La educación en nuestro país ha sido un ordenador fundamental en la conformación de nuestra sociedad, experimentando una reforma histórica permanente, ésta ha recibido modificaciones de forma y fondo, ha tenido gran cantidad de propuestas como variedad de modificaciones, tanto de naturaleza técnica, jurídica, normativa y reglamentaria, que ha implicado conflictos de interés, tensiones, resistencias, desafíos, así como reacomodos en las diferentes escuelas y entre los diferentes actores participantes, tales como: autoridades educativas, escolares, gremiales, maestros, alumnos y padres de familia.
Entre las más recientes y polémicas en función de su origen, contenidos y procedimientos, se encuentra la Reforma Educativa impulsada en el sexenio de Enrique Peña Nieto (EPN) a través del llamado “Pacto por México” suscrito con los partidos políticos PRI, PAN y PRD para impulsar reformas legislativas tales como la Reforma Educativa, donde de acuerdo al diccionario de la lengua española “reformar” implica hacer modificaciones en una cosa con el fin de mejorarla; sin embargo, aquí sucedió en forma inversa, donde los partidos involucrados y el gobierno en turno no consideraron aspectos básicos que deben estar contenidos en todo intento reformista, entre las que figuran, realizar una consulta directa a la base con los actores directamente implicados, y con ello abrieron paso a una Reforma Educativa sin la participación del magisterio, con la consecuente afectación de los derechos laborales de los trabajadores de la educación, y por otra parte, la Contrarreforma Educativa de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) en el gobierno de la 4T con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
El proyecto de la NEM impulsada por el gobierno de la 4T, intenta desde su origen diferenciarse de la propuesta de la Reforma Educativa del gobierno de EPN, la cual tuvo como rasgo distintivo la creación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), que los maestros terminaron identificando como el instrumento que el Estado usó para reprimirlos, y sobre el cual giraron la mayoría de las acciones, donde la evaluación acabó secuestrando al sistema educativo y por ende, enclaustrando a los docentes a cumplir con una lista de intenciones, mandatos y modas extranjeras, apuntaladas por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y con ello, se terminó imponiendo un modelo educativo de corte neoliberal, ya que fue el organismo al que vinculó el entonces gobierno federal la reforma educativa referida, aunado a la activa participación de la iniciativa privada a través de organizaciones como “Mexicanos Primero” y el “Instituto Mexicano de la Competitividad”, quienes a través de su crítica al sistema, terminaron por influir en el sexenio Peñista de 2012 al 2018, para la creación de una nueva agenda con relación a la docencia y su evaluación, donde en forma punitiva se condicionó la permanencia en el empleo de las maestras y maestros en función de las evaluaciones aplicadas por el INEE, y sumado a los resultados de las evaluaciones de las pruebas estandarizadas como la del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, pos sus siglas en inglés), hecho que implicó cambios en el artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, las reformas al artículo 73 de la Constitución para dar lugar a la Ley General del Servicio Profesional Docente (LGSPD) y crear la Ley que dio autonomía al INEE, situaciones que se volvieron a modificar a partir del pasado año 2018, cuando comenzó la administración del presidente AMLO.
El gobierno de la 4T en su proyecto de la Nueva Escuela Mexicana lo primero que realizó fue quitar el yugo de la obligatoriedad de la evaluación y lo lograron, demoliendo una mal llamada Reforma Educativa, que fue más una Reforma de corte Administrativo, y es nuevamente a través del modelo de la NEM donde se terminó por revalorar al magisterio como agente de cambio y transformación en el ámbito educativo nacional, para lo cual se tuvieron que realizar las modificaciones legislativas y ajustes normativos pertinentes en la materia; no obstante, a pesar de los logros y beneficios obtenidos en esta “Contrarreforma”, existen aún claroscuros, que se deben atender, me queda claro que hace falta mucho más por avanzar; si bien es cierto que el proyecto de la NEM tiene puesta su mirada en atender a los segmentos que han sido desatendidos históricamente a partir de los componentes de equidad, justicia, inclusión, perspectiva de género, humanismo social, excelencia y educación cívica en todos los grados, para contribuir a la formación de ciudadanos críticos, responsables, respetuosos, participativos, comprometidos con su entorno, su comunidad y con el medio ambiente, pero con todo ello, el modelo de la NEM no se ha visto avanzar conforme a lo esperado, aún existen fuertes contrastes entre su contenido y su práctica, ésta ha sido obstaculizada por avatares técnicos y políticos, entre los que destacan posiciones encontradas en el grupo cercano al señor presidente de la república, responsables de la planificación y puesta en marcha de la NEM, la falta de acuerdos entre autoridades e instancias educativas y gremiales del país, limitaciones presupuestarias para sanear los rezagos financieros en las instituciones educativas del país, para con ello, hacer frente a los esquemas de prejubilaciones, pensiones y jubilaciones; y repensar en forma visionaria en el reemplazo de docentes, re-categorizaciones, creación de nuevas plazas tanto a nivel técnico, pedagógico y en áreas de especialización, construcción de nuevos espacios y de infraestructura educativa, equipamiento con nuevas tecnologías de información y comunicación; entre otras, para el desdoblamiento de acciones contempladas en este nuevo modelo educativo representado por la NEM, a esto se suma la falta de claridad en los contenidos programáticos de la propuesta y la falta de acuerdos de las autoridades de la SEP (Secretaría de Educación Pública) con los diferentes actores involucrados, asociado al reciente brote de la pandemia por COVID 19 y el inminente reto social de adaptación ante una nueva realidad.
A manera de conclusión considero que los resultados de la Reforma Educativa del 2013 fueron magros y deplorables, donde no hubo una real mejora de los niveles de enseñanza – aprendizaje esperados, ni tampoco se brindó un trato digno a los trabajadores de la educación. Considero que hoy más que nunca, existen importantes retos, pero también hay condiciones positivas para desdoblar con éxito la llamada “Contrarreforma Educativa” y su modelo de la NEM, en el cual hay confianza y ha generado buenas expectativas tanto en la sociedad mexicana, como en el sector magisterial del país, por su connotación humanista y con altura de miras para lograr una alta calidad pedagógica, donde sobresale el derecho de los maestros para acceder a un sistema permanente de actualización y formación continua, se consagra el fortalecimiento de las escuelas normales y de las instituciones de educación superior, además se crea el Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación, entre otros beneficios, pero insisto en la urgente necesidad de que haya una alineación en los programas de estudio, una afinación de sus distintos contenidos temáticos y la publicación de las reglas de operación en la asignación y promoción de plazas, entre otras tareas importantes, aunado a que en la ruta de un enfoque de transversalidad, haya la unión de esfuerzos, para brindar atención a una sociedad pluricultural como la nuestra y donde ya se ha reconocido la obligatoriedad de garantizar la educación superior, cerrando filas a través del trabajo cooperativo y colaborativo, donde todos contribuyamos a mejorar la calidad de la enseñanza, haciendo cada quien lo propio desde nuestra responsabilidad, para consolidar la formación de seres humanos competentes y socialmente comprometidos, en la solución de los grandes problemas nacionales y de las problemáticas surgidas de un mundo cada vez más globalizado, para el fortalecimiento de las nuevas generaciones en un marco de calidad, progreso y mejora constante, pero sin soslayar los derechos laborales del magisterio. ■
