«Parecías, sencillo, pero eras complicado,
enfermizo y alegre, vigoroso y cenceño,
en apariencia frívolo, más en cada diseño,
¡qué pensador terrible, furente y delicado!»
Justo Sierra, 1904 (1)
Así se refería Justo Sierra a Julio Ruelas en 1904, año en que decidió viajar a París a continuar con su formación como artista plástico, como un “pensador terrible, furente y delicado”, y lo era. No era ésta la primera vez que salía del país, había regresado en 1895 de Alemania para integrarse años después como colaborador en la Revista Moderna y como profesor en la Academia de San Carlos. Había permanecido 9 años en México, produciendo en su estudio de manera meticulosa, pero con la idea de regresar a Europa.
Antes de partir, en los albores de fin de siglo, pintó a los señores Larque, juntos y separados. Dos de esos retratos, pequeños en formato y grandes en su ejecución, se encuentran en el Museo Francisco Goitia; tomó como modelos a su ayudante en el taller y a la esposa de éste y en esas dos piezas deja constancia de la delicadeza referida por don Justo Sierra, con cuya ayuda -gracias a la pensión que le otorgó- pudo viajar a la Ciudad Luz.
Pocos son los datos con los que contamos para hacer un relato detallado de cómo fue su estancia en la ciudad francesa, pero nos hemos quedado con aquéllos que nos hablan de que, tal y como lo hacía en la Ciudad de México, además de trabajar con tesón, pronto se integró a un ambiente bohemio en el que los excesos fluían de manera natural. Su consumo de tabaco es de lo más conocido, y también se ha sabido de su asiduidad al alcohol -vino y cerveza principalmente-, lo que agravó su estado de salud.
Posiblemente la tuberculosis que padecía fue contraída en México; sus pulmones estaban seriamente afectados, de tal suerte que en Europa sufría con frecuencia de accesos de tos y debilitamiento general. De Francia viajó a Suiza por lo menos en dos ocasiones con la esperanza de que el clima de ese país pudiera serle benéfico y de esas estancias tenemos dos marinas de su autoría; una de ellas se encuentra en Zacatecas en manos de don Juan, el coleccionista que además posee un árbol al óleo y un bodegón, tres piezas sumamente raras del artista zacatecano.
Los primeros días de septiembre de 1907 su estado de salud se agravó, por lo que la noche del 15 no pudo asistir a la reunión convocada en casa parisina de don Jesús Luján, a la que solían acudir, los Valenzuela, los Ruelas, los Nervo, los Contreras”(2) para celebrar el Día de la Independencia. En la madrugada del 16 de septiembre, cuando estaban a medio festejo, les llegó la noticia de que Julio Antonio Luis agonizaba en su habitación del Hotel de Suez.
A la habitación llegó primero Ramón Guerrero(3) seguido del Dr. Elías R. Ibarra, quien encontró “el más desgarrador cuadro al observar a Ruelas moribundo y a Guerrero y numerosas grisetas que rodeaban el lecho aquél, llorando”. (4) Ruelas se incorporó ligeramente al ver a Ibarra y dijo: “Al fin llegó, médico, y vea cómo salgo a su encuentro, como mueren los bohemios: rodeado de grisetas” (5).
Julio Ruelas murió la madrugada del 16 de septiembre de 1907 y fue sepultado en el Cementerio de Montparnasse; los gastos del funeral fueron pagados por don Jesús Luján, así como la hermosa lápida tallada en mármol en donde una mujer pareciera abrazar los restos mortales del artista nacido en Zacatecas en 1870 y a quien recordamos hoy, en su 117 Aniversario Luctuoso.
Que disfrute su lectura.
Jánea Estrada Lazarín
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(1) Palabras de Justo Sierra (1904). Citado en García Vargas, Kharla, Estética de la repulsión en la obra de Julio Ruelas: lo siniestro y lo sublime. Tesis para obtener el título de Maestra en Historia del Arte, UNAM, CDMX, 2008, p. 14.
(2) Así lo consigna L. F. Bustamante en: “La muerte de un célebre artista”, La opinión, agosto 30 de 1931, p. 10, Los Ángeles, E.U., Imagen 260814.
(3) Ramón Guerrero nació el 12 de marzo de 1875 en Chihuahua, México. Fue un actor y escritor, conocido por s u participación en Sevilla de mis amores (1930), Contra la corriente (1936) y Le chanteur de Séville (1931). Murió en 1940 en Los Ángeles, California, y de él es el testimonio que presentamos aquí sobre la muerte de Ruelas.
(4) L. F. Bustamante, Ibidem.
(5) Ídem.