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domingo, 25 mayo, 2025
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Prevenir y evitar el abuso de nuestros hijos

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Tuve la oportunidad de asistir a un taller para evitar la revictimización del niño que ha sido víctima de algún delito; el tema de por sí es difícil; hablamos de un niño o niña que ya ha sido violentado en sus derechos humanos fundamentales.

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Se trata de menores que tuvieron una experiencia nefasta, la cual tal vez, los afecte durante toda su vida y que en el mejor de los casos, se tiene que comunicar a alguna autoridad para buscar el castigo del agresor, este último puede ser un familiar directo, tan directo como el padre o la madre.

Las valiosas estrategias ofertadas por el taller, facilitan a las autoridades la comunicación con la víctima para saber la magnitud de la conducta delictiva; a su modo, los niños y niñas, platican los hechos en los que su inocencia es interrumpida o sesgada. Las narraciones lastiman y uno se proyecta en sus hijos. Me pregunto: ¿cómo los padres no se dieron cuenta a tiempo del abuso? Muchas veces presumimos conocer a nuestros hijos y de pronto, permitimos, ignoramos o solapamos el abuso.

Estoy convencido de que un abuso, tatúa al niño o la niña para toda su vida, las terapias psicológicas si acaso, diluyen un poco la tinta que impregnó el desafortunado dibujo de maldad. Nuestra cultura escasa de prevención, genera precisamente que los abusos crezcan o continúen en detrimento de la integridad de nuestros hijos. Se recomienda hacer caso a nuestras corazonadas; tenemos que estar sobre todo, al pendiente de nuestros hijos, hablar con ellos a diario sobre lo acontecido en la escuela; en las reuniones familiares no debemos perderlos de vista, recordemos que el familiar más afable puede ocultar intenciones malsanas.

Tenga especial cuidado con las alteraciones de conducta y emocionales de su hijo (cambio repentino en el apetito, cambio de humor, cambio en el cuidado personal, aseo etc.), mismas que son el primer indicador de que hay una agresión; una señal importante en todos los casos, de acuerdo con el Manual para acompañar a niños a través de un proceso judicial de la antigua Secretaría de Seguridad Pública, es el testimonio del niño, esto es, si escucha que el niño dice cosas que te hacen pensar que fue victimizado, preste atención y continúe investigando.

En el citado manual, se describen algunas conductas que, por su tipo y particularidad, pueden estar asociadas con la victimización y son: a) Conocimiento sexual inapropiado para su edad (es decir, saben demasiado de sexo); b) Comportamientos excesivamente manipulativos, sexuales o seductores (por ejemplo: tocarse muy a menudo los genitales, en público o en privado); c) Buscar permanentemente la ocasión para tocar los genitales de los adultos, incluso desconocidos; d) Forzar a otros a jugar juegos sexuales; e) Hacer de los genitales las características más prominentes de un dibujo; f) Dibujar el acto sexual o escenas de sexo grupal; g) Simular el coito con ropa o sin ropa reiteradas veces; h) Decir palabras obscenas propias del lenguaje adulto; i) Juegos o comportamientos agresivos persistentes (por ejemplo, jugar a mamá y papá con ira, tristeza o agresión); j) Dificultades para dormir (por ejemplo: terrores nocturnos y pesadillas, temores infundados, hacerse pipí o popó en la cama); y, k) Conductas auto-destructivas, peligrosas, de las que podría salir lastimado; l) Temor inexplicable a personas o lugares específicos, (evita el contacto con alguien en particular, ideando toda clase de excusas). Por su parte, el abusador usa como estrategia para persuadir al niño de guardar el abuso, el secreto.

Estoy convencido de que los niños y las niñas constituyen el pilar fundamental de toda sociedad, son ellos quienes pueden construir un mejor presente y un futuro con más armonía y equidad. Los adultos tenemos la obligación y el compromiso intergeneracional de proteger sus intereses, sus derechos y su integridad. Una sociedad que permite agresiones contra sus niños y niñas se expone a perder generaciones valiosas que pueden contribuir en la edificación de una patria más próspera con mayor equidad y equilibrio social. Sin embargo, existen mentes enfermas, algunas de las cuales, también han sido violentadas y, que reproducen las agresiones que en su tiempo experimentaron; el tema requiere sin duda, mucha mayor amplitud, sin embargo, lo peor que podemos hacer es cerrar los ojos y pensar que el abuso no está pasando en nuestra familia. Es fundamental, estar informados sobre las estrategias de prevención y detección temprana del abuso. ■

*Coordinador de la Comisión de Legislación Ambiental del
Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable

[email protected]

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