México, DF. El desalojo de miles de simpatizantes musulmanes del derrocado presidente Mohamed Mursi de dos plazas públicas, el miércoles pasado en El Cairo, había comenzado de forma pacífica, “únicamente con gases lacrimógenos”, pero se opusieron de manera “muy violenta, con armas”, y las autoridades tuvieron que actuar “en defensa propia”.
Así lo expresó en conferencia de prensa el embajador de Egipto en México, Ibrahim Ahdy Khairat, quien lamentó los muertos de ambos lados, de los que hasta el momento se han reportado de manera oficial más de 600 inconformes y unos 43 policías, además de más de 4 mil heridos, en lo que se ha considerado el peor acto de represión en la historia reciente de ese país, cuyo 90 por ciento de la población es musulmana.
Khairat, quien dejará el cargo en dos semanas y se retirará del servicio diplomático egipcio, argumentó que varios grupos entre los simpatizantes de Mursi se habían armado y atacaban y asesinaban personas en edificios públicos, así como a policías, militares y civiles desarmados, además que organizaron policías propias, “Cortes” de justicia y enjuiciaban y ejecutaban a quienes consideraban opositores o disidentes de sus filas.
Los sepultaban en las mismas plazas tomadas y ahora se han encontrado varios cadáveres, aseguró el embajador. Agregó que, frente a lo anterior y la falta de respuesta al diálogo por parte de la Hermandad Musulmana, “Egipto se paralizó” y ya “no era posible que existiera un gobierno dentro de otro gobierno”. Señaló también que los opositores cuentan con un amplio y “extraño” apoyo financiero que el gobierno no ha podido precisar cómo y de dónde es obtenido.
Cabe destacar que el jueves pasado el primer ministro interino, Hazem Beblawi, lamentó el derramamiento de sangre del miércoles en las plazas Rabaa Adawiya y Al Nabda, donde los militantes musulmanes habían establecido desde julio sus campamentos de resistencia, pero no se disculpó por la brutal represión y reiteró que antes del desalojo hubo varias advertencias.
Egipto fue gobernado durante 30 años por Hosni Mubarack, destituido en 2011 luego de protestas ciudadanas masivas, y después, durante un año, por el candidato ganador de la Hermandad Musulmana, Mursi, a su vez derrocado por el ejército el 3 de julio pasado tras nuevas manifestaciones de millones de personas.
