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miércoles, 24 abril, 2024
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¿Quién vigila a los vigilantes?

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

La semana pasada, durante la conferencia mañanera se hizo un recordatorio sobre los montajes a los que se ha prestado la prensa mexicana en los últimos años.

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El cómo, el cuándo, el dónde, y sobre todo el quién hizo el recordatorio puede admitir discusión. Pero no así la importancia de hacerlo.

El caso paradigmático es desde luego el de Florence Cassez, la francesa que fue acusada de secuestro en televisión nacional hace ya 16 años, en un noticiero en el que en vivo y en tiempo real, los televidentes pudimos presenciar tortura realizada por altos jefes policiacos de la época.

Su nacionalidad francesa propició que su caso no quedara en el olvido y que no fuera una más de las miles de personas encarceladas irregularmente.

El apoyo de su patria, pero también el arrojo de la francesa para encarar y desmentir a sus captores, pronto produjo que la misma televisora que había transmitido y dado por cierto su condición de secuestradora, admitiera e hiciera públicas las versiones contrarias a ello,.

La historia de la francesa tuvo para ella final feliz, no así para su coacusado que lleva ya más de 16 años en prisión, y que se llevó entre los pies también a su hermano y a un sobrino que lo acompañan en el encarcelamiento sin sentencia.

Su historia lamentablemente no es excepcional, las mismas dudas se encuentran en los acusados del secuestro y presunto homicidio del hijo de Isabel Miranda de Wallace quien también se vanagloriaba públicamente de haber asistido a la tortura de quienes ella señala como victimarios de su primogénito.
No fueron pocos los espacios en los que Miranda de Wallace pudo hacer gala por años de su influyentismo, incluyendo espacios mediáticos que por momentos incluso le concedían papel de experta en materia de seguridad.

Pero el recuento en lo mediático no queda ahí. Como se recordó en la conferencia de prensa de la semana pasada, la televisión ha sido la protagonista de un episodio más en los que la realidad imita a Los Simpson como hace poco más de tres años, cuando se tuvo en vilo al público con la historia de una supuesta niña Frida Sofía que había quedado atrapada en los escombros de un colegio de la Ciudad de México y de quien, según nos decían, se le oía hablar, murmurar, tomar agua, y pedir ayuda, para luego aceptar que nunca existió

Hace más años, la conmoción nacional la provocó una pequeña de nombre Paulette que había desaparecido sin dejar huella, cuya madre aparecía en la televisión preguntándose si acaso se la había llevado Harry Potter.

Luego supimos que la niña siempre estuvo en su habitación, específicamente en su cama, en la que se sentaron su madre y una periodista, que fue tendida por las empleadas y que fue examinada por peritos.

Lo más terrible de este último caso es que fue investigado por Alberto Bazbaz, y que a pesar del papelón que hizo en él, posteriormente fue titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), y luego dirigió el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).

Bastaron unos años para que la gente y los medios se olvidaran en él.

Exonerados y culpabilizados mediáticos hemos visto por años, y vale la pena recordar que cosas como éstas fueron ingrediente principalísimo de la dictadura perfecta, no ya de la mencionada por Mario Vargas Llosa ¿o sí? Sino específicamente de la retratada por Luis Estrada en una película que lleva ese nombre, en la que, entre otras cosas, se destruye a un luchador social construyéndole una falsa acusación de abuso sexual infantil.

Si esto puede suceder con gente que si bien son cercana a los círculos de poder, no son el poder mismo, atemoriza imaginar qué sucede con aquellos que se encuentran en el radio más íntimo de ello. ¿Cuánto se minimiza, cuánto se maximiza? ¿Quién cuestiona a los cuestionadores? ¿Quién vigila a los vigilantes? Y ¿cómo hacerlo sin caer en el existente riesgo de convertirse en cazador de brujas?

No tengo respuesta y no creo que haya alguien que la tenga, pero el escarceo de enfrentamiento de la semana anterior entre Reforma y La Jornada esbozan una opción: la pluralidad. ■

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