El 15 de mayo no es un día cualquiera, bueno, al menos en México no, puesto que ese día se celebra, reconoce o conmemora a aquellos profesionistas encargados de formar, enseñar o acompañar en su aprendizaje a los niños y jóvenes que serán el futuro de nuestra sociedad, algunos les llaman docentes, otros profesores o simplemente maestros.
Formar a las futuras generaciones es una tarea fundamental, esencial y sumamente relevante, no apta para cualquiera y con un grado de sacrificio y complejidad digno de admirarse, pero pareciera ser que en nuestro país, sobre todo en los últimos 20 años, se ha orquestado una perversa estrategia desde el poder político y económico para desprestigiar la labor cotidiana que los profesionales de la educación llevan a cabo, sobre todo la de aquellos que además de enseñar el alfabeto y los números, toman en sus manos la educación como un verdadero acto político, que defienden su herramienta de trabajo (la educación pública y gratuita), así como sus derechos laborales.
Esos “pinches delincuentes” como diría el potentado empresario Claudio X González, refiriéndose a los maestros que se oponían a la reforma educativa impuesta a sangre y fuego por Enrique Peña Nieto, han representado una piedrita en el zapato para aquellos gobiernos, sobre todo los de corte neoliberal, que mediante sutiles pero malintencionadas estrategias han pretendido poner la educación al servicio de intereses particulares y empresariales. Han sido esos maestros a quienes, desde la televisión nacional durante el “peñanietato” se les llamaba flojos, alborotadores, burros y hasta criminales los que han frenado esas intentonas de ir entregando de a poquito la educación a los dueños del capital financiero para que deje de ser un derecho y la conviertan en un servicio al alcance únicamente de quienes puedan pagarla. Contra esos profes incomodos al poder es que se ha dirigido siempre la estrategia de desgaste, desprestigio y hasta linchamiento mediático.
Este 15 de mayo del 2025 el festejo será en las calles y plazas públicas. Fieles a su estilo y a sus principios, los maestros democráticos de México, la mayoría de ellos aglutinados políticamente en la CNTE, celebrarán su día luchando, dando inicio a un paro indefinido de labores que tiene por objeto, derogar la ley del ISSSTE impuesta también a base de engaños y represión en el 2007 por el entonces presidente (espurio) Felipe Calderón. Tocará a la presidenta Claudia Sheinbaum decidir si les da la razón a los maestros movilizados o a quienes diseñaron e impusieron por la fuerza dicha reforma en el lejano 2007. Si bien es cierto que no se trata de una ley que haya promovido o aprobado el actual gobierno, también es cierto que fue una promesa de campaña repetida en plazas, mítines y medios de comunicación. Por eso, lo único que piden los profesores es que la titular del ejecutivo federal honre su palabra y que, así como se ha decretado el fin del neoliberalismo en México, deje de privilegiar el interés de los dueños de las AFORES (banqueros) y se ponga del lado de los trabajadores. Y aunque dicha reforma lesiona a todos los que trabajan al servicio del estado, los docentes han decidido encabezar esa tarea histórica. No podría ser de otra manera, el magisterio mexicano siempre se ha caracterizado por ser la vanguardia que guía los procesos de cambio. Ejemplos hay por montones.
Las situaciones cotidianas con las que conviven los docentes y las condiciones sociales que imperan entre buena parte de los alumnos y sus familias, como la pobreza, la migración forzada, la marginación y los deficientes servicios públicos, hace que los maestros adopten la idea de que la realidad debe y merece ser diferente para los que menos tienen. La conciencia que adquieren algunos maestros al conocer desde las entrañas la cruda realidad de los más desfavorecidos no se forma ni leyendo todos los libros de Marxismo, convivir de manera íntima con la pobreza y la marginación, invariablemente lleva a tomar partido por los más débiles. Por eso, hay innumerables ejemplos de maestros convertidos en luchadores sociales que han empeñado lo más valioso que tienen (su tiempo y su vida) para tratar de cambiar dicha realidad.
Hay otros maestros que son más dóciles, obedientes, manipulables, sumisos e indiferentes, esos son los que les gustan a los gobiernos y a los líderes sindicales charros y corruptos, aquellos que creen fervientemente en la frase de que “calladitos se ven más bonitos”. Sin embargo, también están los que hacen suya y llevan a la práctica la frase de que “el maestro, luchando, también está enseñando”, aquellos que no se quedan callados ante la injusticia, que levantan la voz, que defienden su materia de trabajo y que se rebelan con furia cuando se les quiere despojar de sus derechos, para ellos va mi mas SINCERA, COMPLETA y VERDADERA FELICITACIÓN.