La Gualdra 630 / Literatura / Ramón López Velarde
En las multi citadas dos entrevistas que dio por separado al clérigo y poeta Joaquín Antonio Peñalosa (1) y a la periodista Guadalupe Appendini (2), ambas realizadas a inicios de los años setenta del siglo pasado, María Magdalena Nevarez Cásarez, la mujer que impresionó a López Velarde por sus “ojos inusitados de sulfato de cobre”, entonces una anciana mujer, declaró que los primeros contactos entre ella y el poeta jerezano se dieron en la Plaza de Armas de la capital potosina, en 1911, cuando ella tenía unos 14 años de edad. A partir de este dato, biógrafos y comentaristas de López Velarde dieron por sentado que María debió nacer en Guadalupe y Calvo, Chihuahua, de donde era originaria, entre 1895 y 1897. Para ellos, el hecho importante era que María era más joven que el poeta, nacido en 1888, y es importante porque hasta ese momento, López Velarde parecía atraído por la mujer mayor (Josefa de los Ríos, el amor idealizado de juventud de Ramón, le llevaba ocho años). De cualquier modo, retomaría esa tendencia en su siguiente relación amorosa, ahora con la maestra Margarita Quijano, diez años mayor que él.
Aunque la relación con María no fue aparentemente tan trascendental para el jerezano, sabemos que fue una presencia en su vida, incluso varios años después de esos primeros encuentros. Gabriel Zaid interpretaba, por ejemplo, que el viaje a San Luis que realizó López Velarde en abril de 1921, un par de meses antes de su muerte, a dar el pésame a María Navarez, por el fallecimiento de su padre, fue motivado por la culpa de haberla dejado a vestir santos: “Se sentía responsable de ella, que (según los criterios provincianos de entonces), ya iba para señorita quedada (tendría unos 24-27 años)” (3). Como veremos más adelante, María estaba “quedadísima”, según esos mismos criterios.
Pero, hay otra variable que ofrece María en las entrevistas citadas, la cual por desinterés o poca atención de los estudiosos de esta “relación menor” en la vida del poeta, ha sido pasada por alto. El poeta y escritor jalisciense Ernesto Lumbreras lo detectó y abordó recientemente, en su libro dedicado a López Velarde (4). Lumbreras retoma y examina las dos fechas claves que Nevarez dio en las célebres entrevistas: el año en que conoció a Ramón (alrededor de 1911) y la edad que ella dijo tener en ese momento (14 años). Pero pone atención a otro detalle: la edad que dice tener María al momento de las entrevistas (en la de Appendini, dice que ella “pasa de los ochenta”, y en la de Peñalosa habla de “estos casi ochenta años…”). Si María tenía unos 80 años en el momento de las entrevistas (1969/1970), en 1911 ella no podía tener 14 años, como afirmaba, por confusión o vanidad. Para cuadrar los números, Lumbreras estimó que para 1911, año en que María conoció al poeta, ella tendría en realidad unos 22 o 23 años, con lo que se explicaban sus ochenta estimados. Esto es, debió haber nacido por ahí de 1888-1890; y, por lo tanto, era de la edad de Ramón. Así, Lumbreras encaminó la ruta, pero, como veremos, se quedó corto.
Gracias a las modernas plataformas en Internet, dedicadas a la localización de documentos personales digitalizados, como actas de nacimiento, defunción, matrimonio, censos, salidas del país, etc., hemos podido localizar, fuera de cualquier duda, el acta de nacimiento de María Nevarez (5). En ésta se confirma que nació en Guadalupe y Calvo, Chihuahua, a las tres de la mañana del 25 de mayo de 1884. Cuatro años y tres semanas antes que Ramón. Cuando se conocieron en 1911 en el centro de San Luis Potosí, María tenía 27 años, frente a 23 del poeta (6). Si María Nevarez hubiera conocido al poeta cuando ella tenía 14 años, como afirmó en sus entrevistas, lo hubiera tomado tiernamente de la mano, para llevarlo a tomar una fresca agua de chía o una rica compota, que el niño Ramón, con sus diez años, hubiera agradecido.
