Cuando en el expediente de un político no se encuentran documentos manchados de corrupción, de violencia, de abuso del poder, de tráfico de influencias, de malversación de fondos; cuando no existen contratos millonarios firmados merced a las ventajas del poder; entonces, y con la intención de descalificarlos, de denostarlos, de mancillar su imagen, los adversarios magnifican incidentes y anécdotas cual mitos urbanos. Buscan y rebuscan conductas mínimas y cotidianas que quieren transformar en grandes defectos.
Así ha sucedido con Claudia Sheinbaum. Ante una trayectoria limpia, repleta de cualidades en lo académico, en lo intelectual, en lo moral y en lo político, se le ha acusado de ser una mujer iracunda propensa al coraje. Y cabe formularse la pregunta: ¿Es Claudia una mujer de coraje? ¡Pues claro que lo es! Se necesitó coraje para acompañar a Andrés Manuel López Obrador desde los tiempos del autoritarismo del PRI y del PAN. Tiempos en que ser opositor de izquierda significaba ser objeto de exclusión y represión. Se necesitó coraje para cerrar filas con ese gran líder social, cuando las élites del poder le cerraron el acceso a la Presidencia de la República en el 2006, gracias a un evidente y descarado fraude electoral. En efecto, la lealtad y la verticalidad exigen coraje.
Una mujer como Claudia Sheinbaum necesitó una muy buena dosis de coraje para decidirse a integrar el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas, organismo científico que, en 2007, obtuvo el Premio Nobel de la Paz. Ella, como investigadora de alto nivel, tuvo la opción de ofrecer sus servicios al gran capital, a la cúpula que busca talentos que, por una buena suma de dinero, pusieran sus conocimientos al servicio de intereses mezquinos, cuya depredación, y egoísmo a ultranza, han puesto en peligro la supervivencia de nuestro planeta. Pero su coraje y sus íntimas convicciones la colocaron en el lado opuesto: el de la defensa del globo terráqueo. La casa de todos.
El coraje de Claudia Sheinbaum no es reconocido sólo por nosotros, sus compañeros y compañeras de camino, de lucha, de partido político. Ha sido reconocida, también, por instancias internacionales como la BBC, quien la señaló como una de las 100 mujeres más influyentes e inspiradoras de América Latina.
¿Y cómo no va a ser inspiradora una mujer cómo ella? ¿Qué sería de esta nación si muchas jóvenes, motivadas por la biografía de Claudia para que optaran por la ciencia, por el arte, por las humanidades, por la política, como una actividad reivindicatoria de los derechos sociales? Claudia inspira por su inteligencia, por su lealtad, por su firmeza, por su disciplina y desde luego, por su coraje.
La tesis que presentó ante la Universidad titulada: “Estudio termodinámico de una estufa de leña para una comunidad rural de México” denota una gran sensibilidad social. Claudia no se inclinó por una investigación académica sobre comercio, sobre industria, sino por la aplicación de la ciencia a problemas de vida de mexicanos y mexicanas en el campo. Resolver problemas de subsistencia de gente sobreviviendo en la marginalidad, en vez de contribuir a la ganancia capitalista, ¡eso es tener coraje!
Sí, Claudia Sheinbaum es una mujer de coraje, eso habrá qué decírselo a los medios que, insidiosamente, la acusan y tratan de distorsionar sus cualidades. Esos medios quieren que las mujeres sigamos calladitas, silenciosas, sumisas al machismo del poder, inclinadas al patriarcado, mismo que, con Claudia, sin duda alguna se extinguirá totalmente para dar paso a un México más plural e incluyente.