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jueves, 28 marzo, 2024
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Jovellanos adalid y precursor de la instrucción pública

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Antes de que estallara la gesta encabezada por el cura Hidalgo que inicio como un movimiento popular autonómico para luego convertirse en independentista, las colonias americanas del imperio español  en 1809  también fueron convocadas a las reuniones de las Cortes de Cádiz. Como en política no hay vacíos, con la convocatoria a las Cortes se buscaba se buscaba cubrir el hueco de la Corona acéfala tras la invasión napoleónica, había provocado la obligada dimisión de Fernando VII, “el deseado”. Es en este marco histórico en el que Jovellanos surge como el principal inspirador e impulsor de la enseñanza popular. El asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) es el prototipo del ilustrado español. Como buen humanista fomento la enseñanza. Fue uno precursor de la instrucción popular cuyas propuestas serían retomadas en México. Principios como el de la instrucción universal y gratuita de esencia democrática serían retomados en el México independiente. En el Zacatecas decimonónico el proyecto de “Tata Pachito” incorporó el espíritu jovellanista en la enseñanza pública.

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Como miembro de la Junta Central, formuló “las bases para la formación de un plan general de instrucción pública”. Así mismo, recomendó la creación de la Junta de Instrucción Pública cuyo objeto sería proveer los medios necesarios para mejorar, promover y extender la enseñanza. Además, Jovellanos sugería la conveniencia de que la educación de las primeras letras tuvieran como base las ciencias especulativas y prácticas, pero alertaba sobre que no se debería limitar a las clases altas porque: “[…] todas (se refería a las demás clases sociales) tienen el derecho a ser instruidas. Le tienen, porque la instrucción es para todos el medio de adelantamiento, de perfección y felicidad; y le tienen, porque la prosperidad del cuerpo social está siempre, como hemos probado, en razón de la instrucción de sus miembros, la deuda de la sociedad hacia ellos será igual para todas, y se extenderá a la universalidad de sus individuos”1. Si se  buscaba a un precursor y benemérito de la escuela pública, aquí lo tenemos. La vocación humanista de Jovellanos hace de él un adalid de la educación democrática. Jovellanos surge como uno de los precursores de  la educación como palanca del bienestar y del progreso sin exclusiones.

Transcurrida la revolución de independencia, la moda educativa que apareció en la nueva nación mexicana fueron las escuelas de enseñanza mutua o lancasterianas2. Dichas escuelas siguieron siendo de primeras letras, si bien más modernizadas y con el empleo generalizado del método de Lancaster y un discurso patriótico por parte de los maestros, acorde a los tiempos que se vivían en los albores del México independiente.

En cuanto a la estructura física de las escuelas de primeras letras en la intendencia de Zacatecas según consta en algunos documentos del AHEZ, dichas escuelas tenían como inmuebles, simples casas que por lo general rentaban los ayuntamientos, constituidas por dos o tres habitaciones contiguas. Un cuarto servía como casa del  maestro. Los otros dos que cuartos estaban divididos y comunicados  a su vez en dos secciones: la de los lectores y la de los escribientes. Cabe agregar que si  se dividía a los niños en dos grupos, es porque uno correspondía a los niños cuyos padres tenían arbitrios para pagar una colegiatura, en el otro se ubicaba a los hijos de aquellos vecinos que no tenían o no podían pagarle un estipendio semanal o “semanario” al maestro. Contaban además con un corral como anexo indispensable para el recreo, en donde se ubicaba también el sanitario3.

Una de las instituciones que mayormente afectó la secularización de la sociedad que ocurrió con la aplicación de las reformas borbónicas, fue la Iglesia. Carlos III buscó que el clero volviera a desempeñar su principal función que se le había asignado desde que se inicios la conquista: ocuparse solo de la educación espiritual de los fieles. De esta forma se vio afectada en algunos de sus cotos y privilegios. Las primeras afectadas con estas reformas fueron las órdenes del clero regular  mediante la secularización de las parroquias, medida que vino a desplazar a las órdenes mendicantes. Otras medidas que afectaron sobre todo al poder económico eclesiástico fueron la expulsión de los jesuitas y la confiscación de sus bienes, incluidas sus instituciones educativas; la imposición de anualidades y subsidios y la desamortización de sus bienes4. En el terreno educativo tanto curas seculares como seglares tuvieron la oportunidad de desempeñarse como maestros al frente de una escuela.

Referencias.

1 Tanck, Dorothy, La educación ilustrada, 1786-1836, México, El Colegio de México, 1998,. p. 30.

2 El nombre de escuelas de enseñanza mutua también llamadas lancasterianas tuvieron como rasgo característico la aplicación del método ideado por A. Bell y perfeccionado por Joseph Lancaster, del que tomo el nombre de lancasteriano. Este método consistió en que el director o encargado de una escuela seleccionaba de un grupo a los alumnos más destacados para que fungieran como monitores, en los hechos como profesores al frente de pequeños grupos. Tenía una gran ventaja, el que resultaba muy económico, en opinión de su creador, “… una escuela entera podía instruirse a sí misma bajo la vigilancia de un solo maestro”. Cuando en 1825 se fundó en la ciudad de Zacatecas la primera Normal de todo el continente con el nombre de Escuela Normal de la Constitución, se le conocía también como escuela de enseñanza mutua debido al método lancasteriano con el que se impartía la instrucción. Cfr. Emilio, Rodríguez, Compendio Histórico de Zacatecas, Zacatecas México, Ofset Azteca, 1992, p. 206.   

3 Relacionado con la división de los grupos, de acuerdo a la posición económica de los  alumnos, puede verse el expediente: AHEZ, Fondo Ayuntamiento, Serie Enseñanza, “Arreglo de escuelas de primeras letras, según la Constitución de 1812” fj. 1, 1812; y en lo relativo a otros aspectos sobre las escuelas de enseñanza mutua, los expedientes 1821, 1823, 1824, y tres de 1826 del mismo fondo, serie y caja.

4 Josefina Zoraida Vázquez (Coord.), 1992, pp. 16-17. ν

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