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viernes, 19 abril, 2024
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La repugnante estrategia política del sufrimiento humano

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

No es humanitaria ni políticamente ética, pero sí práctica tradicional, la pretensión de nuestra derecha de que, para retornar al poder, al pueblo de México y, con ello, a nuestro actual presidente le vaya mal. Esa nefasta y detestable política es acostumbrada estrategia de la derecha internacional y de gobiernos intervencionistas, quienes promueven el sufrimiento humano como manera de “convencimiento” social.

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Sucedió en Chile, inmediatamente que Salvador Allende fuera electo democráticamente y previo a la intervención militar que impuso al dictador Augusto Pinochet. Se ha hecho contra Cuba, contra Venezuela que defiende su petróleo, lo han hecho con muchas naciones y lo intentan con México.

Conviene advertir que, en este sentido, hay una cruzada nacional e internacional enfocada al boicot de todo tipo de acciones emblemáticas de gobierno que se hacen acompañar de intensas campañas de desprestigio que esencialmente aplican por conducto de partidos políticos, medios de comunicación y de sus estructuras internas y de influencia (los llamados aparatos ideológicos) a quienes sobajan a distribuir mensajes de distorsión, descontextos, francas mentiras que lastiman, calumnian, difaman, atentan contra el honor, promueven el divisionismo y el odio al contrario, el clasismo, la discriminación y, sobre todo, promueven una falsa conciencia de lo real.

Por increíble que parezca, y lo vengo señalando (como hecho social, pero nada personal), no han escapado a sus publicitarios encantos personajes que podrían encuadrarse en el segmento de la intelectualidad, a quienes se les observa fervientemente convencidos de “argumentos” que, además, no son representativos del contexto, del papel económico-social o hasta político, que ellos mismos juegan en la sociedad. Puede notarse claramente una separación de su conciencia respecto a su ser social. Es como ser esclavo y comportarse como esclavista.

En definitiva, la derecha mexicana, en la actual fase del neoliberalismo, no sólo carece de vocación nacionalista sino que, como sucede en muchas partes del mundo, no deja de estar dentro del esquema neocolonialista, sin programa propio, como simple EXTENSIÓN económica, ideológica y política DE LAS NECESIDADES DE DOMINACIÓN de las naciones desarrolladas, quienes procuran el trasplante directo de su orden económico y social promotor del subdesarrollo y subordinación. Justo porque en ello descansa el progreso de las economías hegemónicas.

De eso, podemos entender, se derivan dos variantes del intelectual orgánico: Por un lado, el que emerge desde el país desarrollado y dominador (imperialista), creativo y fecundo de las teorías en que se sostiene su modelo de sociedad y; por otro, el que se levanta imbuido de teorías importadas, que no ocupa crearlas ni pensarlas, solo adaptarlas para defender y justificar el sendero del subdesarrollo y la dependencia. Además, acostumbrados a confundir crecimiento con desarrollo, base y fundamento esencial para entender el subdesarrollo y trabajar en su superación.

Así surge, como normal, la contradicción opositora de defender a las empresas transnacionales antes que el interés nacional y, en su afán propagandístico de que fracase nuestro presidente, el darle contra a propuestas que beneficiarían a sus patrocinadores (los capitales imperialistas), solo porque fue propuesto por el presidente y no por la derecha. Léase el tristemente célebre caso de Iberdrola, que pudo tener el 45 por ciento del mercado eléctrico nacional y, con la contra opositora, sólo tendrá un máximo del 10 por ciento.

El “catecismo” de las derechas de las nacionales subdesarrolladas que oponen resistencia a su completa dominación, dictadas por la derecha internacional, reza: agudizar los conflictos económicos y sociales a niveles insostenibles, tales como profundización de la pobreza, desempleo, bajos salarios, desabasto de básicos, disparo de la inflación, inseguridad, manifestaciones de descontento, enfrentamientos fratricidas, migración, etc.

Además, aplicar una agresiva campaña propagandística encubierta de información y también la argumentación por los hombres de “ciencia”, para que todo eso se traduzca en ideología retrógrada (falsa conciencia), en descontento político y en el retorno de los promotores del neoliberalismo y la dependencia; es decir: la derecha corrupta.

Cuanto más grande es la dependencia económica, más el impacto de boicot e intervencionismo extranjero. Por muchas razones (que no alcanzo a explicar hoy), en México no se aplica ese intervencionismo como bloque, sólo de forma aislada por empresas beligerantes. Y bien podría decirse que sin éxito real.

Ante ello, nuestra derecha apuesta a la propaganda encubierta de información periodística en medios escritos, radio, televisión y en las redes sociales. Mucha de esa propaganda son francas falsedades. Para su desgracia, como subraya nuestro presidente, se encontraron a un pueblo “muy avispado”; a su vez, las distorsiones y las mentiras encuentran la inmediata réplica que ejerce cualquier ciudadano bien informado y con acceso a internet. Porque el actual proyecto nacional es nacional, no es sólo del presidente. Ahí también se equivocan. Por eso, la importancia de conectar a internet a toda la nación, para que se defienda de colonialistas y retrógradas neoliberales.

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