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viernes, 16 mayo, 2025
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Necesario, valorar a la medicina tradicional como un acervo intercultural: Cristina Jáquez

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Por: ALMA RÍOS •

■ No se trata de que el médico tome el papel de un curandero ni viceversa, señala

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La medicina tradicional en México ha tenido que sortear una serie de circunstancias desfavorables para su uso y transmisión que inician con su proscripción en la época de la Conquista. En el siglo 18  hubo un intento por rescatarla, y otro más a finales del siglo 19, ambos fallidos debido a las políticas que desde temprana la consolidación de la nación dejaron una herencia cultural de desprecio por lo propio.

Ya en el siglo 20 lo que la desplazó fue la institucionalización de la medicina alópata y el uso de la farmacología fuertemente impulsada entre otros países, por los Estados Unidos.

Esta misma dinámica, ahora expresada en los intereses de las gran industria farmacéutica, podría amenazar el repunte que sobre este tema se ha dado de manera lenta y paulatina, pues se sigue descuidando el patrimonio cultural inmaterial que representa la experiencia que para curarse ha construido y conservado el pueblo mexicano, comenta Cristina Jáquez Méndez, encargada del consultorio de Medicina Tradicional de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

En el estado, como en otros los lugares del país, hasta el más alejado, “hay alguien que practica la medicina tradicional: un curandero, una partera, una ama de casa”,  pero son pocos los estudios sistemáticos sobre estos conocimientos que incluyen el uso de minerales, animales, masajes o sobadas, limpias y ensalmos, y herbolaria.

Esta última ha sido la más recuperada dentro de los círculos científico-académicos. Así se ha obtenido el conocimiento de muchos de los principios activos de las plantas, pero la parte de demostrar cómo funcionan se ha quedado atrás, avanzando lentamente, refiere.

El consultorio de medicina tradicional que inició y encabeza desde hace más de 25 años cuenta en este momento con  un acervo de 140 plantas medicinales cuyos efectos son bien conocidos, mismas que constituyen “el cuadro básico” de medicamentos del mismo.

Oriundas del estado son pocas las que se incorporan a él, pues las investigaciones han centrado su atención en aquellas mestizadas como el romero, cita a modo de ejemplo. Aquí dice, aunque los curanderos locales utilicen la yerba de la gallina o de la mansamula, esta última popularizada por sus efectos contra la diabetes, al no existir investigación científica suficiente al respecto, no se han incorporado para su uso en el consultorio.

Cristina Jáquez subraya que desde  la apertura de este espacio se ha ejercido en él la que denomina como “medicina intercultural”, misma que involucra el acervo de la medicina tradicional y la alópata.

En el contexto internacional, comenta, fue China quien vino a modificar la oposición entre estas dos tradiciones cuando en los años 70  del siglo pasado, el país milenario mostró al mundo cómo a la par de utilizar los adelantos científicos conservaba métodos de sanación basados en el conocimiento popular para cuidar la salud de sus miles de millones de habitantes.

Desde entonces la Organización Mundial de la Salud (OMS) revaloró la medicina tradicional de los pueblos y ha insistido para que se inserte como un medio más de sanación al que pueden recurrir sobre todo las poblaciones de  las economías emergentes.

En el caso de nuestro país ese propósito sugerido no ha logrado incorporarse en la mentalidad de los médicos institucionales. 

Parte de la explicación se encuentra en los antecedentes históricos mencionados que generaron un desprecio y vergüenza por la utilización de estos métodos, que el prejuicio ha ubicado como usanzas de ignorantes.

A este respecto recupera como muy positivo el que el sistema de salud mexicano haya incluido en algún momento a las parteras como agentes útiles, a las que además ha actualizado en sus conocimientos. Desafortunadamente cada vez menos se acude a ellas, comenta.

Estas mujeres eran al igual que los curanderos gentes respetadas en su comunidad y  tenían una cercanía con el enfermo al que trataban de manera integral. En el caso de las parteras, acompañaban a la mujer en todo el proceso de embarazo y hasta el posparto añadiendo a su cuidado los aspectos físicos, dietéticos y psicológicos.

Insertos en la misma comunidad, sanador y paciente, existía una identificación humana que hoy se ha perdido en la medicina institucional.

Los curanderos han sabido siempre cuál es su ámbito de competencia, falta ahora lo opuesto, dice, que los médicos se acerquen a estos conocimientos ancestrales para recomendar la terapéutica adecuada en cada caso.

Uno de los intereses de Jáquez Méndez ha sido realizar un inventario de los curanderos existentes en Zacatecas y el tipo de terapéuticas que utilizan, sin embargo éste no ha podido cumplirse por falta de tiempo y presupuesto.

Como médico, señala que aunque inició con una apertura de criterio para su acercamiento a la medicina tradicional, sí ha sido difícil la conciliación de las dos perspectivas, la científica y la popular, especialmente en el ámbito de las creencias mágicas.

Por ello señala, no intenta tomar el papel de un curandero, y tampoco éstos pueden ocupar el lugar de un médico.

“He conocido muchas cuestiones que no me han convencido, por ejemplo esa parte mágica de la medicina tradicional. Hasta ahorita yo no te haría una limpia, no te rezaría para que te aliviaras pero me di cuenta que la herbolaria sí tenía un sustento científico que se podía investigar”.

Otro elemento que ha probado su efectividad es el masaje. Pues sus efectos alivian física y emocionalmente.

Dentro del pensamiento occidental desde los inicios del psicoanálisis personajes como Wilheim Reich ya habían propuesto una teoría para explicar este fenómeno. Las teorías de este estudioso descalificado en su momento han sido revaloradas recientemente.

En los años 70 se incorporó una visión humanista aplicada a la medicina y a la psicología que reenfocaron la terapéutica ahora dirigida más que a la curación de una enfermedad hacia el paciente.

Este es visto en su dimensión holística, como un todo, en el que influye su persona,  su entorno social, su parte física y su parte emocional, “cuatro puntos que desde siempre ha considerado para sanar la medicina tradicional”.

Al momento Cristina Jáquez prepara una investigación que incorpora la tradición, y las nuevas orientaciones de la medicina intercultural y la psicología para abordar al masaje en su carácter terapéutico.

El consultorio de Medicina Tradicional se encuentra en la Clínica Integral de Medicina Alternativa de la UAZ, ubicada en la carretera a la Bufa esquina con avenida Ramón López Velarde, en la capital del estado.

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