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viernes, 16 mayo, 2025
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Proyectan la cinta mexicana Güeros en la categoría Panorama de la Berlinale 2014

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

■ El film se aleja de la pornomiseria y del mexplotaition, señala el director, Ruizpalacios

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■ No hay fechas de exhibición en México; esperan que llegue a las salas en diciembre

Por fin un respiro para la cinematografía mexicana en el extranjero, al fin una cinta alejada de la pornomiseria o del mexplotaition, términos usados por el grupo de colaboradores del director Alonso Ruizpalacios para designar el cine narco, migrante y violento.

Güeros es la cinta-oxigeno mexicana dirigida por Ruizpalacios, y que fue exhibida en premier mundial el pasado viernes 7 de febrero en las salas Cinemax de la Berlinale en su edición 2014, dentro de la categoría Panorama.

Hemos decidido comentar la cinta apenas en esta edición, porque queríamos platicar con el equipo de filmación para tener más datos sobre ella.

Y conseguimos conversar con el director, el productor Ramiro Ruiz y el editor Yibran Asuad en una entrevista montada al improviso en el Audi Lounge del festival.
La película -en competición también como Mejor Ópera Prima del director- es un road movie dentro de la Ciudad de México.

Es un paseo por los cuatro puntos cardinales del Distrito Federal, desde Topilco, luego al Poniente en Santa Fe, en Cuajimalpa, en las Barrancas de Santa Fe, por Alta Tensión, pasando por Ciudad Universitaria, por el Zócalo y llegando hasta Texcoco (un viaje que duraría unas 48 horas, según calcularon los entrevistados), todo filmado en blanco y negro y acompañado con música de antaño para recordar la época de oro del cine mexicano.

La idea de filmar la cinta en un tono nostálgico tenía el objetivo de atemporalizar la historia, quitarle el color a la ciudad para hacer impersonal el paisaje urbano e insertar vaivenes musicales para alterar la temporalidad, comentó Ruizpalacios sentado cómodamente en uno de los bancos del primer piso del lounge con vista sobre la alfombra roja del palacio.

A pesar de las referencias que se pueden encontrar en el formato de la cinta a la Nouvelle Vague y la influencia explicita que el director italiano Federico Fellini tiene sobre Ruizpalacios, no hay ninguna intención de rendir un homenaje a ellos sino de simplemente usar la técnica que mejor convenía a la película.

El anonadamiento

Ruizpalacios de 35 años cumplidos, estudió teatro en la Ciudad de México y a eso se dedicó hasta que viajó a Londres para realizar estudios de cinematografía en la Royal Academy of Dramatic Art de 1999 a 2003.

Al volver a México en el año 2003 y no tener trabajo, sintió estar en una parálisis, en una estaticidad como él mismo lo describe, un estado de anéantissement, y comenzó a escribir para ocuparse en algo, fue en ese momento cuando perfiló la idea de Güeros.

El tiempo pasó hasta que en 2012, junto a su amigo Gibrán Portela, viajó a Madrid con una beca que la Fundación Carolina les otorgó para hacer un curso intensivo de escritura de guión y poder darle formato final a la historia que escribieron juntos los dos becados.

Antes de partir, sin embargo, habían conseguido interesar a Ruiz, así que cuando regresaron se pusieron a trabajar ya en la filmación que tardó ocho semanas, más o menos de abril a junio de 2013, e inmediatamente después la edición y postproducción que debió ser concluida a marchas forzadas porque en diciembre les confirmaron su participación en la Berlinale 2014.

Chilango Road Trip

La historia trata de reproducir ese sentimiento de estaticidad –para conservar la definición de Ruizpalacios- que le provocó su regreso a México.

Centrada en cuatro personajes Sombra (Tenoch Huerta), Tomás (Sebastián Aguirre), Ana (Ilse Salas) y Santos (Leonardo Ortizgris), la cinta cuenta los ánimos de los jóvenes ante la huelga –la que sea- universitaria: dos de ellos, Sombra y Santos, hacen “la huelga de la huelga”, es decir no hacen nada, se enmohecen en el departamento; la chica, burguesa, es idealista y quiere la revolución controlada; y el más joven, no entiende nada, todo lo que quiere es encontrar al cantante favorito de su difunto papá para que le firme un radiocasete.

Justamente es la búsqueda del artista “desconocido” el motivo del viaje citadino que los llevará de los interiores de Ciudad Universitaria y la organización de la huelga, a los barrios bajos de las barrancas defeñas, a los bares fresas y a las pulquerías populares.

La huelga enmohecida

Uno de los aspectos que llaman y seguramente llamarán la atención de los espectadores es la pintura que Ruizpalacios hace de la huelga.

Vista desde el ángulo, podríamos decir, burgués, la huelga parece enmohecida en discursos caducos cheguevaristas y demagógicos, aunque eso es, precisamente, uno de los objetivos del director, generar una reacción sociológica, “soy honesto…no hay juicios de valor”, afirmó.
Además, el formato en blanco
y negro busca evadir la politización de la cinta para centrarse en el tema social.

Autoparodia cinematográfica

Otro aspecto llamativo de la cinta es la autocrítica al nuevo cine mexicano autodenigrante o simplemente, denigrante, que se interesa sobre todo por la violencia mexicana. Asunto que nosotros ya hemos venido comentando desde hace mucho tiempo.

Los directores de cine, tanto extranjeros como nacionales, consiguen dinero en México para co-producciones internacionales y repiten la imagen pornomisericosa de la nación, “que se burlen de nosotros, pero no con fondos de las arcas nacionales”, sentencia uno de los personajes de la cinta.

Lo vuelvo a repetir, no se pide censura sobre los temas de la realidad, pero la gente vive y hay alegrías que contar.

Aún sin fecha precisa para exhibición en México el productor espera que para diciembre de este año pueda comenzar a aparecer en las salas.

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