El acta manuscrita nos dice también que la niña fue registrada el 4 de junio de 1884, por el juez Manuel Loya, con el nombre de María Magdalena Nevarez Cásarez; el padre, comerciante, de nombre José María, tenía 31 años, mientras que la esposa, Florencia, 25; que la dirección de su casa se ubicaba en la “Calle principal de este lugar, en una casa que sin número, nombre o cuartel determinados, se halla contigua a la del finado ciudadano Ramón Charizal”; los testigos fueron José María Albíztegui, de 42 años y Tiburcio García, de 29. Este último vecino de la localidad.
Además de situar con toda precisión la fecha de nacimiento (y confirmar que Ramón fue constante en su gusto por las mujeres mayores), el acta nos proporcionó la manera correcta de escribir los apellidos de María: Nevarez (finalizando con zeta y sin acento grave) Cásarez. El “Nevares” utilizado en prácticamente todos los estudios y biografías de López Velarde, no es, con base en este documento, correcto.
También localizamos el acta de bautizo. El acto religioso se llevó a cabo en la Parroquia de Guadalupe y Calvo, el 28 de julio de 1884. El cura que ofició fue José Teódulo Gandarilla. La burocracia eclesiástica bautizó a María escribiendo los apellidos como quiso: “Nevares Cásares”. Los padrinos fueron Tiburcio García y Beatriz “Nevares”.
Otro documento interesante es el correspondiente al Censo Nacional de 1930. María hizo escribir su apellido paterno correctamente; se ahorró el materno, y declaró tener ¡40 años! La mujer se quitó “sin sombra de disturbio” seis años. También dijo el lugar de su nacimiento, vivía en la ciudad de San Luis, era soltera y católica. Declaró saber leer y escribir; no hablar otro idioma o dialecto que el español, y dedicarse a los “quehaceres domésticos”.
En el acta de defunción de María se dice que ella murió el 31 de enero de 1977 -56 años después que Ramón-, a los 92 años de edad (a tres meses de cumplir los 93), lo que coincide con la fecha de su nacimiento, y se escriben los apellidos de manera correcta (si bien el Cázares aparece sin la tilde que lo señala como esdrújulo). Murió de un infarto y fue enterrada en el cementerio del Saucito, en la capital potosina.

La casa de María en San Ángel
En 1911, Ramón conocía y gustaba de María, pero no hablaba formalmente con ella en San Luis, pues nadie los había presentado. El poeta se conformaba con verla y seguirla a la distancia en los paseos dominicales en la plaza o entrando y saliendo de la iglesia. Caminaba, discreto, atrás de ella, sin perturbarla, pero haciendo manifiesta su presencia (7). Por eso, en 1912, cuando en el barrio de San Ángel, al sur de la Ciudad de México, Donaciana Nevarez le preguntó a la hija de su hermano, “¿quién es el señor que ronda, un día sí y otro también, enfrente de la casa? ¿Y luego nos espera y camina atrás de nosotras?”, María respondió sin titubeos que se trataba del respetable abogado zacatecano López Velarde. En algún momento, la tía pidió a un familiar que lo invitara a pasar a la casa. Así se presentaron, “oficialmente”, Ramón y María (8).
El poeta viajaba en tren eléctrico desde el centro de la ciudad (él vivía con su hermano Jesús en una pensión en la calle de Dolores) hasta el pueblo de San Ángel, a visitar a la que sería con el tiempo su “novia triste”. Los biógrafos y estudiosos del poeta han documentado estos hechos. Sin embargo, nadie precisa -o por lo menos hasta donde llegan mis conocimientos- el lugar exacto de San Ángel en donde estaba la casa de la tía Donaciana.
