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martes, 23 abril, 2024
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Activista feminista impartió la Cátedra Pública “Cultura de la violación”

■ Señala que la cultura de la violación es una estructura que justifica, alimenta, acepta y normaliza la existencia de la violencia sexual

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Por: KAREN GARCÍA •

La cultura de la violación es un concepto feminista que describe la violación como un problema social y cultural que es aceptado y normalizando debido a actitudes sociales sobre el género, el sexo y la sexualidad, explicó la activista y feminista Emilia Pesci en la Cátedra Pública “Cultura de la violación” a través de Universidad a las Calles. 

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“La cultura de la violación es una estructura que justifica, alimenta, acepta y normaliza la existencia de la violencia sexual”, expuso en la conferencia impartida mediante redes sociales, porque ésta se representa a través del llamado triángulo de la violencia, donde la dinámica de la generación de violencia en conflictos sociales conlleva a la violencia directa, violencia estructural y violencia cultural.

“Se sostiene porque el patriarcado considera que los cuerpos de las mujeres pertenecen a los hombres a partir de lo que Carol Peteman llamó “contrato sexual”: los cuerpos de las mujeres existen para el beneficio de los hombres, en el matrimonio, la prostitución y la guerra”.

Asimismo, dio a conocer que los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) del 2021 reportan una proporción minúscula de la incidencia delictiva real, ya que para los delitos de hostigamiento/acoso sexual y abuso sexual, la cifra negra alcanza el 99.9 por ciento, es decir, 0.6 puntos porcentuales más que lo reportado el año anterior para el mismo periodo.

Formas de manifestar la cultura de la violencia 

La feminista explicó que entre las distintas y muy variadas maneras de manifestar la cultura de la violencia, esta comúnmente se da cuando se culpa a las víctimas de violencia sexual; se acepta el acoso sexual callejero como un halago; se trivializan las agresiones sexuales; se asume que los hombres no pueden ser violados; se considera que el hombre es naturalmente agresivo; se degrada y cosifica a la mujer y se arraiga en el poder patriarcal, porque puede expresarse a través de la música, chistes, películas, en la publicidad, lenguaje lo que provoca que se normalizan en la sociedad. 

“Es momento de que llevemos este tema a la mesa familiar. Es preocuparnos por nuestras infancias niñas y mujeres pues la familia no es lo único que construye, también los medios de comunicación, la escuela, el entorno”.   

Cómo contribuir a la lucha contra la cultura de la violación 

Crear una cultura del consentimiento convencido. El consentimiento dado libremente es imprescindible, en todo momento. En lugar de oír un “no”, asegúrate de oír un “sí” activo, que haya sido expresado por todas las personas involucradas. Integra el consentimiento convencido en la vida y habla de él.

Además, la feminista aseguró que denunciar las causas profundas es una causa que contribuye, ya que “permitimos que continúe la cultura de la violación cuando aceptamos una masculinidad en la que la violencia y la dominación están asociadas a conceptos como “fuerte” y “masculino”, y cuando a las mujeres y las niñas se las valora menos”.

Cuando se habla de casos de violencia sexual, la sobriedad, la vestimenta y la sexualidad de la víctima son irrelevantes. En lugar de ello hay que cuestionar la idea de que los hombres y los niños deben obtener el poder mediante la violencia y cuestionar la noción del sexo como un derecho.

Sobre todo, dejar de culpar a las víctimas. Debido a que el lenguaje está profundamente arraigado en la cultura, se puede llegar a olvidar que las palabras y frases que utilizamos cada día dan forma a la realidad. Las creencias que fomentan la violación están grabadas en el idioma: “Iba vestida como una puta. Lo estaba pidiendo”.

En la cultura popular y en los medios de comunicación se ha normalizado el hecho de cosificar e insultar a las mujeres.

“Puedes optar por dejar de lado el lenguaje y las letras que culpan a las víctimas, cosifican a las mujeres y excusan el acoso sexual. Cómo viste una mujer, qué y cuánto ha bebido y dónde se encontraba en un momento determinado no son invitaciones para violarla”.

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