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sábado, 27 abril, 2024
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■ Alumnos aún sufren los efectos físicos y sicológicos que causó la pandemia

Vilchis Esquivel: el tejido social de la UNAM hay que restaurarlo

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Por: La Jornada •

Ciudad de México. El tejido social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) necesita ser restaurado mediante una actitud de escucha, inclusión y diálogo con los jóvenes, quienes todavía están padeciendo los efectos físicos y sicológicos que les dejó la pandemia de covid-19, señaló Luz del Carmen Vilchis Esquivel, ex directora de la antigua Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), hoy Facultad de Artes y Diseño.

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Autodefinida como una persona con una formación multidisciplinaria y un pensamiento complejo, Vilchis –una de las cinco mujeres que participan en la contienda por ocupar la Rectoría– propone iniciar la descentralización de la máxima casa de estudios, de tal forma que pueda ampliar un poco más su matrícula y desahogar la demanda que hoy se concentra en la Ciudad de México.

De intereses múltiples y diversos –que van desde el diseño gráfico a la comunicación y la filosofía, pasando por la sicología y las neurociencias–, la docente e investigadora también sugiere buscar un aumento presupuestal especialmente pensado para mejorar la situación salarial de los profesores de asignatura.

–En su plan de trabajo ante la Junta de Gobierno usted enfatiza la necesidad de dialogar sin agraviar y de promover la inclusión, ¿se ha perdido eso en la universidad?

–En ciertos espacios de la universidad se ejerce, pero hay algunos donde se necesita trabajar más con los estudiantes, que son una generación sumamente sensible. Ellos muestran una gran desesperanza y enojo ante el futuro, porque son generaciones que están despertando a la vida, pero sin un futuro, sin horizontes.

Por la pandemia, tenemos muchos casos de afectaciones en su salud física, mental y emocional, y no es que antes no existieran, pero se expandió la ansiedad, la depresión, el sentido de frustración. Dando clases virtuales, les veía las miradas apagadas, los ojos tristes y desilusionados. Si no tienen un contexto al menos amable, no pueden hacer una tesis. Hay que hacer un ejercicio de empatía e inclusión.

–¿El tejido social de la universidad tiene que reconstruirse?

–Sí, absolutamente. Tenemos la estructura del telar y la urdimbre, porque la universidad tiene esa fuerza, esa esencia que no se puede romper, que es su autonomía. Hay que tejer fino, hacer nudos y amarrar para reforzar algo que se ha desdibujado en nuestra comunidad, que es ese sentido de certeza, de formación en valores.

Planes de estudio

–¿Es necesario modernizar o flexibilizar los planes de estudio?

–Sí. Hay algunos rezagados, que se deben flexibilizar, pero de tal manera que se puedan enriquecer y hacer cambios en la forma, sin hacer grandes modificaciones en el fondo, porque hay algunos que no necesitan actualizarse así.

–¿Qué piensa del presupuesto que ha recibido la universidad y la posibilidad de ampliar la matrícula?

–Considero que se ha hecho un buen ejercicio del presupuesto, considerando que hemos recibido lo mismo desde hace unos años, y siempre es loable que con los mismos recursos, la universidad crezca y se fortalezca.

En relación con la matrícula, algunas dependencias la han aumentado en lo posible. Necesitamos un proyecto a mediano y largo plazo para enriquecer a las entidades periféricas y foráneas, darles fuerza, hacer una descentralización y tener espacios viables para abrir matrícula de bachillerato en ciertos puntos nodales de la República donde ya hay licenciaturas. Así se empezarían a desahogar los bachilleratos de la Ciudad de México.

–De ser rectora, ¿cómo resolvería las demandas salariales de los profesores de asignatura?

–Los sueldos de los maestros de asignatura son efectivamente muy bajos. Uno que imparta de cinco a 10 horas a la semana, no come, por eso tienen que dar clase en muchos lugares o aceptar las horas que la entidad le pueda otorgar. Hay algunos que tienen 40 horas a la semana frente a grupo, que es devastador, aunque con un sueldo bastante razonable para sobrevivir.

“Creo que con un panel de expertos y una buena cartografía de toda la universidad, hay que ir con las autoridades federales y decir ‘la UNAM requiere este presupuesto’, y no lo queremos más que para regularizar la situación laboral de todos estos profesores que sostienen una gran parte de los grupos de toda la universidad. Eso sería un asunto de gestión para pedir más recursos.”

–¿Cómo ve el tema de la violencia de género?

–Hay que enfrentar el asunto con programas muy particulares. El tema no es tan sencillo, porque la universidad no puede de repente decir estos profesores se van porque están acusados. Así no funciona el asunto y es muy difícil que alguien llegue a tener pruebas de acoso.

“Es un tema con muchas sutilezas que se deben manejar. Hay que entender que hay casos donde verdaderamente hay acoso, y lo hemos vivido como estudiantes y profesoras, pero no hay condiciones para señalar al responsable. Pero también se presta para que el alumnado diga ‘me puso 5 en la materia y ahora lo voy a acusar de acoso’.

“Puedes destruir una vida por algo que no se hizo, o al mismo tiempo reafirmar una conducta que sí se está llevando a cabo. Yo me reuniría con los profesores (señalados) y convocaría a expertos en sicología, neurociencias y sociología, para armar cursos y campañas con el fin de educar a la comunidad en temas de civilidad y respeto mutuo, y llamarla a que no se ponga en situaciones de riesgo.

Además, se pueden poner en marcha programas de atención a las estudiantes que tengan ideas suicidas, debido a la imposibilidad de denunciar; para acompañar a jóvenes mediante redes de apoyo para que no vean a solas a los profesores que las citan, y para llevar a los alumnos en un transporte especial a sitios públicos seguros, cuando salgan de sus clases ya tarde.

–¿La UNAM ya está lista para una mujer rectora?

–Listo no está nadie. A muchas personas les da coraje, porque es moverles el mundo. Cuando fui directora (de la ENAP, de 2002 a 2006), no hubo día en que no me mandaran correos anónimos con insultos, por el hecho de ser mujer. Fue una violencia más que considerable.

“Siempre abrir brecha tiene sus implicaciones y debo ser consciente de ellas, pero por ser mujer, claro que le daría otra óptica a la UNAM. Tengo una formación humanística profunda; no me ostento como científica, pero sí como una persona con una formación multidisciplinaria y un pensamiento complejo.

Mi formación es como diseñadora gráfica, pero también en comunicación, filosofía, sicología y neurociencias. Yo creo que la universidad ya nos merece a las mujeres y nosotras merecemos demostrarle a la universidad que se puede.

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