La tía de María estaba casada desde 1892 con el político porfirista, senador por Chihuahua, Francisco Albíztegui (9). Don Francisco murió, según acta consultada, el 22 de enero de 1912, a los 71 años, en su casa ubicada en Av. de la Paz núm. 4, San Ángel. Se trata de la casa que vigilaba con celo Ramón y a la que eventualmente le permitieron la entrada.
En la actualidad, la Avenida de la Paz es una calle comercial muy concurrida de una sola cuadra, ligeramente empinada, empedrada y limitada por dos grandes avenidas. La animan restaurantes, bares y tiendas de moda. La casa de los Albíztegui ya no existe (en el amplio espacio que ocupó hay ahora una agencia de autos deportivos). Al lado, en el número 6, una casona de la época (hoy, restaurante Puerto Madero), nos permite imaginar el estilo de casa a la que llegaba María.
Cuando Ramón bajaba del tranvía y recorría a pie la Av. de la Paz, era una calle distinta a la que vemos ahora: con grandes casas de campo, extensos sembradíos y huertas, y silencios casi perpetuos, apenas interrumpidos por el saludo de algún lugareño, los ruidos de los animales o el doblar de las campanas de la cercana iglesia del Carmen.
Donaciana murió en 1923, a los 74 años, en un inmueble todavía existente ubicado en Allende 41, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Con el fallecimiento de su tía, María tenía pocos motivos para visitar la Ciudad de México. Salvo, tal vez, llevar flores a la tumba de Ramón, en el panteón Francés de la Piedad.

Curiosidades de las otras musas
Además de ser, ni más ni menos, Josefa de los Ríos (10), la mujer que inspiró la mayoría de los versos de La sangre devota, quien fue sublimada en Fuensanta por el poeta, no hay mucho que decir; es escaso lo que se sabe de ella. Sabemos, eso sí, las fechas precisas de su nacimiento (Jerez, 1880) y muerte (Ciudad de México, 1917), difundidas por el propio López Velarde, ¿qué más se puede decir de esta jerezana tradicional, poco atractiva, católica, solterona y enfermiza? Murió a los 37 años en la casa de su hermana Soledad y su cuñado Salvador Berumen, hermano de la mamá de Ramón, doña Trinidad, en el corazón de la colonia Roma en la Ciudad de México (11).
La única noticia consignada que hemos conseguido es que Josefa viajó más lejos de lo que nunca pudo nuestro querido poeta. En agosto de 1914, ella y su hermana Soledad viajaron a El Paso, Texas. Ambas tuvieron que registrarse en la oficina migratoria estadounidense. El funcionario que atendió a Josefa la describió en su ficha de la siguiente manera:
Estatura: 1 metro, 62 centímetros (5 feet, 4 inches)
Complexión: Delgada (light Mex.)
Cabello: Oscuro (Dark)
Ojos. Cafés oscuros (Dark Brown)
Señas particulares: Diversos lunares en la cara (various moles on face).
Lugar de Nacimiento: Jerez, Zacatecas, México.
Ocupación: Costurera (seamstress).
Persona que la acompaña: su hermana, Soledad de los Ríos de Berumen.
Persona a la que visitan: Mariano A. Vela. 1307 E. Second St, El Paso Texas.
Sí, Pepa era bajita y con suficientes lunares en el rostro, para que el funcionario estadounidense lo registrara. Se asumía “costurera”, lo cual dicho por ella, que provenía de un pueblo en donde todas las mujeres cosían, habla del dominio que ella alcanzó en esa labor (12). La ficha migratoria no especifica, desafortunadamente, el motivo del viaje ¿quién era Mariano A. Vela? ¿A qué fueron hasta la frontera, viaje largo y pesado por tren, las hermanas De los Ríos? La mala salud de Josefa en 1914 debió de ser ya manifiesta. ¿Alguna consulta médica? ¿Un encargo familiar?
