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viernes, 19 abril, 2024
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■ El ex director Alfonso Campuzano afirmó que su obra no ha sido suficientemente valorada

Académicos de la unidad de Letras de la BUAZ rinden homenaje a Tomás Mojarro

■ Coinciden en que el autor se equipara a José Revueltas, Agustín Yáñez, Juan Rulfo y Arreola

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Por: SCARLETT LLAMAS •

Este martes 11 de enero, el periodista y escritor Tomás Mojarro «El Valedor», falleció a los 89 años de edad; ante la lamentable pérdida, docentes y académicos de la Unidad Académica de Letras, de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ), reconocieron a quien en vida aportara a la literatura mexicana.

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Alfonso Campuzano Cárdenas, catedrático, especialista en literatura latinoamericana y ex director de la unidad, en primer lugar, reconoció que la obra literaria de Tomás Mojarro no ha sido suficientemente valorada, sino que «se le ha dado mayor relevancia a su trabajo periodístico, a su labor como conductor y productor de radio y se omite hablar de la trascendencia de sus cuentos y novelas», dijo.

En algunas ocasiones, reflexionó, «se expresan lugares comunes, en otras, se hacen sesudos estudios que dicen poco y nada», aunque desde su punto de vista, «Tomás Mojarro es uno de los escritores mexicanos que sigue la estela de la narrativa artística, estela que rompe las premisas de la narrativa de observación y de la perspectiva realista», señaló.

Mojarro se equipara, entonces, a José Revueltas, Agustín Yáñez, Juan Rulfo y Juan José Arreola, siempre que “conjuga lo local y lo universal a través de formas y estrategias literarias emanadas de la tendencia estética que surge en Hispanoamérica a finales de los años 20 y principios de los 30 del siglo 20 y que se consolida con la literatura del boom», explicó.

De acuerdo con el especialista, la tendencia realista «no funciona para abordar la condición humana y la problemática social, de ahí la necesidad de innovar en la forma y en la estructura narrativa», por lo que Mojarro «escapa de la cartografía realista y plasma en su cuentos y novelas tanto las complejidades de los seres humanos como los conflictos colectivos».

Aunado a esto, en la obra de Mojarro figura la crítica social, precisó Campuzano; «sus mundos narrativos calan hondo en el imaginario de los lectores; sus tramas despliegan asuntos que atañen a los zacatecanos en particular y a los mexicanos en general: la migración, la miseria, la explotación, la soledad, los prejuicios, las relaciones afectivas y familiares».

En este tenor, la importancia de Mojarro recae en que, pese a los temas locales, «las obras del zacatecano no pierden su dimensión universal. Cabe subrayar que junto a las de Revueltas, Yáñez, Rulfo y Arreola, las obras de Mojarro son centrales para la literatura mexicana del siglo 20», concluyó.

Por su parte, Mónica Muñoz Muñoz, actual directora de Letras, homenajeó a Mojarro a través de una publicación en sus redes sociales, donde recordó que su tesis de literatura se basó en la obra Bramadero, del occiso.

Ante esto, la académica lamentó la pérdida de “El Valedor”, con las siguientes palabras: “ha muerto Tomás Mojarro. Nuestro Valedor. Por varias razones su último vuelo me provocó tristeza y desazón. Durante décadas se comprometió en la construcción de otro México. Como jalpense escuché su leyenda a edad temprana: un escritor, un intelectual, un crítico feroz del sistema político, podía escucharse a través de Radio UNAM, en el Jalpa de aquel tiempo la XEFP restransmitía su programa”.

“Como estudiante de Letras comencé a leerlo «Cuentos del cañón de Juchipila» fue un afianzamiento identitario al permitirme encontrar en la literatura nombres propios y topónimos con los que crecí. Pero las letras de mi Valedor trascendían. Había que buscar más”.

“Bajo la dirección del Dr. Alejandro García en 2002, hace 20 años, escribí la tesis de licenciatura Elementos de la visión de mundo trágica en ‘Bramadero’, de Tomás Mojarro. Como la gran literatura, Bramadero es una novela con diferentes niveles de interpretación: la confrontación del mundo rural y el ‘progreso’; la tragedia que implica convivir con un Dios oculto, hacinado en la mente humana como Lucien Goldman lo explicó y, por supuesto, la ironía de la sacralidad carnal a través del personaje “La Rumorosa”, una prostituta inspirada en La Madre Conchita, aquella que se implicó en el asesinato de Álvaro Obregón teniendo como contexto La Cristiada. Ahí las letras y los mundos de Tomás Mojarro, mi Valedor”.

“En tres ocasiones tuve la oportunidad de entrevistarme con él, me confesó que dejó la literatura por comprometerse con el activismo. Creía en la organización social. Había que buscar otro mundo a través de un camino directo y sin velos. Trasterra, ese libro del que en otro lugar he escrito, es quizá su obra más importante. Mojarro fue el único finalista mexicano en el concurso del Premio Internacional Novela México (1973), cuyo jurado se integró por los grandes Miguel Ángel Asturias, Mario Vargas Llosa, José Revueltas, Ángel María de Lera y Miguel Otero Silva. El Valedor los conquistó”.

“A propósito de su muerte, en ¡Mis Valedores! Al poder popular Tomás Mojarro escribió, ‘cuando me muera se acaban mis pasiones (…). Lo único que pudiera temer –si es que hay otra vida y si mi espíritu contemplara eso-, es que quienes hoy no son mis aliados pudieran decir un elogio de mi persona (…) si cuando muera sobreviene la distancia (…) con mis enemigos históricos sería perfecto, serían congruentes con la línea de despego, de ninguneo (…) Qué bueno que el hombre en el más allá no vaya a darse cuenta del mundo que tuvo que abandonar” (Grijalbo, 1998, p. 241). Fuerte, mi Valedor, descansa en paz”, finalizó.

Aunado a esto, la Máxima Casa de Estudios compartió una imagen en memoria de Mojarro, reconociendo su obra, deseando que descanse en paz, y dando el pésame a sus allegados.

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