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viernes, 29 marzo, 2024
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Larga duración: la sexta

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Por: JOSÉ ANTONIO ROJAS NIETO •

Me reclaman la necesidad de comentarios y observaciones sobre lo que –con cierta ironía me dicen– sería la larga duración de México. Tendencias estructurales del pasado, pero, sobre todo, tendencias estructurales del futuro.

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Preocupa la cada vez más próxima sucesión presidencial, más los lineamientos de política de largo aliento que exige una sociedad muy, muy desigual; con enormes rezagos de empleo, salario, salud, educación, energía, infraestructura, movilidad, seguridad y fiscales, entre otros.

Es necesario analizar la concepción de neoliberalismo divulgada, y no porque no sea válido identificar como neoliberales a gobiernos y gobernantes posteriores. Pero es insuficiente, puede conducir a equívocos.

Hay que identificar tendencias estructurales de larga duración. Permítaseme citar al geógrafo inglés David Harvey (Breve Historia del neoliberalismo, Akal, 2007): el neoliberalismo es una teoría de prácticas político-económicas, según la cual la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de capacidades y libertades empresariales del individuo. En un marco institucional con derechos de propiedad privada, fuertes mercados libres y libertad de comercio.

Con los profesores Duncan Foley (The Circuit of Capital, US Manufacturing and Non-Financial Corporate Business Sector 1966-2009, New School for Social Research 2010, y The Political Economy of Post-crisis Global Capitalism, University of Chicago 2010) y José Valenzuela y otros (Crisis neoliberal y alternativas de izquierda en América Latina II, Sipdppdcc, México, 2015) agreguemos algo: el neoliberalismo impulsa prácticas que permiten recuperar el descenso crónico de la rentabilidad general de las economías.

Sí, de la posguerra a inicio de los 80; de nuevo, nos referimos a la economía estadunidense como ejemplo. Pero a la caída han seguido pequeños ciclos que alternan leve recuperación con nuevos descensos, incluso caídas muy severas en 2009 y 2020. ¿Resultante en los últimos 40 años? Prácticamente un estancamiento de esta rentabilidad general de la economía.

Sí, se ha frenado el descenso, a costos sociales y laborales altísimos. Y se ha transferido excedente a esferas que –asegura la teoría crítica– no lo generan; merced al desarrollo y defensa de monopolios: de rentas de información y de mercancías primarias; de tributación y tasa de interés. Consecuencia terrible: radical precariedad del trabajo.

Sí, es preciso enfrentar esa tendencia de los estados en el neoliberalismo por crear y preservar el marco institucional apropiado para el desarrollo de las prácticas neoliberales. Entre otras –y siguiendo a Harvey– garantizar calidad e integridad del dinero; disponer las funciones y estructuras legales, militares, defensivas y policiales para asegurar derechos de propiedad privada; garantizar –incluso por la fuerza– el funcionamiento de los mercados.

¡Controvertida visión! Más aún –sigue Harvey–, crear mercados en áreas en las que no lo hay: tierra, agua, educación, atención sanitaria, seguridad social o contaminación medioambiental.

Sí, Harvey recuerda el debate de inicio de los 80. Thatcher y Reagan contra los economistas, sobre la posibilidad de hacer de Gran Bretaña y de Estados Unidos un bloque con riqueza transferida a los servicios, especialmente financieros, de seguros y fianzas, y de transacciones inmobiliarias.

Lo hemos experimentado. ¿Qué hacer en perspectiva? Reconocer y especificar las formas variables en que los diferentes neoliberalismos locales se insertan en redes y estructuras más amplias del neoliberalismo global. Y desde ahí combatir la desigualdad, la precariedad del trabajo, el deterioro de la vida social con alternativas estructurales de largo aliento. La tarea es tremenda, de veras.

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