Editorial Gualdreño 644
De acuerdo con la tradición mexicana, cada 2 de noviembre se celebra a nuestros fieles difuntos; ese día, los muertos retornan a la tierra y aquí se les aguardamos poniéndoles un altar.
En México, cuando hacemos una ofrenda como ésta para quienes han partido, solemos poner papel picado, calaveritas de dulce, la foto del fallecido y un espejo para que se reconozca cuando regrese, sal, la figura de un perro, flores de cempasúchil, veladoras, agua, un arco, un crucifijo e imágenes de santos y vírgenes, un mantel, la comida y bebida favoritas de quien esperamos y pan de muerto, entre otras cosas. Lo que nunca debe faltar son algunos de los objetos más preciados del difunto para que, a su regreso, los vuelva a tener y disfrutar, aunque sea por unas cuantas horas.
No en todas las regiones del país se acostumbra a hacer este tipo de festejos, pero en Zacatecas y en otros estados hemos ido adoptando esta tradición. Independientemente de quién sea el personaje a quien se le rinde tributo, hay una pregunta por contestar ¿por qué regresan los muertos cada año? Si bien es cierto que quienes permanecemos vivos los recordamos, el hecho de que ellos vuelvan posiblemente obedezca a que, de alguna manera, nos extrañan también. ¿Sentirán nostalgia los muertos?
Con esta pregunta inició el artista zacatecano Juan Carlos Villegas a trabajar una serie de dibujos para conformar una colección que lleva como título la misma pregunta. A invitación del Instituto Cervantes, la exposición ¿Sienten nostalgia los muertos? (Los que ya no están: el peso del recuerdo) se inauguró el pasado viernes 8 de noviembre, en 58 Montée de Choulans, 69005, en Lyon, Francia, con la coordinación en el extranjero de Jordi Macarro Fernández y el apoyo de Nadia Mansouri, del Departamento de Cultura del Instituto con sede en la ciudad francesa.
La serie está conformada por 14 piezas concebidas tomando como referencia, en un sentido conceptual, el género artístico de la vanitas; Juan Carlos Villegas retomó algunos de los conceptos que, sobre todo en la época barroca, se incluyeron en su composición, con una versión actualizada al siglo XXI de lo que podrían ser este tipo de “naturalezas muertas” en las cuales se procura resaltar el valor simbólico y filosófico de los objetos que los seres fallecidos dejan en la tierra.
Los objetos, en este sentido, dan la pauta para que los espectadores imaginen al ser vivo que los poseía; y funcionan, además, como una especie de provocación para pensar qué tipo de ser era, a qué se dedicaba, qué era lo que más amaba, de qué podría tener nostalgia para regresar, eventualmente, a la tierra; y para tratar de contestar la pregunta medular: ¿Sienten nostalgia los muertos?
Una vez terminados los dibujos, se asignaron a igual número de escritores a quienes se pidió imaginaran el personaje, lo nombraran y realizaran un texto en donde hablaran de él; como resultado, hay 14 textos que son parte también del montaje de la exposición. En este proyecto hay narraciones y poemas de Juan Gerardo Aguilar, Marlene Zertuche, Carlos Belmonte Grey, Marco Antonio Campos, Virgilio Cara, Octavio Gallardo, Eduardo Casar, Guillermo Nemirovsky, Alejandro Pedregosa, Beatriz Pérez Pereda, Pedro Tena Tena, Iván Vergara, Fernando Yacamán y de quien esto escribe; originarios de Argentina, México, España y Chile.
En esta edición presentamos en página 3 uno de los dibujos acompañado del texto “Doña Reme”, cuya autoría es de Alejandro Pedregosa y que es parte del catálogo de la exposición -con versiones en español y francés-; próximamente lo presentaremos en una sesión virtual para que nos puedan acompañar todos los participantes, y ustedes, que desde ahora están cordialmente invitados.
Que disfrute su lectura.
Jánea Estrada Lazarín