No pocos actores políticos de relativa importancia han emergido del Partido de la Revolución Institucional (PRI) y hoy que el barco se hunde, se han colado incluso a puntos estratégicos en las administraciones públicas de los tres niveles de gobierno pertenecientes ahora, al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA); otros más, han formado nuevos partidos políticos como el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, pues se niegan a sucumbir. No podemos negar la influencia (a veces mala) que ha ejercido el PRI en la forma de hacer política desde hace más de ochenta años, en un principio con Plutarco Elías Calles y su entonces Partido Nacional Revolucionario (PNR). El PRI en sus incipientes años tuvo importantes logros para el país, sin embargo, la soberbia de muchos de sus actores y líderes junto a la insolente corrupción de algunos que se creyeron dioses como Díaz Ordaz, Echeverría Álvarez, López Portillo, el Negro Durazo, De la Madrid, Don Carlos Salinas (es burla) Enrique Peña Nieto y una lista interminable de corruptos; el citado partido antes invencible y hegemónico, se encuentra en una verdadera etapa de extinción, peor aún, no tiene brújula para poder reestructurarse y con el nefasto Alito a la cabeza, es inevitable la debacle. Alito busca impunidad a toda costa, así tenga que sumir en el fango al antes partidazo y sus disminuidos creyentes. Quiero reconocer que la historia del PRI desde su origen, auge y decadencia, puede ser la misma fábula de otros institutos políticos, bajo la máxima de que nadie permanece en la cúspide para siempre y, ahora que MORENA cumple exitosamente sus primeros diez años, considero que no debemos dormir el sueño de los justos y considerar cada punto que hace que el electorado se harte y deje de simpatizar con determinada propuesta política. No estoy peleado con la posibilidad de que de que muchos priistas corran a otros espacios como las ratas que abandonan el barco cuando se sume en las profundidades, lo que veo muy peligroso es que las mañas y vicios aprendidos, puedan tener eco en los nuevos equipos de trabajo ya que a muchos priistas se les da el tema de la corrupción y la impunidad pues corren por su sangre y están tatuadas en su ADN. La primera vez que vi caer al PRI fue en Guanajuato, cuando el fraude electoral cometido por el equipo de Ramón Aguirre provocó la entrada del panismo con Carlos Medina Plascencia, en ese entonces, vi a los priistas antes empoderados, tomar alcaldías y hacer sus primeros ejercicios de oposición. Ahí se forjó lo que después sería el ascenso de Vicente Fox a la Presidencia de la República. Volviendo al punto, gracias al Gran Arquitecto del Universo, nunca he pertenecido ni le debo nada al PRI, porque, aunque crearon instituciones, leyes y reformas, también se chingaron mucha lana del pueblo, hicieron crecer exponencialmente la deuda externa, salieron con su estupidez del FOBAPROA y los agravios contra el país son incontables, por lo que el que escribe como parte integrante de ese pueblo, puedo mandarlos a dónde no puedo escribirlo. Soy en apego irrestricto a mis ideales, totalmente de izquierda; jamás he trabajado para los gobiernos priistas, ni les he pedido ninguna oportunidad y cada que me ha tocado salir de las estructuras de gobierno por el cambio de partido y administración, con gusto he firmado mi renuncia. Con tal libertad puedo criticar reflexivamente, y con mucha satisfacción personal, al citado instituto político, lo hago simplemente por haber padecido sus corruptas administraciones, lo cual provocó que yo al igual que muchos millones de personas, padeciéramos en carne propia los estragos de la pobreza y la marginación. El PRI tuvo la oportunidad de llevar al país a ser reconocido como una primera potencia mundial y, por el contrario, le dieron las nalgas a los gringos y a los demás capitales extranjeros para que, por años, saquearan nuestros recursos naturales dejándonos problemas intergeneracionales ambientalmente insostenibles. Mi caballerosidad política no permite burlarme de la caída del PRI, más bien, la disfruto para mis adentros pues toda la vida he luchado contra sus estructuras, contra sus corruptelas y ahora, simplemente espero tener la oportunidad de ser testigo de su extinción total, justa y merecida. Reconozco a los buenos políticos, a los que trabajaron a conciencia y a quienes trabajaron con ideales y compromiso, por el otro lado, gentes como Alito y sus seguidores, merecen estar en la cárcel por pretender escribir más capítulos oscuros en la historia de la Nación. Solamente deseo que el hundimiento sea muy profundo a grado tal que nunca vuelvan a emerger como el Titanic y, se queden en las profundidades del olvido eternamente. Amén.
Álvaro García Hernández
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