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sábado, 27 abril, 2024
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El Mirador de Heródoto Festival Internacional de Poesía López Velarde 2019 y cien años de “Zozobra” 3/3

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Por: UZIEL GUTIÉRREZ DE LA ISLA* •

“Si la vida cotidiana amenaza con deshumanizarnos, el arte puede ser un contrapeso de humanidad en la frágil balanza de nuestros días”.
Raúl Rodríguez, Premio Nacional de Poesía RLV 2019

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En los rostros de todos los poetas invitados irradiaba la imagen de júbilo, agrado y satisfacción; era viernes 6 de diciembre y el fóyer del teatro Fernando Calderón lucía esplendoroso, lleno de luz, de alegría: la entrega de los premios del Festival Internacional de Poesía Ramón López Velarde estaba por iniciar.

Lilia Morones invitó poéticamente, como es la característica, al maestro Cuitláhuac García Medina, coordinador de Arte y Cultura, a dar la bienvenida; posteriormente, el poeta Juan Manuel Gómez leyó el acta que señala al ganador del premio nacional a obra inédita, Raúl Rodríguez.

Después de recibir el premio, el joven zacatecano expresó su agradecimiento a autoridades y familiares por el apoyo, y recordó las ocasiones anteriores en que asistió a la premiación del festival para hacer una crónica periodística; confesó, “acá entre nos”, que aunque en últimos días habían cambiado los roles, prefería ser el entrevistador y no el entrevistado.

Con su discurso invitó a reflexionar sobre la importancia de la poesía en estos días de violencia y crisis: “Si la vida cotidiana amenaza con deshumanizarnos, el arte puede ser un contrapeso de humanidad en la frágil balanza de nuestros días”, dijo.

Luego, el editor Marco Perilli presentó a Alberto Blanco, ganador del máximo galardón del festival, por lo que las autoridades le entregaron la medalla correspondiente.

Blanco tomó la palabra para expresar su sentir, alocución que nos permitió conocerlo desde otra perspectiva; pudimos notar que no llevaba un discurso escrito sino una guía que siguió conforme sus sentimientos se ordenaban en su mente. El poeta Blanco es también un juglar, un filósofo que nos envolvió en un ambiente de humanismo, de cualidades literarias y de creatividad que dada la sensibilidad del auditorio, hicieron vibrar cada molécula de aire en el ambiente lleno de inspiración y de poesía.

En su discurso, luego de expresar algunas de sus cavilaciones centradas en experiencias, lecturas y conversaciones, compartió varias de las hipótesis que intentan responder “para qué sirve la poesía”:

“La poesía ayuda a la gente a maravillarse; no se trata nada más de una cuestión de placer, de un gozo meramente estético, sino de un enaltecer la vida, una vida maravillosa y total”. La poesía, con minúsculas, entendida como un arte radical del lenguaje, nos sirve para comprender que el idioma es un medio, pero no es solo una especie de vehículo neutro, es un ser vivo y como tal hay que salvarlo, cuidarlo, continuó.

“La poesía no sirve para decir lo que tú crees o lo que tú piensas o lo que tú sientes o lo que te duele, lo que tú quisieras o lo que recuerdas o lo que criticas o lo que quieras cambiar. No. (…) No es de aquí para allá, es de allá para acá; en ese sentido, el poeta no tiene las riendas del lenguaje, el poema no es suyo”.

Al término de su participación, los aplausos fueron el epílogo a este capítulo en la vida del ahora Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde. Finalmente escuchamos las palabras del rector Antonio Guzmán Fernández y las siempre sentidas del reconocido “Sampe”.

En el brindis, disfrutamos de unos bocadillos y bebimos un coctel de frutas con el espíritu del dios Baco, mientras el ganador el premio 2018, Ibán de León Santiago, y Alberto Blanco, dedicaban sus obras.

La tradición del festival marca la inauguración de una exposición de arte dedicada al premio internacional expuesta en la Galería Irma Valerio. Sofía Duarte fue la presentadora de la colección y de una semblanza que sorprendió hasta al mismo poeta. En un ambiente artístico cultural disfrutamos de música en vivo y la gastronomía de Lucía López de Lara Ahued, por 20 años la recepcionista gastronómica de la Callejoneada y de la exposición artística. En esta ocasión nos deleitamos con tamales y un ponche con su fórmula secreta.

El sábado 7, después de leer en Neotraba la nota del festival realizada por Pascual Borzelli y Óscar Alarcón, nos trasladamos a Jerez, donde nos recibió Miguel Ángel Quezada. Después de la ofrenda floral a Ramón López Velarde, el paso obligado fue la casa museo del bardo jerezano. Luego nos fuimos a la exposición de arte en la Galería-Bar Tizoc; Rosario Carlos Rueda hizo la presentación y posteriormente los poetas premiados el día anterior, cual era su destino, se transformaron en cantineros para atender las solicitudes de bebidas a los poetas y solicitantes parroquianos. Los que más disfrutaron fueron los poetas galardonados. Luego de la comida, regresamos a la capital para cerrar con broche de oro en la cena baile.

Plasmar en tan corto espacio periodístico tantas emociones y experiencias vividas es muy difícil para esta pluma inexperta, por lo que solicitaré a la editora un espacio más para compartirles en el epílogo el sentir de los poetas asistentes.

El Festival Internacional de Poesía Ramón López Velarde es la representatividad de la cultura y del arte, así como del carácter de buena anfitriona y promotora de nuestra Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas.

Así se observa el mundo desde El Mirador de Heródoto.

*Cronista de la UAZ
[email protected]
cró[email protected]

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