Como es natural en la resaca postelectoral, la incertidumbre prevalece, sobre todo en un Estado en donde las decisiones de facto son el pan de todos los días. Las innumerables promesas que en campaña los candidatos ofrecieran a sus votantes, pueden hacerse humo en un abrir y cerrar de ojos. Como la esposa golpeada, pero con la esperanza de cambio del conyugue alcohólico y violento, los mexicanos esperan de la partidocracia el resarcimiento, de décadas de dilapidación, despojo, atraco, cochupo y violencia; bajo lemas tan infames como el “ahora sí”, son aceptados y hasta aprobados por la población que otorgando poderes plenipotenciarios por medio de un acto tan incierto como el voto, se olvidan de ejercer cualquier reclamo, al menos por el tiempo que dure la gestión de los funcionarios. De esta situación, los mexicanos ya deberían estar cansados. No obstante, hay estrategias que el sistema pone en marcha para que la gente no se canse del todo. Paliativos que merman en el intelecto y la capacidad de asombro, y que por ende disminuyen el instinto de conservación. Hacen de los individuos, seres semejantes al ganado, obedientes, sumisos y lo suficientemente ilusos como para aceptar una realidad superflua, sin soluciones aparentes y que por muy catastrófica no es lo suficiente para que el hartazgo llegue a un punto de verdad crítico.
Así el caso de la contra reforma educativa y su evaluación docente, con distintos elementos, dispuestos a modo, como el “programa de promoción por incentivos en educación básica” que en teoría debería sustituir a “carrera magisterial” y el concurso para acceder a cargos de dirección y supervisión. En lo que se refiere a educación, son los placebos que el gobierno ha impuesto para dar la ilusión de bienestar, a una masa que aunque inconforme, se niega a quitarse la venda de los ojos y observar, que así como fuera “suspendida indefinidamente” la evaluación docente a menos de una semana de efectuarse los comicios y que posteriormente, al día siguiente de que se concluyera el proceso electoral se reactivara, por “órdenes de un juez federal”, cualquier disposición por parte del gobierno, más que estar sustentada en la planeación y en una intención genuina de mejorar la calidad de vida del magisterio, se basan en el capricho, en el amago, la amenaza, el vituperio y el despojo. De esta manera, en el estado de Zacatecas, se ha convencido a aproximadamente cuatro mil profesores, que con la ilusión de acceder a un puesto que les dará mejores condiciones de vida, se han inscrito a los procesos de evaluación, sin la sapiencia de que el número de plazas ofertadas, unas 60, no cubren ni siquiera el 2% de los aspirantes, claro está, suponiendo que salieran idóneos, validando así el despojo y haciendo el juego al gobierno, por medio de su aceptación.
Si los conscientes, los informados se conforman a esperar el fracaso de esas válvulas de escape, se quedarán esperando a que la gente alineada se harte y el despido de miles de maestros será el resultado. El momento de ejercer el voto activo ha llegado, levantar la voz hacia los candidatos que cada uno eligió, hacerles sabedores del reclamo y ejercer las exigencias hacia esos entes que se dicen representar los intereses de las mayorías, más aún, dichas exigencias deben ser enérgicas y sin aceptar las líneas que se les impongan desde las cúpulas políticas y empresariales. Es imperativo que se les haga patente que sus cargos no son para enriquecerse de manera personal, que sus acciones se verán reflejadas en lo inmediato y que por mucho que fomenten el hambre y el desempleo para menguar el espíritu de los mexicanos, tarde o temprano se les revertirá y la manera más efectiva de demostrarlo es por medio de la organización, la toma de conciencia, la cohesión y la protesta.
Hay augurio de tormenta en Zacatecas. Y poco tiene que ver con la lluvia; el clima que hoy se cierne sobre este suelo subyace más en la efervescencia de un gremio, que reavivará los vientos y los tornará a su favor. El magisterio consciente y combativo levantará la voz nuevamente y retumbará como un rayo en los oídos y conciencias de los personajes que pretenden dilapidar uno más de los patrimonios de los mexicanos, la educación. ■
¡Qué no haya tregua!
¡Si no hay justicia para el pueblo, no habrá paz para el gobierno!
¡Unidos y organizados venceremos!
*Profesor de primaria y disidente.