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viernes, 29 marzo, 2024
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Austeridad

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

En el diccionario de la Real Academia Española la palabra “austeridad” tiene cuatro acepciones. Se entiende que la primera es la más utilizada, y la ultima la menos conocida. Así, pues, austero es aquel que es severo, ajustado a las normas de la moral. También se dice de quien es sobrio y lleva una vida con buenos hábitos y sin excesos. Las últimasdos acepciones del diccionario aluden a lo agrio, astringente, áspero al gusto, mortificado, penitente. ¿Cuál de estas varias interpretaciones es la utilizada por el presidente de la república cuando habla de “austeridad republicana”? ¿qué le añade o le quita a la idea de austeridad el adjetivo “republicana”? Una república es una organización política cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos, pero también es lo opuesto a la tiranía y el despotismo. Es un gobierno regido por el interés común, la justicia y la igualdad. Entonces, la austeridad, si bien se predica de las acciones de una persona, cuando se atribuye a una colectividad bien puede ser republicana. Consiste de la organización social del comportamiento austero, rígidamente apegado a las normas morales, mortificado, no ostentoso de los servidores públicos. No parece una mala idea ¿cómo oponerse a que los gobiernos sean austeros? Hay, sin embargo, un problema: la austeridad es una elección voluntaria, no impuesta, consiste de una decisión personal. De otro modo carece de valor. No se puede imponer la austeridad y muchos menos por vía burocrática. Por ende, un gobierno austero sólo puede serlo si todos quienes lo integran se deciden por la renuncia a la vanidad y abrazan la mortificación. Una bonita utopía, por supuesto, cuya existencia plena tiene lugar en el discurso, nunca en la realidad. ¿Por qué está entonces ese concepto en la discusión pública nacional? Porque es una emanación del discurso del proyecto del grupo que ocupa la presidencia de la república.Y se debe tomar en cuenta pues se vuelve política pública. Todas las instituciones dependientes de una manera u otra del gobierno federal han de mostrar que son austeras, aunque no lo sean ni lo hayan sido. Si se voltea a la historia de la universidad autónoma de Zacatecas (UAZ) no se encuentra traza alguna de esa idea de austeridad. Ni en las autoridades ni en los docentes existió proyecto alguno de mortificación, apego sin cortapisas a las reglas morales o formales o renuncia a las vanas ilusiones de la abundancia. Por el contrario, si se revisa el contrato colectivo UAZ-SPAUAZ se podrán constatar las muchas esperanzas de los universitarios que fundaron la universidad en los 1970 en el crecimiento económico del país. Solicitaban jubilaciones cuyo financiamiento requería de ingentes apoyos estatales, y estos sólo podían existir si la abundancia prometida en los 1970 se volvía realidad. No hubo tal, el crecimiento económico fue mediocre a partir de 1980, y sigue estancado entre el 2 % anual y la nada. De la misma manera no hubo austeridad en las autoridades universitarias. Por citar la opinión de varios docentes, no hay, no habrá, dinero en el presupuesto para las jubilaciones, las plazas de las directivas sindicales, prestaciones sindicales varias, las plazas de la Unidad Secundaria, el CECIUZ, los activistas políticos de conocidos partidos. Se nota con claridad la ausencia de moderación, templanza, sobriedad, contención. Tampoco hay apego a las normas. ¿Cómo entonces se puede hablar de austeridad en una materia tan torcida, tan vanidosa, tan poco mortificada? Pese a ello, contra la historia y las muy notorias aspiraciones de los universitarios se lanza, de nuevo, un plan de austeridad. Antes se trató de pasar por el Consejo Universitario un plan más ambicioso de “austeridad” donde se cortaban prestaciones y se desvanecían plazas. No pasó, ahora, en la nueva propuesta, que trae fecha de 30 de junio de 2021, se maneja una idea más simple, menos dada a la grandilocuencia. Se acepta como hecho la capacidad de los universitarios, de ciertos grupos de universitarios, de oponerse vivamente a cualquier conculcación explicita de derechos adquiridos. ¿A qué se reduce la austeridad en el plan de la rectoría? A no aumentar el salario a los mandos medios y superiores, dejar de pagar viáticos y estímulos de puntualidad a los trabajadores administrativos, “comprar” prestaciones, sugerir sin decir cómo, que las direcciones de las unidades académicas optimicen su gasto. A no pagar teléfonos celulares a funcionarios y aconsejar abrir ventanas para no gastar tanta energía eléctrica. Según se menciona, sin ofrecer explicaciones, el ahorro por venta de prestaciones asciende a 29 millones de pesos (¿en qué periodo?). La palabra “austeridad” tiene fuerza retórica, conquista corazones en las plazas y lleva votos a las urnas, pero no mejora instituciones. Estas son organizaciones impersonales, no sociedades de afectos y templanzas, por eso no funciona la austeridad, que es cosa de moral personal, sino la idea de “optimización”. Lo que se busca en las organizaciones, en particular si tienen problemas de financiamiento, es optimizar sus recursos mediante planes bien elaborados para ello. Se usa el conocimiento científico, no la charla edificante. Así, una auténtica propuesta para remendar las finanzas de la UAZ, no invoca ilusorias mortificaciones sino funciones de utilidad y programas de oprimización. ■

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