Desde qué fronteras se consigue la escritura es algo que aún desconocemos. Ignoramos incluso si es cierto eso de las musas. Cada autor conoce sus procesos y llega a sus propias conclusiones, aunque estas son infinitas. Ya mucho se ha dicho acerca de los terapéutico que puede ser la escritura para quien busca refugio en ella de un evento terrible que le ha dejado el mundo. Y me parece que nada hay más terrible que la muerte de un ser entrañable. Estoy en un error: me parece que nada hay más terrible que la muerte de un hijo. Y aquí se hace un punto y aparte.
Porque yo mismo no alcanzo a comprender la semántica que se erige tras de un fatal suceso de tales dimensiones. Ni siquiera intento esforzar mi escasa imaginación porque ante una desgracia así es inútil cualquier búsqueda. Tengo, sin embargo, las nociones que deja como heridas sin sanar Daniel Vázquez Sallés en “El príncipe y la muerte” (Folch & Folch Editors SL, 2023): una dolorosa conversación que es la vez un testimonio, que es la vez un gran homenaje, a su hijo, Marc, quien, como el mismo autor lo señala al inicio del libro, muere por culpa de una bacteria el 30 de abril de 2021.
Me parece que, narrativamente, hay ciertos tipos de dolores humanos que resultan tan abrumadores que merecen y obligan a ser contados a través de los procesos artísticos que definen a la escritura creativa. Más allá de lo que significan para los autores (en un plano personal, pues toda escritura creativa lo es) y de lo que pueda significar textual y objetivamente para los lectores (quienes solo disponen del libro que llega a sus manos).
Y Daniel Vázquez Sallés se abre para mostrarnos su más íntimo proceso de duelo con una narrativa, cuyos engranajes no pretenden ser sino, la historia abreviada de su hijo, enumerando aquellos pasajes especiales, pero también dando un poco de luz a aquellos pasajes donde Marc tuvo que lidiar con las enfermedades y sus dolencias y donde, contrario a lo que comúnmente hacen los enfermos (así sea, incluso, de molestias menores), mostró lecciones de estoicismo, alegría y serenidad.
Y he aquí uno de los motivos principales por los que, a mi juicio, vale la pena leer “El príncipe y la muerte”: frente a las hazañas cotidianas de Marc (quien sí es todo un súper héroe) nos quedamos inertes y nos sorprendemos de cómo la vida se abre ahí donde más parece hacer falta, de cómo la luz parece difuminar (lo mismo que en un cuadro de Rembrandt) la más encarnizada de las oscuridades que parece anidar dentro del cuerpo de Marc. Y si me apuran diré algo que parecerá lugar común, pero que, luego de conozcan a Marc, verán que los lugares comunes él los vuelve a reestructurar: resiste con una sonrisa y hasta parece (como lo señala el propio Daniel Vázquez) que está preparado para las inclemencias tempestuosas de una vida maltrecha que quizás le tocó para demostrar a los demás que aún existen los ángeles.
El libro está estructurado en dos secuencias temporales. Desde el comienzo, el autor decide distanciarse, tanto geográfica, como emocionalmente, por lo que provoca un rompimiento en los tiempos temporales narrativos, que le permite al lector una visión desde distintas perspectivas cronológicas y, sobre todo, dos espacios tiempo, uno de ellos donde Marc se atraviesa lo mismo que un relámpago ilumina la más oscura de las noches, y otro donde perdura a través de la memoria dolorosa y persistente del autor, quien, sobra decirlo, tiene la prosa exacta para este libro, de tal manera que nos envuelve con su narrativa, nos atrapa con sus exactas descripciones y nos emociona con sus vivencias al lado de un Marc al cual casi vemos de frente.
Ignoro si hay otros libros con temáticas semejantes o si, por el contrario, Daniel Vázquez Sallés inaugura lo que vendría a ser un nuevo género literario al que habría que ponerle un nombre. Lo cierto es que “El príncipe y la muerte” no solo es el recuento de la breve vida de Marc y su experiencia a través de las enfermedades, los hospitales, los cuidados, los medicamentos, los doctores y las enfermeras; es, también, un libro que celebra la emoción y la intensidad de la vida, que celebra la finitud que tenemos entre manos, que celebra la alegría de un niño que no se rinde frente a la tempestad y que frente a un perene naufragio donde de antemano sabe que no hay remedio, que se habrá de hundir, decide sonreír y vivir, tan solo eso… vivir.
La editorial Folch & Folch Editors es española y ustedes pueden encontrar este libro, y otros más de un muy buen catálogo, en su página de internet: folchfolch.com, además de que, de no encontrarlo, lo pueden pedir en cualquier librería.