Defino a la política como una estrategia grupal o individual, ejercida con la finalidad de obtener el poder, a través del convencimiento de masas sustentado en una trayectoria profesional íntegra, en un ejercicio genuino que abraza las causas más sentidas del pueblo y en una demostrada aptitud de lograr la superación de esos rezagos sociales que históricamente laceran a México. No concibo otra forma de participación en la política, pues soy parte del pueblo y definitivamente considero al igual que muchos, que necesitamos un cambio en los estilos de gobernar y de conducir al país.
Estoy convencido de que nuestra amada nación necesita más que reformas estructurales, el diseño de políticas públicas que impacten positivamente al fondo de nuestros grandes problemas económicos, sociales, culturales y ambientales; necesitamos la convergencia de actores y fracciones políticas sobre las causas que nos beneficien en lo colectivo, porque hasta ahora, el beneficio de los frutos de nuestro territorio, han sido para muy pocos, algunos de ellos, sin el sentido de pertenencia que motiva el ser originario de estas tierras.
Trascender en la política es sumamente difícil, sobre todo por que los mecanismos de acceso, permanencia y ascenso son los mismos que el siglo 18; las cosas desde entonces no han variado mucho. Por lo que es urgente, impulsar una nueva corriente filosófica que construya los ejes centrales de lo que la política debe representar para las presentes y futuras generaciones. La nueva idea de la política debe traer inmersa la generación de una nueva clase política, una que trascienda de la intelectualidad hacia a la toma de decisiones, que esté precedida de la construcción del conocimiento hacia la edificación de un nuevo Estado en el que se recupere la paz social, el orden y la justicia.
Necesitamos que en México dejemos de pelear los unos con los otros y, fijarnos como país, metas más altas en las que la conciliación de intereses, nos haga transitar hacia la consolidación exponencial de nuestra capacidad económica a nivel internacional, en donde la política sirva para lograr una mejor calidad de vida para aquellos que históricamente, han sido excluidos del banquete nacional de la abundancia; esta última, podría alcanzar para todos los mexicanos ya que pese a muchas corruptas administraciones y al dispendio que se hace en favor de los vivaces extranjeros, tenemos todavía muchas riquezas naturales que bien administradas, podrían conducirnos a constituir una economía más sólida, sin necesidad de regalar concesiones y ganancias exorbitantes que hacen a pocos sujetos, ser los más ricos del mundo.
En este contexto, para trascender en la política, se requiere de la renovación medular de las estructuras estatales y, para ello, urge el nacimiento de nuevos líderes, de nuevos estatistas que sean formados en el esfuerzo y no en el amiguismo, la hermosura o la traición. Lo malo es que la formación de esos nuevos tomadores de decisiones, está quedando a cargo de la misma escuela por lo que al imponer su legado, heredan similares vicios, por lo que prevalecen también, las idénticas texturas de ejercer el poder.
En este contexto, idear una nueva sociedad y con mejores expectativas de progreso sostenible, será posible si cambiamos la forma de hacer política, si sometemos jurídicamente a los políticos corruptos, si les demostramos que somos como ciudadanía, algo más que una masa ignorante, si en los hechos somos capaces de debatir las propuestas elaboradas a modo por los despachos consultores, rimbombantes pero inoperables, si en la presentación de candidatos preferimos la inteligencia a la imagen, si nos advertimos como ciudadanos que apoyan candidaturas ciudadanas para procurar el equilibrio en el poder, si definitivamente, dejamos de simular y prestarnos a formar parte de la misma corrupción que prevalece en la vieja forma de hacer política.
De igual forma, también como sociedad debemos madurar y evitar continuar con nuestra mediocridad de cada tres años, debemos insistir en la construcción de una ciudadanía más educada, informada y comprometida con el presente y el futuro de México. Estoy totalmente convencido de que nuestra patria necesita una renovación radical, que atienda al abatimiento de las causas que han hecho de la corrupción, un sistema de vida. El hartazgo ciudadano cada vez, está más cerca del desborde civil generalizado.
La clase política actual, está generando una gran desconfianza entre la población, lo cual es muestra clara de su crisis estructural, circunstancia que tendrá, sin duda, un impacto definitivo en las siguientes elecciones, pese a los múltiples distractores que nos imponen el clero, algunos medios de comunicación y la misma inseguridad. Seguramente en la forma arcaica de hacer política, muchos no podremos trascender, lo cual no significa que no estemos preparados y con las ganas de contribuir a formar ciudadanía y participar desde esta trinchera, en la construcción de una mejor Nación para nuestros hijos. Ojalá. ■
*Representante de Zacatecas ante el Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable
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