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viernes, 20 septiembre, 2024
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Japón y la lección del lunes negro

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Por: José Luis Pinedo Vega •

Japón es la 4a potencia económica mundial. Sus cifras no son tan malas, en el 2023 tuvo un crecimiento de 2%, una inflación apenas del 2.5% y de desempleo también del 2.5%.  Pero todo eso a cambio de una deuda estratosférica equivalente al 255% de su PIB, que en términos monetarios equivalente a 10.8 billones de dólares (10.8 con 12 ceros) -la tercera parte de la deuda de Estados Unidos-.

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¿Cómo un país tan endeudado puede tener cifras económicas tan decorosas? – mientras que Alemania tuvo un crecimiento negativo (-0.5 %), Reino Unido 0.5%, Francia 1%, Países Bajos 0.6%…; la inflación en Europa ronda en el 4% y el desempleo entre 4 y 7%–.

Desde hace 30 años Japón ha seguido una lógica nada convencional: las tasas de interés habían sido 0% e incluso negativas. Lo que quiere decir que no cobraba intereses por los prestamos e incluso pagaba un poco para que sus ciudadanos y empresarios pidieran prestado. Su lógica era poner dinero a la disposición para dinamizar la economía, sabiendo que de esto saldrían impuestos con los cuales compensar las pérdidas de los préstamos. Eso en apariencia funcionaba muy bien, ignorando que su deuda jamás se contraía y no tenía posibilidad de saldarse. Justamente porque esa forma artificial de dinamizar la economía implicaba inyectar transfusiones de dinero enormes, de manera semejante a lo que hace Estados Unidos con los bonos del tesoro.

El problema es que como el mercado financiero mundial está globalizados, no solo los japoneses aprovechaban esos créditos a interés cero de la banca japonesa, sino que fueron “inversionistas” de todo el mundo quienes lo hicieron; y no para invertirlos en Japón, sino para invertirlos en el mercado financiero y en comprar acciones más rentables en otras partes del mundo; que es lo que hacen los capitales buitres, inflar sus ganancias, jineteando dinero, o más coloquialmente, en actividades especulativas. 

No hay otra manera de explicar porqué, mientras que la economía mundial, en el mejor de los casos, creció tan solo del orden del 2% en el 2023, el capital financiero creció del orden del 16 o 17%. Lo único que ha crecido en la economía de mercado es el capital financiero, lo que significa que el crecimiento es artificial; es ganar dinero, o mejor dicho generar dinero en papel, sin estar vinculado a las actividades productivas o sin generar riqueza real. Gran parte del capital financiero solo utiliza los mercados financieros para jugar al casino; meten y sacan sus inversiones sin restricción alguna, de un lugar a otro y de un día al otro e incluso el mismo día, sin crear riqueza real.

Japón, el pasado lunes 5 de agosto, lo único que hizo fue cambiar su política financiera, incrementó sus tasas de interés en un minúsculo 0.25%. Y eso provocó otro lunes negro, el colapso de los mercados financieros, las bolsas de valores y los tipos de cambios. Trump culpó la candidatura de Hamala Harris, diciendo que es un indicador de que los mercados financieros no la quieren. En México, algunos medios no perdieron la oportunidad de culpar a Morena por la devaluación del peso, como si hubiera sido la única moneda en el mundo que se depreció.  En otras partes del mundo la derecha aprovechó para autopromoverse, escondiendo que en realidad la economía liberal, de la que ellos viven y defienden, fue la que provocó el sunami.  

Lo que realmente ocurrió era sintomático desde los primeros de julio. En la primera mitad del año, los titulares de páginas de finanzas presentaban a NVIDIA como la empresa más exitosa del mundo, tras el boom propagandístico que auguraba que la Inteligencia Artificial (IA) sería el negocio del siglo. NVIDIA es una compañía de origen Taiwanes, fundada por Jen-Hsun Huang, fabricante de chips para la Inteligencia Artificial (IA) con una enorme capacidad para producir textos y videos. Al ver que el precio de las acciones crecía, más y más inversionistas comenzaron a comprar acciones en forma desmesurada y eso infló el precio. Sus acciones se dispararon en más 150% y el valor de mercado de NVIDIA alcanzó los 3.34 billones de dólares, logrando superar el de Microsoft por algunos días. 

Los inversionistas normalmente se guían por las subidas y bajadas del precio de las acciones. Si las acciones de una compañía suben, la sensación es que son más rentables y los inversionistas tienden a desplazar sus capitales hacia allá. Eso hizo que la capitalización de NVIDIA aumentara. Pero el hecho de que los inversionistas acaparen acciones no necesariamente indica que la compañía sea más productiva o más rentable. Esto depende de la capacidad de producción y de la demanda, y si las ventas decaen o se congelan las ganancias también lo hacen, y el valor de la compañía vuelve a la realidad; el precio de las acciones baja y los inversionistas tienden ahora a deshacerse de las acciones. 

En un año de muchas elecciones en el mundo, a falta de un crecimiento real, convenía que el mercado financiero diera la sensación de que la economía mundial sigue viento en popa, para distraer que existe un gran riesgo de recesión, que es lo que realmente está ocurriendo. Convenía hacer creer que la IA y las energías verdes marcaban el futuro tecnológico y que NVIDIA, Iberdrola, Gamesa, … eran la prueba. En torno a estas se infló una burbuja sin precedente, pero desde fines de julio la burbuja comenzó a desinflarse; los precios de las acciones comenzaron a descender dramáticamente. Cuando eso ocurre los inversionistas quieren reconvertir el dinero de sus acciones lo más pronto posible para evitar pérdidas. 

Se agregó que Japón les reclama un ridículo 0.25% de intereses, lo que implica pérdidas para los “inversionista”. Los capitales especulativos no encuentran donde refugiarse más que en el mercado de divisas. De ahí que la demanda del dólar, el euro, la libra aumentó de la noche a la mañana y provocaron el aumento de las cotizaciones. Y eso explica la depreciación del peso.

Asi que, el caso de Japón desmiente que bajar las tasas de interés propiciaría crecimiento económico. Lo que propiciaría es el aumento de la especulación y un crecimiento artificial. Solo propiciarían crecimiento si en el mundo entero las tasas fueran del mismo orden, para lo cual se requeriría una regulación estricta del mercado financiero, cosa que desgraciadamente no está a la vista. 

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