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miércoles, 26 junio, 2024
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El arte de tomar café [Parte 1]

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La Gualdra 626 / Café / Río de palabras

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En el principio fue una taza de café, luego vino la discusión del mundo

Si los chinos, mucho antes de nuestra era, ya habían hecho del acto de tomar infusiones una experiencia de meditación contemplativa y luego, en plena modernidad, los ingleses concibieron el acto de tomar té como un ceremonial de refinada etiqueta y buen gusto, diversos pueblos latinoamericanos han hecho del acto de tomar café toda una tradición heredada de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Como en otras rancherías, en casa de mi abuela materna se tomaba café de olla mañana y tarde, ya en la noche se tomaba café con leche y buñuelos y se conversaba. Era una costumbre familiar que se ha perdido. La gente ya no habla sino a través de sus dispositivos electrónicos. En este ensayo me propongo divagar en torno al café, no soy especialista en la materia; en realidad no soy especialista en nada, aunque me considero aprendiz de todo. Imagino que el arte de tomar café es la apertura de muchas conversaciones, soliloquios y circunloquios. Si la ceremonia oriental del té engloba toda una sabiduría ancestral, y el vino prepara las fiestas del aquelarre dionisíaco, el café nos dispone a pensar en voz alta bajo su efecto de ensoñación sosegada y camaradería fraterna. Tomar café es un arte, el arte de tomar café es una celebración de los sentidos. El goce de los sentidos encarna el sentido del goce; lo intelectual fue en principio sensitivo.

Papa Clemente VIII Aldobrandini – Giuseppe Cesari (cropped). 1598.

Hay un sinnúmero de leyendas y mitos en torno al surgimiento del café. Al parecer fue en el centro de África, en Etiopía, donde se descubrió su planta. No hay acuerdo, son diversos y divergentes los relatos en torno al café. Cuenta cierta historia que un pastor observó que sus cabras se ponían más locas al comer ciertos frutos oscuros y amargos: los granos del café. Se creía que era el fruto de las lágrimas de los dioses. Tribus nómadas lo consumían en extraños rituales mezclado y molido con manteca y cereales; hasta la fecha se preserva dicha tradición. Se consideraba un brebaje del diablo. Luego, al tostarse, se descubrió un sabor exquisito. Al ser cultivado por los árabes, fue visto con cierto recelo por los cristianos, hasta que el papa Clemente VIII, debido a su afición, dio su santa bendición. En un apartado sobre “bebidas y excitantes”, en su magna obra Civilización material, economía y capitalismo, consigna el gran historiador Fernand Braudel, quien gustaba tomar una bebida caliente y un panecillo cada mañana, que la historia del café puede inducirnos a error, pues lo anecdótico, pintoresco, inseguro e inesperado llenan los vacíos de la historia. Quizá todo en realidad haya comenzado con una buena taza de café.

 

 

[Continuará]

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra626

 

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