Nuestro coterráneo, el político zacatecano con mayores tablas, reflectores y oficio quiere ser presidente de México. Está en su derecho. La Constitución mexicana permite a todo ciudadano votar y ser votado para algún puesto público. Podría alcanzar ese objetivo para el que se dice esta preparado y declara sentirse en su mejor momento. Si se registra como candidato de algún partido o coalición de partidos podría alcanzar su sueño siempre y cuando la mayoría de los votantes se inclinen por él.
En días recientes, en un artículo periodístico firmado por él, tras mencionar que “hace casi un cuarto de siglo me uní al movimiento que es encabezado por el hoy presidente Andrés Manuel López Obrador…”, agrego: “Siempre me mantendré del lado del presidente, porque hacerlo es estar del lado de la historia. Pondrán ser muchos los retos y las dificultades, pero nunca abandonaré la lucha que iniciamos hace más de dos décadas, porque, como Homero bien señaló: “llevadera es la labor cuando muchos comparen la fatiga” (R. Monreal, “Nuestra odisea”, en Milenio, 01-02-2022). Con el espíritu de esta cita, RMA ha sido muy cuidadoso de no confrontarse con el presidente. Jugando al aguzado y pragmático de suyo, sabe que romper lanzas con el tabasqueño en este momento, significa darle motivos para que sea señalado y criticado por su dedo flamígero cual Zeus iracundo, echándole montón para orillarlo a que abandone a Morena. Aunque no faltan los que piensan qué dada su comportamiento y actitudes con respecto a sus compañeros de filas partidistas, aunado su protagonismo, ya está con un pie fuera y ha empezado a hacer su lucha buscando su propia odisea política. Solo es cuestión de tiempo. Si no resulta el agraciado por el caudillo, por si las moscas, seguramente ya ha estado preparándose para dar el doble salto mortal: dejar las filas de Morena distanciándose de López Obrador y ser el abanderando de la candidatura de un amplio frente opositor en el que podrían unir su fueras la segunda y tercera fuerzas electorales y los votos inerciales que arrastraría la candidatura del acolito del Santo Niño de Atocha de llegar a representarlos como candidato presidencial. Desde hace tiempo le guiñan el ojo. Huérfanos de figuras con las luminarias y oficio del político zacatecano, gustosos lo arroparían para que encabece la cruzada anti Morena en el 2024. Incluso podría concretar su deseo si lo registra otra fórmula. Es el candidato que quisieran buena parte de las fuerzas vivas de este país, medios de comunicación y algunos magnates adinerados. Lo motivan y la dan alas.
Formado políticamente en el entonces partidazo, al igual que AMLO, el despegue del fresnillense ocurre con el monrealazo del 98. Marginado por Cedillo que prefirió a Olvera como candidato del PRI a gobernador, Monreal abanderó al PRD y le gano al de Sombrerete.
Su trayectoria política se inscribe en la lógica del pragmatismo. Es un animal político Hanquiano. Según dicen las malas lenguas, su habilidad política va aparejada a la de hacer negocios, no faltan lo que lo nombran como Ricky ricón.
No posee quizá la audacia ni el carisma de AMLO, pero el se ha empeñado en ser presidente. Y puede que se le haga.
Apareciendo en la boleta sus posibilidades dependerán de quienes sean sus oponentes y cuanto sea el desgaste y rechazo con el que llegue a las elecciones el partido en el poder y su jefe real. Por lo pronto se muestra cauto de contrapuntearse con el huésped de Palacio nacional. Aguantar hasta el último momento para saber quién será el elegido y ungido por el dedo todo poderoso. De no ser el agraciado habrá llegado el momento de quemar sus naves y lanzarse a la aventura. Si los astros y las estrellas se alinean y la fortuna y providencia le favorecen, entonces habrá alcanzado su sueño.
