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domingo, 12 enero, 2025
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Triste y necesario ocaso del PRIAN. No es alternativa, ni pesa como oposición

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Mi artículo de la semana pasada fue intitulado con una pregunta: “¿La derecha mexicana necesita un López Obrador o un Milei?” En opinión de dos de mis lectores no quedó clara la respuesta. Tomando en cuenta la seriedad de ellos vale la pena profundizar sobre tópicos que tienen que ver con el tema.

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Para algunos, lo único que está cambiando en México es la forma de ejercer el poder político y la administración pública. Es una apreciación que subyace más en quienes ejercen en esas esferas sociales, entre ellos está la clase política opositora, la militancia del acertadamente llamado PRIAN, los grupos y membretes de “gestión” y corporativos del viejo régimen, exfuncionarios públicos e incluso los que siguen en funciones, como los oligarcas del Poder Judicial.

Para otros, lo que está en juego es la falsa destrucción de la economía. Sus voceros son oligarcas acostumbrados a recibir inyecciones de recursos públicos en sus negocios privados, subsidios, beneficios de remates de empresas paraestatales, estímulos fiscales o que se les exente el pago de impuestos. 

Estos personajes promueven marchas, protestas, campañas anti4T, gestionan amparos contra obras estratégicas para el desarrollo como el aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y otras. Ellos siempre sostuvieron que el salario debería mantenerse bajo para evitar el disparo de los procesos inflacionarios. También hablaban de que era importante que lloviera fuerte  ($$$) en los de arriba para que goteara con los de abajo. Los mismos que presionan a sus explotados trabajadores para que, aunque enemigos de clase, marchen tomados del brazo y engrosen las escasas movilizaciones de lo que han llamado “la marea rosa”.

Una tercera tendencia opositora puede identificarse como colonialista. Son quienes más defienden el Patrón de Crecimiento Económico Neoliberal. Ya antes del neoliberalismo, y después de este, seguirán interesados en la apropiación de la riqueza nacional como forma de acumulación y concentración de la riqueza. Los principales interesados son los capitales transnacionales (aunque hay adeptos nacionales que se adhieren a esa tendencia económica, ideológica y política. Incluso, hasta realizan gestiones intervencionistas con pretextos de cualquier índole) dedicados al saqueo de las riquezas naturales de la nación (minería, inversionistas de la industria petrolera, de la energía eléctrica), los organismos financieros y los dedicados a la industria maquiladora. Sus principales exponentes en México son de Estados Unidos, Canadá y España. Se entenderá el por qué sus gobiernos establecen férreas posturas de presión política, económica, legal y mediática contra nuestro país.

El cuarto segmento es caja de resonancia de los anteriores, aunque defiende sus propios privilegios. Estamos hablando de los aparatos ideológicos que procuran contribuir en la generación del consenso social. Aunque ahí podemos ubicar a los monopolios de la comunicación es importante señalar que los gobiernos anteriores les permitieron traficar su influencia para participar como constructores, industriales de la transformación, la industria extractiva, comerciantes, prestadores y abastecedores de bienes y servicios a los tres poderes y niveles de gobierno.

Estos cuatro segmentos son la base de la derecha mexicana. Aunque constituyen una misma tendencia, puede notarse que cada segmento tiene intereses propios. El punto de confluencia es el interés común de exprimir a la nación. Eso los hace cómplices complementarios. Pero, en el momento en que el interés de unos no coincide con el de los demás se convierte en motivo de confrontación interna. Es lo que estamos viendo en los enfrentamientos ya evidentes entre el PRI y el PAN y de estos con el empresariado neocolonialista que representa Claudio X González. Estos últimos ya piensan en construir su propio partido político porque, obviamente, el PRIAN no logra representarlos con eficiencia.

Quizá sería adecuado hablar de un quinto segmente: el de los enajenados. Este integra desde intelectuales que no intelectualizan (no estudian, reflexionan, ni producen nada nuevo que explique nuestra realidad social), hasta aquellos económicamente desposeídos que, con sus apreciaciones y defensa ideológica y política, toman del brazo a sus propios verdugos.

Puede entenderse que los primeros 4 segmentos de la derecha tienen razones materiales para coincidir en un determinado proyecto de sociedad. A ese proyecto le es propio una concepción ideológica y política, un determinado prototipo de dirigencia, un proyecto nacional. Las características de esa realidad, su necesidad transformadora a la derecha (como a la izquierda) y  su praxis histórica forja las características del ente político y la cabeza directiva de un movimiento.

En México no se vive la necesidad de una alternativa de derecha. Al contrario, es justo el momento de su ocaso y la construcción de una transformación profunda que, por los intereses que representa, fue incapaz de promover. La derecha está en sobrevivencia. Sus dos partidos históricamente más  fuertes pueden desaparecer porque no representan alternativa. Son el ocaso. 

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