta alterna por si Claudia no daba el ancho para la grande. La encuesta de las corcholatas demostró que ni reunía en su persona ni la trayectoria, ni el carisma y mucho menos la popularidad para ser el abanderado guinda a la presidencia. El cargo que ostenta y que le fue regalado por su viejo amigo y “hermano” como el de su par con el rivaliza por bimbiliques, son cargos de consolación asignados por dedazo. La frivolidad y ostentación de la que hizo ostentación en la precampaña contrarios a los valores obradoristas, no son prendas que lo ayuden.
Como quiera, Monreal y Adán Augusto, licenciados en derecho ambos, previenen de las filas y fueron formados con todo lo que esto implica como el propio López Obrador en la escuela del que fuera el partidazo hasta la alternancia en el 2000. Son sinónimo de la política, la grilla y la politiquería que se practica en nuestro entorno.
Posdata. El MDMZ ganó por partida doble. En el caso de la SECC. 34 del SNTE el triunfo para muchos sorpresivo, de la planilla democrática con su abanderado Filiberto Frausto es el fruto del hartazgo de los charros en el poder con una dirigente espuria que ocupó la Secretaria General durante ocho años, hecho que acarreo el descontento y la misma división en las filas del oficialismo al grado de presentarse con cuatro planillas; también abonó al triunfo de los democráticos, la influencia e inercia del obradorismo entre el magisterio y no faltan algunas hipótesis peregrinas en las que ven la mano de los monreales con vistas a la sucesión del cambio de ejecutivo en el estado.
Los democráticos ganan también en buena medida, como sostiene el viejo camarada y patriarca del magisterio democrático, Juan Torres, con el voto de castigo, lo que no siempre significa que necesariamente sea un voto de apoyo.
Con la llegada de Filiberto ocurre el retorno de los sanmarqueños a la dirección de la 34 después de Ramiro Rosales, Pedro Padilla y Soralla. Pero a diferencia de los anteriores sanmarqueños algunos de ellos grillos en su época normalista y ya en el servicio connotados cuadros priistas, llega habiendo sido siempre un disidente.