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viernes, 19 abril, 2024
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Pensar la traducción

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Por: ANNA MARIA D’AMORE _ •

La Gualdra 555 / Lenguaje / Traducción

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Al igual que lo que sucede en otros campos profesionales, no todo aquel que ejerce como traductor ha sido capacitado y certificado específicamente para su labor. Puesto que entre aquellos que ejercen sin capacitación formal se encuentran algunos traductores excelentes, no son pocos los que consideran que los estudios y teorías en torno a la traducción son innecesarios o de poca utilidad. El talento natural, sin embargo, en cuanto a la adquisición de una lengua extranjera no es suficiente para lograr la reformulación exitosa de un texto en la lengua materna y aún cuando fuera así, hasta las capacidades natas más consumadas pueden mejorarse a través del estudio y de la práctica. Por eso, la mayoría de los que pretenden coadyuvar a la mejora de la calidad de la traducción profesional, a través de la formación integral, académica y técnica de los futuros traductores, sí reconoce la importancia de la traductología.

La traductología nos ayuda además a comprender procesos históricos y adentrarnos en los diálogos entre escritores y lectores y entre culturas a través del tiempo y el espacio. El reto es descubrir cómo navegar por los escritos teóricos en torno a la traducción para encontrar su utilidad y aplicabilidad en un contexto dado.

Hay algunos escritos en torno a la traducción que, mientras son de indudable valor para la historia del pensamiento, provistos de profundos postulados filosóficos, son tan abstractos que no parecen tener vínculo tangible con la práctica traslaticia. Encontramos ideas tan extraordinariamente abstrusas que difícilmente concebimos su utilidad o aplicación práctica. Está, por ejemplo, la paradoja derridiana de la traducción, que trata “la necesaria e imposible tarea de traducción, su necesidad como imposibilidad” .

No debería sorprendernos que los abanderados de esta supuesta imposibilidad de la traducción, o intraducibilidad, tienden a abordar los problemas de la traducción desde otras perspectivas y no suelen ser traductores; los traductores por lo general no tienen la costumbre auto-aniquiladora de declarar que la traducción no es factible. ¡Claro que la traducción es factible!, afirmamos, hasta de los versos más poéticos, como le consta a quien haya experimentado la belleza de la flor y canto de la poesía náhuatl reformulada en español. La factibilidad de la traducción de poesía es un hecho que se ha comprobado desde tiempos antiguos, desde que los primeros textos sumerios, como la Epopeya de Gilgamesh, plasmada en escritura cuneiforme en tablillas de arcilla, pasaron de una lengua a otra, más de mil años antes de nuestra era.

Los traductores prácticos y los teóricos traductólogos no tienen por qué ser vecinos distantes. La traducción y la traductología cohabitan, tal vez estén casados incluso. Y como cualquier pareja, tienen sus diferencias, no siempre gozan de buena comunicación y a veces se alejan. El traductor-traductólogo feliz es aquel que ha comprendido cómo abordar a los escritos en torno a la traducción de tal manera que es capaz de aprender de las experiencias traslaticias tanto negativas como positivas de otros, además de poder tomar herramientas conceptuales sugeridas por teóricos y aplicarlas en su propia práctica o utilizarlas en la propia reflexión. Al igual que en la búsqueda de una pareja, o hasta un par de zapatos, hay que considerar qué es lo que más te convenga, que te hace sentir cómodo. Paremos de sufrir.

 

*UAEH-UAZ.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_555

 

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