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viernes, 26 abril, 2024
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El festín del pillaje y ascenso de la derecha troglodita

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Por: La Jornada Zacatecas •

Observamos abusos gigantescos como el de Duarte que puso a todo un estado en crisis asfixiante y llueven notas periodísticas en el mismo sentido: otros gobernadores, alcaldes, diputados federales o locales, regidores, senadores, y funcionarios intermedios, cometiendo tropelías con los recursos de todos los ciudadanos. Pero lo que es más alarmantes es la pasividad de la ciudadanía ante tales acontecimientos. En ciertos círculos se escuchan manifestaciones verbales de indignación pero sin visos de acción, y en otros se escuchan opiniones que hacen referencia a un mecanismo objetivo que no se puede detener, como si de un destino se tratara. En estos últimos, es notoria la actitud ausente de esperanza: no hay nada que hacer. Sólo se conserva la expectativa de que de algún modo termine todo resolviéndose de alguna manera. Después del zangoloteo, se acomodan las calabazas, reza el dicho popular.

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Vivimos una época de decadencia que se caracteriza por la confluencia de individualismo posesivo, la desesperanza y la fragmentación social. Como la Roma clásica antes de su caída. Todo mundo se siente aislado frente a la catástrofe. La destrucción de los lazos solidarios que el propio Estado neoliberal contribuyó a generar, como el caso de la eliminación de los esquemas solidarios de la seguridad social o el desmoronamiento del sindicalismo o de la economía comunitaria campesina, que se refleja en la poca densidad de acción colectiva. Los valores del individualismo y el estado de fragmentación, confluyen o desembocan en la atomización. Cada átomo (persona) que se siente aislado, genera impotencia y esta última origina incertidumbre. Y todo junto produce parálisis. Es la decadencia donde anidan las ideologías de las derechas más atrasadas y peligrosas: las que buscan su identidad en fantasmas de la tribu y se movilizan por los diversos miedos a los otros. Crean una atmósfera tensa y agresiva. Por ello, vemos resurgir (ridículos) grupos neonazis, nacionalismos gastados, intolerancia afianzada en valores tradicionales, segregaciones, y cultivo de odio a la diversidad. Y lo observamos desde las iglesias hasta los partidos políticos. Es decir, la acción colectiva que se ve emerger es la que surge para poner barricadas ante los diferentes. Es el escenario para que brote un tipo específico de derecha troglodita. Diferente a las derechas liberales o aristocráticas clásicas.

¿Y las izquierdas? Pues en la dispersión. Los valores de la igualdad, y sus derivados: la solidaridad, las justicias distributivas, la responsabilidad y la preocupación por el futuro están contra las cuerdas. Las izquierdas son hijas del cristianismo originario: la idea de que se puede esperar en confianza un mejor mundo, y esa esperanza es altamente movilizadora y creadora de redes o acción colectiva. No es gratuito que las izquierdas caigan fácilmente en colectivismos y en la utopía. Sin embargo, aun con sus desviaciones, la izquierda es la expresión de los mejores valores del ser humano. Pero ahora vivimos tiempos de decadencia: fragmentación, miedo, hostilidad a la diversidad y desesperanza; y por todo ello: parálisis. Y en la hemiplejia social, la clase política baila y se atraganta en el festín del pillaje.

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