Soledad de los Ríos falleció “de fiebre”, a los 56 años, en Jerez, un 2 de junio de 1925. Su esposo, Salvador, había muerto dos años antes, también en Jerez. En el acta de defunción de Soledad, se dice que murió en su casa, ubicada en la calle de Guanajuato número 11. Muy cerca del parque Rafael Páez y a unas cuatro cuadras de la casa de los López Velarde, al otro lado del parque. Ese inmueble aún existe (13). ¿Será la casa en la que vivió también Josefa con su familia? ¿La casa en donde el adolescente Ramón llegaba de vacaciones y se enamoró de Fuensanta?
Margarita Quijano Sánchez
La “Dama de la capital”, Margarita Quijano Sánchez, nació un 11 de marzo de 1878, 10 años antes que López Velarde, en La Paz, hoy Baja California Sur. Murió 97 años después, en la Ciudad de México. Lo que se sabe de ella, así como de su relación con López Velarde, se lo debemos principalmente a Salvador Novo, Julio Torri, Guillermo Sheridan, José Emilio Pacheco, Ernesto Lumbreras y, recientemente, a Fernando Fernández (14).
Nada importante que agregar, salvo una circunstancia curiosa, no desconocida, pero que nadie comenta. A principios de mayo de este año, acudí al Panteón Francés de la Piedad, en busca de la primera tumba de Ramón López Velarde, para ver su condición actual. Ahí estuvieron 42 años sus restos, hasta que fueron trasladados en 1963 a la Rotonda de los Hombres (hoy, Personajes) Ilustres. Las coordinadas de la tumba son públicas (15), por lo que se ubica con facilidad. En esa tumba se encuentran actualmente dos hermanos del poeta: el entrañable Jesús y María Guadalupe. Para mi sorpresa, enfrente, a unos escasos cinco metros, se encuentra una tumba grande, perteneciente a la familia Quijano, en la cual está enterrada, junto a sus padres y algunos de sus hermanos y sobrinos, la mismísima Margarita Quijano Sánchez, la musa de Zozobra. La cercanía entre las tumbas de los Quijano y los López Velarde es alucinante. ¿Cómo se dio este hecho?
La familia López Velarde atravesaba una situación económica precaria, al momento de la muerte de Ramón. Sabemos que el fastuoso velorio en el Paraninfo de la Universidad, así como arreglos florales y los traslados fueron cubiertos por el gobierno obregonista. Pero, ¿quién pagó la tumba? Una posibilidad es que la acomodada familia Quijano haya prestado o donado el terreno, a un lado del suyo. Acaso Margarita interpretó, en un arrebato místico, que era voluntad divina que ella y Ramón reposaran juntos hasta la eternidad (16). Pero su longevidad lo impidió: cuando enterraron a Margarita al lado de la tumba de Ramón, en 1975, éste ya tenía 12 años de haberse mudado.
Los padres de Margarita murieron pocos años después que López Velarde. El padre, de nombre Fiacro, en 1923, a los 75 años. La madre, Clotilde, en 1926, a los 71 años. Según algunas interpretaciones, el rechazo de éstos -y del resto de la familia- a la relación de Margarita y Ramón pesó mucho en el ánimo de ella, para dar por terminado el noviazgo (17). ¿Qué hubiera pasado si la penicilina hubiera sido descubierta en 1921 -y no siete años después- y Ramón hubiera sobrevivido a los papás de Margarita? ¿Se habrían reencontrado?
Los estudiosos de la vida de Ramón López Velarde han señalado como el último amor en la vida del poeta, a la capitalina Fe Hermosillo. Ramón y ella se conocieron en septiembre de 1918, en el hospital del doctor Luis Rivero Borrell, ubicado en Santa María la Ribera número 56, en donde se atendía de gravedad el pintor Saturnino Herrán, amigo íntimo del poeta. Rivero Borrell estaba casado con María, la hermana de Fe. Tras la muerte de Saturnino en ese hospital, el día 8 de octubre de ese año, Fe y Ramón siguieron su amistad, la cual, con el paso del tiempo, se convirtió en noviazgo, al decir de unos, o intento fallido de noviazgo, al decir de otros.
