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lunes, 21 abril, 2025
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Las muertas, de Jorge Ibargüengoitia

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Por: Miguel Ángel De Ávila González •

La Gualdra 547 / Libros

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La novela comienza relatándonos el largo y cansado camino que recorren Serafina Baladro, el capitán Bedoya y el Valiente Nicolás hasta una panadería ubicada en un pequeño pueblo. Una vez que han alcanzado su destino, se desata literalmente un infierno para los dos ocupantes de la panadería: una balacera y un incendio.

El dueño de la panadería es Simón Corona, antiguo amante de Serafina, quien la ha reconocido y así informa a la policía. Simón confesó a los oficiales parte de los crímenes de las hermanas Baladro, en los cuales él tuvo participación; narra cómo las ayudó a abandonar en una barranca el cuerpo de una joven quien había muerto en extrañas condiciones.

Las cantinas de las hermanas Baladro eran solo la fachada del verdadero negocio: las muchachas que prostituían. Conseguían a las jóvenes yendo a los pueblos más cercanos, buscaban a muchachas que necesitaran trabajar como empleadas domésticas y bajo engaños les decían a los padres que les enviarían dinero; estos accedían y cuando se llevaban a sus hijas, las familias nunca más volvían a saber de ellas. Al llegar a la ciudad, las hermanas Baladro obligaban a las jóvenes a prostituirse.

Los burdeles de las hermanas Baladro se vieron afectados al tomar posesión el gobernador Cabañas, quien pretendiendo llegar a “la grande” y con un afán de “hacer bien las cosas”, elaboró un plan de trabajo en el cual prohibía la prostitución en el estado de Plan de Abajo, clausurando todos los negocios de las Baladro y dejando como único negocio la cantina llamada “México lindo”, gracias a la ayuda del capitán Bedoya, quien intervino para que no fuera clausurada.

Después de un tiempo asesinan al hijo de Arcángela, situación que provocó la clausura de la cantina. Arcángela, tras la muerte de su hijo, desquitaba su frustración con las pobres muchachas, tratándolas de una manera inhumana, prohibiéndoles no solo salir a la calle, sino hasta de sus cuartos, la comida cada vez era más exigua y las seguían obligando a trabajar de prostitutas sin que el gobierno se enterara.

Luego, Arcángela decide comprar un rancho. La encargada de cuidar el lugar era Eulalia Baladro, otra de las hermanas de Serafina, junto con su marido Teófilo. Arcángela utilizaba el rancho para enviar a las mujeres como castigo. Allí las trataban como animales.

Un día dos de las mujeres que fueron enviadas al rancho planearon fugarse del lugar, pero en su intento fallido les disparan y mueren. Dos años aproximadamente las hermanas Baladro mantuvieron ocultas a las mujeres. En ese lapso llevaron a cabo múltiples crímenes.

Las hermanas Baladro creyeron que sus fechorías quedarían sin castigo, pero no contaban con que la venganza de Serafina hacia Simón descubriría toda la verdad. Al final de la historia las Baladro y sus cómplices terminan con penas que iban de los seis los cuarenta años de prisión.

Para la elaboración de la novela el autor se basó en los documentos de la procuración y administración de justicia, reportes policiacos y testimonios de las personas que participaron, a la manera de Truman Capote en A sangre fría; caracteriza el espeluznante proceso de “Las poquianchis” que se difundió en todo México, gracias a la revista Alarma que hizo cundir el pánico entre todos los pobladores de nuestro país en la década de los sesenta, particularmente entre las familias más humildes. Narrada con ironía, sarcasmo y con mucho desenfado, la novela revela la extorsión, el abuso de poder y el soborno en todos los niveles.

 

* * *

Jorge Ibargüengoitia, Las muertas, Editorial Joaquín Mortiz, decimonovena impresión, México 1988.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_547

 

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