Zacatecas dejó de ser un lugar de paso de drogas, armas y personas para convertirse también en un lugar de consumo, de fosas clandestinas y trata de personas, enfrentamos a un mercado millonario donde las metanfetaminas vinieron a sustituir a otras sustancias que eran más pasivas. En el estado hay laboratorios de drogas sintéticas. Además, están las extorsiones y los secuestros.
Enclavada en el centro del país, Zacatecas está atrapada en dos frentes que nos involucran a todos, la violencia hacia las mujeres, una violencia sorda, callada, doméstica y normalizada y la violencia provocada por el Crimen Organizado.
La violencia de género durante el período de cuarentena por la pandemia de Covid-19, según la Secretaría de la Mujer de Zacatecas aumentó un 90%.
Al mismo tiempo, nuestro estado se encuentra inmerso en una disputa entre cárteles cuyos alcances repercuten en la inseguridad creciente: ejecuciones, secuestros y levantones ahora son parte del cotidiano zacatecano.
El pasado viernes, fue localizada en la carretera a Sauceda de la Borda, una mujer sin vida, quien había sido reportada como desaparecida el 2 de mayo, y quien posteriormente fue identificada por genética como María del Carmen Galván Gutiérrez, de 32 años, casada y madre de dos hijos adolescentes y una pequeña de 2 años. Se presume que fue asesinada; por normativa, el caso deberá seguirse como feminicidio, hasta que sea confirmado como tal o la investigación señale que fue otro tipo de delito.
En promedio, según la red de colectivos Nosotras Tenemos Otros Datos, desde 2015 en Zacatecas hay 12 feminicidios diarios, acumulando un estimado acumulado de 715 homicidios dolosos, siendo marzo del 2021 el mes más violento contra las mujeres
Zacatecas, no ha sido capaz de enfrentar la violencia contra las mujeres. Sabemos que en época de campaña todas y todos los candidatos, partidos y coaliciones se mostrarán seguros de resolver la crisis contra todas las mujeres, pero la historia demuestra quienes han sido incapaces e insensibles ante el dolor de quienes no pueden estar seguras en sus espacios de vida.
Suscribimos siempre que “Las mujeres no se pierden, a las mujeres las desaparecen. Las mujeres no se mueren, a las mujeres las matan. Ni una menos.
Es época de elecciones no hay quien no diga que tienen bajo el brazo la solución a todos los problemas de Zacatecas, mientras que la realidad les cuestiona. La muerte que se respira en Zacatecas lo evidencia.
El priísmo construye el discurso del olvido, donde el pasado de violencia construido en las dos administraciones anteriores. Con Miguel Alonso Reyes: los homicidios se triplicaron, los secuestros aumentaron casi cuatro veces y fueron el doble que, en la administración de Amalia García, según cifras oficiales.
La ola de ejecuciones, secuestros y desaparición de personas se intensificó en la entidad gobernada por el priísta Alejandro Tello Cristerna. Apenas en enero de este año, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), publicó los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, aplicada en todo el país en diciembre pasado, la cual arrojó que “68.1 por ciento de la población de 18 años y más considera que vivir en su ciudad es inseguro”. Entre las ciudades con mayores porcentajes de habitantes “que sienten inseguridad”, de acuerdo con el Inegi, está Fresnillo, Zacatecas con 94.8% de sus ciudadanos que temen por su vida, integridad y posesiones.
Según el índice de paz México 2021, elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), en 2020 Baja California siguió siendo el estado menos pacífico de México en 2020, seguido de Colima, Zacatecas, Chihuahua y Guanajuato. Los cinco estados menos pacíficos tuvieron tasas de homicidio de más de 64 muertes por cada 100,000 habitantes.
La realidad es que poco importa la culpa, importa la solución y esa es en conjunto y de la mano, los tres órdenes de gobierno deben poner de su parte para acabar con el flagelo principal de la sociedad.
Las campañas políticas deben de ser el instrumento para que lleguen a los lugares de decisión las personas más sensibles y capaces, no se trata de buenos deseos fundamentados en tratar de bajar al adversario. No debería ser un concurso de popularidad. Los candidatos deben responder a una política integral con el trabajo de todos los órdenes de gobierno y la ciudadanía. Deben crear las herramientas para hacer que las y los zacatecanos se sientan comprometidos a solucionar la violencia en sus esferas de vida.
Es un asunto de todas y todos convertir a nuestro Zacatecas en un mejor lugar para vivir en paz.