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jueves, 18 abril, 2024
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El efecto Benjamin o la teoría crítica como ensoñación utópica

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 543 / Filosofía

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Así como hay amores a primera vista, hay autores a primera leída. Sin lugar a dudas a muchos lectores nos ha pasado con la obra de grandes ensayistas como Walter Benjamin. La danza de sus ideas baila un vals infinito con una escritura tersa e intensa. Su muerte trágica y prematura ha coronado una obra poliédrica, vasta, múltiple, y al mismo tiempo, provisional, elíptica, con carácter de borrador en marcha, work in progress. Los retratos intelectuales que nos han dado grandes ensayistas como Hanna Arendt, amiga personal del autor, y Susan Sontag, gran lectora del pensamiento crítico y contracultural nos han entregado páginas memorables de un pensador marginal y marginado, vulnerable e indefenso. Empero, ambas pensadoras altamente calificadas olvidan que la vulnerabilidad y marginalidad de Benjamin es una apuesta y propuesta por ir construyendo, durante toda la vida, un posicionamiento libre, riguroso, autónomo e íntimo. Se había definido a sí mismo como una combinación de outsider y francotirador. Mezcla extraña, si la hay, sería la que articula la obra poliédrica apenas esbozada por este pensador-escritor judío alemán, víctima del nazismo. 

La vigencia y urgencia de su pensamiento reside en que anticipa muchas de las discusiones intelectuales contemporáneas, y lo mejor, lo hace desde una perspectiva que articula tradición y memoria con utopía y mesianismo a partir de un presente activo, creativo y múltiple. Los estudios culturales, pos y decoloniales, el paradigma de la complejidad y la subalternidad recogen algunos de sus principales planteamientos. 

En el mismo tenor grandes pensadores como Theodor Adorno, Bertold Brecht, Gershom Scholem, Jacques Derrida, Jürgen Habermas, Giorgio Agamben, Jacques Rancière, entre otros, han abrevado de su fuente infinitamente rica y variada, pero suelen ser lecturas sesgadas que recogen algún aspecto de su vasta obra. Apenas podemos dar crédito que alguien pudiera armar una urdimbre intelectual barroca tan balanceada y orgánica con retazos de materialismo histórico, judaísmo mesiánico sin Mesías, espiritualidad poética, ensayismo literario, periodismo ágil y fresco, viñetas narrativas y atentas crónicas urbanas, así como una serie de observaciones perspicaces desde las cosas y sus relaciones entre sí.

Benjamin es un maestro en el arte del matiz y del perspectivismo, si hubiera algún parangón previo sería con el Nietzsche de madurez y la mejor crítica mordaz de Karl Kraus. Sus reflexiones y observaciones tienen una agudeza que da justo en el blanco. Y además sus textos, en su mayoría fragmentarios, invitan al lector a pensar de manera inédita, a la vez, que descubren o redescubren algún escorzo insospechado o poco explorado. Sus ensayos sobre el arte, la violencia, la ciudad, entre otros textos, aún siguen abriendo pistas de elucidación pertinentes. 

Quizá una de las más grandes aportaciones de Benjamin a la teoría crítica haya sido hacer del ejercicio teórico un arte onírico creativo capaz de ampliar los márgenes de la experiencia humana como reinvención de una infancia prístina. El gran poeta pensador Paul Celan ha escrito un emotivo poema de homenaje a su enigmática muerte “Port Bou: ¿alemán?”. Beatriz Sarlo, Bolívar Echeverría, Jorge Juanes y Ricardo Foster han sido notables ensayistas, comentadores y divulgadores de la obran benjaminiana en lengua castellana, sus reflexiones mantienen vivo el pensamiento de uno de los pensadores claves del siglo XX, que anticipa el siglo XXI en la compleja y abigarrada policromía de sus claroscuros. 

Al igual que Nietzsche, Benjamin es un pensador póstumo e intempestivo; asimismo a quienes en vida la academia les fuera negada, ahora, en revancha, esta no cesa de interpelar sus obras interminables e intermitentes. Quien haya leído la obra benjaminiana sabrá ya que se trata de una adicción incurable y siempre renovada: el efecto Benjamin

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_543

Walter Benjamin (1892-1940)
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