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viernes, 9 mayo, 2025
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■ Sin embargo, el líder estatal priísta, Carlos Peña, asegura que es un partido vivo y competitivo

El PRI está en su crisis terminal, considera Luis Medina Lizalde

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Por: ALEJANDRA CABRAL •

En entrevista con La Jornada Zacatecas, Luis Medina Lizalde, militante histórico de la izquierda en el estado y Carlos Peña Badillo, actual dirigente estatal del PRI, comparten sus opiniones respecto a la reciente Asamblea Nacional del PRI, cuyos resultados han derivado en un debate sobre la vigencia de este instituto político.

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“El PRI está en su crisis terminal, no tengo la menor duda de que esta crisis va a acelerar su disolución, porque no se perciben fuerzas regenerativas a su interior”, externa Luis Medina Lizalde; “creo que además está dominando un error en el diagnóstico” manifiesta el abogado respecto a la postura que ve a Alejandro Moreno como “una enfermedad” que aflige a este partido, en lugar de “el síntoma” de la descomposición.

Por su parte, Peña Badillo se refiere a la reciente Asamblea Nacional del partido en el que milita como un ejercicio en el que se dio muestra de que el PRI es un partido vivo, competitivo y que enfrenta decisiones importantes, con “críticas, autocríticas y reflexiones que atender”.

Respecto a la modificación de los estatutos del partido que devino en la posibilidad de reelección para la dirigencia nacional y de niveles estatales y municipales, Carlos Peña considera que “no se trata de un cheque en blanco”, sino que esta reforma –que acompaña a otras, en los temas de “mujeres, de jóvenes, de tecnología, de vanguardia y estar acordes a nuestra realidad social” –, también sería un mecanismo para premiar a Comités Estatales y Municipales que han tenido un buen desempeño; en armonía con los cambios constitucionales que han permitido la reelección de legisladores y en ayuntamientos.

Luis Medina Lizalde considera en contraparte que esta aprobación de la reelección para las dirigencias priístas es -sin lugar a dudas- una acción realizada ex profeso para beneficiar a Alito Moreno, quien “con gran facilidad ha logrado imponerse” y conseguir este cambio en los estatutos, ante el vacío de “ideas y de principios” que enfrenta este instituto político.

“Las nuevas generaciones de priístas ni siquiera conocen (las ideas y los principios), los conocieron los viejos priístas. Ahorita lo que hay, desde mi punto de vista en el fondo del conflicto, es la disputa por las prerrogativas: Van a recibir este año mil millones de pesos, más o menos” comenta Medina Lizalde, agregando que el que se ventila es un asunto de cupulas, mientras que las bases “son convidados de piedra” en este partido.

En el tema de las expulsiones o extrañamientos que se estarían ejerciendo contra militantes históricos del PRI, Carlos Peña externa: “La verdad es que nos ha tocado vivir otros momentos adversos complicados y el PRI ha estado ahí, porque el PRI, insisto, es una instancia y una militancia que se construye con la confianza de la gente, sin particularizar a una crítica que puede hacer Aurelio Nuño, Dulce María Sauri, Francisco Labastida, a cada uno de ellos les ha tocado vivir elecciones distintas”.

Para Peña Badillo, la evaluación de la militancia es de carácter urgente pues ahora más que nunca, el PRI asume el compromiso de “dar resultados y estar a la altura de lo que los militantes esperan”.

“Se trata de que quienes tienen la confianza del partido puedan trabajar todos los días para fortalecer y cumplir con la confianza que su militancia y la ciudadanía les dio, y por eso es que hemos conocido muchas historias en las que hay ex gobernadores que le fallaron a su militancia,  que le fallaron a su partido, que entregaron sus estados” comenta el dirigente priísta, señalando al ex gobernador y al Congreso local de Hidalgo, a personajes de Edomex y Sinaloa, como claros ejemplos de traiciones a la militancia priísta, que llevan a cabo “acciones personalísimas”.

Dichas acciones escapan a la responsabilidad de las dirigencias de este partido, señala Peña Badillo, subrayando la necesidad de que cada quien asuma sus responsabilidades, y no se sujete el partido a personajes que “indistintamente del nivel o de la historia que tengan, solamente cuando hay una convocatoria o cuando se acerca una elección, les sale ese priista que llevan dentro”, y que al no obtener una candidatura, se vuelven críticos o contras.

“El PRI tiene que entender y tiene que evaluar mucho su militancia, pero también tiene que generar el respeto y el compromiso para que todas y todos hagamos la parte que nos toca indistintamente de encabezar o no un proyecto, de tener o no una candidatura”, concluye Carlos Peña.

Para Luis Medina este fenómeno se explica por “la victoria del pragmatismo enfermizo que se apoderó de la vida política mexicana en los últimos 40 años, en la época de auge del PRI”, y responde deriva de una inercia caciquil, por la cual el priísmo se “ha sometido siempre a las ordenes del gobernador o el presidente municipal en turno”.

Esto es un claro contraste al PRI que “alguna vez tuvo gente convencida, militantes con un dominio de su programa, de su ideología, del nacionalismo revolucionario, de la política social, de la educación pública (…)”, expresa Medina Lizalde, quien se reitera convencido de que las nuevas generaciones de priístas, solo van en busca de un cargo y no generan “tesis, ni diagnósticos o propuestas”, pues están huérfanos de ideas y de principios.

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