Primeras palabras
Encontrarás un mundo habitado por una humanidad ya fortalecida y muchas veces envilecida. Nuestra constante ahora es la zozobra; la perfección es un ideal más, algo que nos obliga a elevarnos a pesar de tener pies de barro. Las generaciones anteriores dieron sus mejores esfuerzos pero también mancharon el siglo pasado con dos carnicerías brutales y absurdas a las que luego llamaron pomposamente “guerras mundiales”.
Ya platicaremos con más detalle sobre eso, hijo.
Encontrarás un mundo inundado por contrastes y no podrás vivir ajeno a ellos. Te absorberá la trama, te incorporarás a la maraña y verás que no necesariamente es mejor persona quien más poder tiene o más dinero tiene. No necesariamente te ayudará quien pregona que ayuda, no necesariamente calmará tu sed cualquier fuente.
Cuando aprendas a hablar entenderás mejor lo que tu madre y yo nos decimos y te decimos en cada jornada, a veces con más o menos gozo, desilusión o desesperanza. Escucharás lo que digan tu hermano, tus dos abuelas y mi padre… y después lo que digan los demás. Intentarás comprender entonces que hay lucha y desvelos, decisiones que tomar y otras a veces que postergar. Tendrás que advertir que la disciplina puede ser tu mejor aliada y que toda fuerza que necesites brota de tu interior.
Encontrarás un mundo con discursos de esperanza y realidades tremendas, algunas tejidas con traiciones sobre traiciones. Cada uno es protagonista y campeador de su historia, y por ello todo le debe ser justificado. Con frecuencia encontrarás lo más admirable amalgamado con lo más aberrante. Cerca de nosotros, los tuyos, encontrarás un espacio que por quererte a ti intentaremos cercar, pero también por amarte a ti debemos abrirte de cuando en cuando. Así serás un hombre no como yo, sino mucho mejor que yo.
Buscarás entender que todo lo que hacemos lo hacemos por tu bien desde años antes de que tú llegaras a esta atmósfera. Eres un proyecto, esto es: germen de lo que se ha de lanzar, “primer esquema o plan de cualquier trabajo que se hace a veces como prueba antes de darle la forma definitiva”. Eres cierta reproducción de tu padre y tu madre, de sus educaciones y cosmovisiones, de sus tormentos y delirios, pero todo eso enriquecido con lo que has de vivir.
Encontrarás la hiel y la miel, espero que primero pruebes aquélla y luego ésta, y que de ningún modo sea a la inversa. Buscaré educarte para la libertad: al hacerte mío te prepararé para que no seas mío. Derramo sobre ti mucho sudor y aun así te enseñaré a sudar.
No te prometo grandeza, porque a fin de cuentas cada uno construye la propia. Sí te prometo ejemplo: sé que no será fácil y por eso verás a este imperfecto a veces alzarse, a veces lanzarse, a veces caer discretamente o con estrépito. Estas primeras palabras quedarán sólo como un recordatorio, y con justa razón podrás olvidarlas cuando me veas vivir todo lo que ahora enuncio… todo para intentar enriquecer más la vida que se me permitió prodigarte.