María de los Dolores Fe Hermosillo Larrea nació en la Ciudad de México, el 5 de septiembre de 1894, en la casa de sus padres, ubicada en la calle de Zaragoza 44. Cuando se conocieron ella y Ramón, tenían 24 y 30 años, respectivamente.
Finalmente, un amor más joven, lo que sea que ello significara en la psiquis de Ramón. Se sabe poco de la vida de la joven Hermosillo, salvo que era una pianista sobresaliente y que pasó temporadas en Europa. Según le comentó la hermana de Fe a la periodista Appendini, la relación amorosa iba viento en popa, con petición de mano incluida, cuando un ineludible viaje familiar a Europa, los obligó a separarse temporalmente. Ambos amantes se comprometieron a mantener viva la relación, por medio de la correspondencia. Fe salió del país probablemente a principios o mediados de 1919 (18). No volvería a ver a Ramón. Nada se sabe del supuesto intercambio epistolar, si es que lo hubo.
Un amigo íntimo de Fe, el músico Raúl Barragán Sierra, ofreció a la misma periodista una versión distinta, menos romántica y más cruda: ella estaba enamorada de otra persona y por eso rechazó a Ramón. A saber.
Fe Hermosillo falleció en la ciudad de México, el 24 de octubre de 1969, en su domicilio, en la calle de Vicente Suárez 38-4, en la antigua colonia Condesa. Tenía 75 años.

Comentario final
Josefa de los Ríos, María Nevarez, Margarita Quijano y Fe Hermosillo fallecieron solteras y sin hijos. Salvo la primera, todas tuvieron vidas longevas y sobrevivieron a Ramón por muchos años. Fueron cada una en su momento, mujeres que incidieron en el sentir y ánimo (corazón y el alma) de López Velarde, lo que se vio reflejado en poemas y prosas memorables. A eso deben ellas su insólita posteridad. Conocer y subrayar algunos detalles de sus vidas, por nimios que sean, podrían contribuir a comprender un poco más su trascendencia en la vida del vate jerezano.
1.-“La novia potosina de López Velarde”, en El Sol de San Luis, 26 de enero de 1971. Reproducida por Gabriel Zaid, en Tres poetas católicos, Penguin Random House, México, 2021 (primera edición, 1997).
2.-Guadalupe Appendini, Ramón López Velarde: Sus rostros desconocidos, Fondo de Cultura Económica, México, 1971.
3.-Gabriel Zaid, op.cit., pág. 159. Zaid creía que Ramón le llevaba a María de seis a ocho años de edad. De ahí -decía-, los remordimientos del poeta.
4.- Un acueducto infinitesimal. Ramón López Velarde en la Ciudad de México, 1912-1921. Calygramma, Querétaro, 2019. Lumbreras recibió por este estupendo libro el Premio Iberoamericano Ramón López Velarde en 2021, año del centenario de la muerte del poeta zacatecano.
5.- En nuestro caso, utilizamos la plataforma Ancestry.com. Todos los datos y fechas que exponemos en este artículo, provienen de esta fuente.
6.- En consecuencia, Nevarez tenía unos 86 años al momento de las entrevistas con Appendini y Peñalosa.
7.- La misma táctica persecutoria que utilizó unos años después con Margarita Quijano, en la Ciudad de México.
8.- La versión difundida por Luis Noyola Vázquez (Fuentes de Fuensanta, tensión y oscilación de López Velarde, Fondo de Cultura Económica, México, 1988 -primera edición,1947), y otros (véase, por ejemplo, Marco Antonio Campos, en Diccionario lopezvelardeano, UNAM, México, 2020) que “el pasante de leyes”, Manuel Gómez Morín, introdujo a Ramón a la casa de los Albíztegui es, en mi opinión, poco probable. Gómez Morín era en ese momento (1912) un adolescente de 15 años que no podía ser pasante de nada, así como tampoco “presentador” de personas adultas. En todo caso, su papel pudo ser secundario y testimonial. Me inclino más por la versión que plantea Guillermo Sheridan, en torno a la iniciativa de Donaciana de hacer pasar a Ramón a la casa. Véase Un corazón adicto, la vida de Ramón López Velarde y otros ensayos afines, en TusQuets Editores, México, 2013 (primera edición en Tiempo de Memoria, 2002), pág. 90.
