Una escuela es una institución de educación formal y sistemática que se planea, organiza y se realiza de acuerdo con los valores, principios, propósitos y finalidades de la sociedad a la que sirve. A cada etapa de la sociedad corresponde una educación dada y por ende, si cambia la sociedad, cambia la escuela. La historia de la educación demuestra que en cada cambio de los pueblos sobre la concepción del mundo y de la vida, producto de las revoluciones sociales. Con dichas transformaciones, son ellos – los pueblos –quienes aplanean, organizan y llevan a cabo el tipo de educación, que favorezca el desarrollo y mejore las nuevas formas de vida.
La sociedad mexicana a través de la historia ha sufrido una serie de cambios y en cada uno de ellos, ha implementado un tipo de educación, de ese modo hemos visto marchar a la escuela religiosa, laica, feudal, posrevolucionaria, industrial y tecnológica, cada una con sus respectivos principios, formas y finalidades.
Actualmente se viven una serie de Reformas Estructurales “porque el sistema político, económico y social – que hasta antes de las reformas se tenía – no permite el desarrollo de México”. Cierto es que este país se encuentra en una crisis profunda, pero el problema no está en las letras de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Lo verdaderamente crítico es que la sociedad mexicana está enajenada, porque del hombre ha hecho un medio, no un fin y porque el dinero es la más grande aspiración de algunos: el lucro es su actividad más preciada, el hombre de hoy sufre, ríe, miente, roba, mata, etc. para conseguir dinero. Porque en el mundo actual el dinero resuelve todos los problemas, manchando a la inmensa mayoría de las conciencias. Algunas personas olvidan sus deberes morales, éticos y religiosos para correr en busca del dinero. Y las instituciones que conforman la estructura política, económica y social están integradas por este tipo de sujetos.
¿Y la educación…es de mala calidad?, ¿y la escuela…no ha cumplido su tarea? Estos hombres con la responsabilidad que el Estado le otorga, conceden a la escuela una fuerza capaz de transformar por sí sola los vicios de la sociedad: “la nación será lo que su escuela sea”, “el maestro tiene en sus manos el porvenir de las nuevas generaciones”, “sólo la educación puede salvar a nuestro país”. Estas afirmaciones no son nuevas, ya se decían en los años cuarenta y en los ochenta y con la “modernización”estas ideas tomaron fuerza. Pero el tiempo les dio su verdadero valor; fueron sólo palabras porque expresaron como hoy: ilusiones, sueños, utopías; quienes expresan esto, olvidan que la escuela coadyuva a la transformación de la sociedad, pero en sí mismano la genera. Lo que educa no es la escuela, sino la sociedad entera, es decir, el ambiente. La calle y la televisión, le han ganado la pelea a la escuela, los hechos que lo demuestran están a la vista de todos.
En esta sociedad, la justicia es de quien la paga, la fuerza está sobre el derecho y la Ley es una pantalla donde presidentes y burócratas, ocultan sus abusos.Soñadores idealistas – sin ocuparse de la realidad – creen que la educación sistemática puede resolver los graves problemas que en la sociedad existen: guerra, robo, vicios, prostitución, desnutrición, violencia, desintegración familiar… si el maestro tuviera la fuerza que los idealistas le conceden no habría guerras, injusticias, ladrones, asesinos, drogadictos, televidentes obsesivos o cibernautas empedernidos…
La realidad es que la escuela es tan solo una parte de todo lo que implica ese ambiente de formación y como fenómeno social, en ella recae lo sucio e insano, lo cual actúa como agente desintegrador y corruptor de los propósitos de la educación (transformar al hombre en sentido de progreso de acuerdo a una tabla de valores, acrecentar su cultura y lograr condiciones de vida digna) convirtiendo la obra de los educadores en fracaso. A una sociedad limpia, sana y decorosa corresponde una escuela transmisora de los más elevados valores. Por el contrario a una sociedad corrompida, indigna moral y éticamente le corresponde una educación deficiente y en crisis constante.
Por supuesto que la escuela representa una fuerza positiva, se debe conservar, engrandecerla y darle el valor en la que se busque la constante superación humana, y ello requiere de la participación de todos. Para que haya un cambio en la educación no basta con cambiar el currículo y los procesos de administración del sistema, es necesario que haya un movimiento social que posibilite un cambio en las estructuras mentales y por consecuencia el cambio de las estructuras políticas, económicas y sociales. ■