9.- El apellido Albíztegui también se ha escrito “Albistegui” y aun con otras variantes. Nos decantamos por la primera opción, pues en su acta de matrimonio, don Francisco, de puño y letra, así lo escribió.
10.- El segundo apellido de Josefa era también De los Ríos, merced a que sus padres, Eufemio y Clara, de 51 y 40 años, respectivamente, eran primos hermanos.
11.- El matrimonio Berumen-De los Ríos vivía en una casa en la esquina de las calles de Córdoba y Tabasco en la colonia Roma. A la vuelta de la casa de los López Velarde, en Av. Jalisco (hoy, Álvaro Obregón). Al frente de la casa a la que llegó Josefa, estaba la Botica Berumen, negocio familiar que probablemente ayudó a atender. Ramón y Josefa compartieron manzana uno o dos años, hasta la muerte de la jerezana en 1917. Y hay otro detalle increíble: a contra esquina de la vivienda y el negocio de los Berumen-De los Ríos estaba la casa de la familia Quijano Sánchez, en donde vivía Margarita. En el colmo de la coincidencia, las dos musas más importantes de la poesía lopezvelardeana, compartieron tiempo, espacio, sonidos y aromas cotidianos. Desafortunadamente, ninguno de los dos inmuebles existe en la actualidad.
12.- En el hermoso poema “Las Jerezanas”, del libro Zozobra, López Velarde hace alusión en una estrofa a esta característica de sus paisanas: “Jerezanas,/abísmase mi ser/en las aguas de la misericordia/al evocar la máquina de coser/que al impulso de vuestra zapatilla,/sobre mi vocación y vuestros linos/ enhebraba una bastilla./Dios quiera que esté salvada/la máquina de acústicos galopes,/por la cual fue mi ayer melódica jornada/y un sobresalto mi vida/ante los pulcros dedos hacendosos/resbalando a la aguja empedernida”. Ramón López Velarde. Verso y prosa, edición de Alfonso García Morales, UNAM, México, 2016, pp. 317.
13.- Es ahora un Centro de Atención Telmex.
14.- De este último autor, véase, La majestad de lo mínimo, ensayos sobre Ramón López Velarde, Bonilla Artigas Editores, México, 2021.
15.- Avenida 24, número 124.
16.- Margarita era una católica ferviente. Decía Julio Torri que la maestra se sentía “Santa Teresa”. Véase el pasaje correspondiente en Fernando Fernández, op.cit., p. 104.
17.- Escribió el investigador Baltasar Dromundo: “…la musa se llamaba Margarita. Investigaciones posteriores a nuestra conjetura nos dieron nombre y apellido de esa mujer a quien los familiares, aristócratas y ambiciosos en orden formalista, hicieron romper sus relaciones con el poeta. Ella y sus familiares viven. Por respeto a la memoria del jerezano omitimos detalles que abandonamos a otros investigadores. Respecto a aquellos personajes, la vida y la muerte pondrían a cada quien en su sitio”. Vida y pasión de Ramón López Velarde, Editorial Guarania, México, 1954, p. 88. También citado por Marco Antonio Campos, op.cit.
18.- No pudimos verificar la fecha exacta de la salida de Fe a Europa. Pero sí que el doctor Luis Rivero Borrell, esposo de su hermana, fue llamado a una encomienda en París en los primeros meses de ese año, por el entonces ministro en la embajada mexicana en Francia, y buen amigo suyo, Alberto J. Pani.
https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_630