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viernes, 19 abril, 2024
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La Utopía en el Hogar (46): Deporte y grandeza

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

El domingo anterior hubo algunos eventos deportivos importantes en los diferentes ámbitos del deporte mundial. Un protagonismo especial merece la atención especial que se le dio al Super Tazón LV, donde, para variar, entendiendo o no a quien le guste este arte deportivo llamado Futbol Americano, acapara una atención que sobrepasa la de cualquier evento del año, cualquier año.

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Mas, el torneo simultáneo que se juega en Qatar, la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, también está atrayendo la atención de todas las partes del mundo y en esta ocasión es de especial relevancia, puesto que representando a la Concacaf y a la Europa League, respectivamente, el equipo de la Liga MX disputará la final ni más ni menos que con esa aplanadora del futbol llamada Bayern Múnich, que para acceder a la final solo tuvo que enseñorear la camiseta en el campo para despachar al partido por el tercer lugar al equipo egipcio Al-Ahli, campeón de la África ardiente. Tigres, en cambio, tuvo que bailar con la más ruda, el Palmeiras, de la Liga Paulista de Brasil y campeón de la Copa Libertadores de América y, por fortuna, sí hubo baile y, ah, que satisfacción, los que bailaron gacho fueron los brasileños.

El deporte es uno de los fenómenos que manifiesta ante el mundo diferentes tipos de grandeza, además de la deportiva. Al hablar de esta última, los aficionados al futbol americano y todo lo que tiene que ver con este deporte y en especial a la historia de los super tazones, o finales de campeonato, están siendo testigos de algo sin precedentes, un jugador con siete anillos de super tazón, es decir, siete campeonatos. Algo que difícilmente algún atleta va a vislumbrar en muchísimos años en el futuro, si no es que nunca. No importa si a alguien le gusta o no Tom Brady, pero a sus cuarenta y tres años, se ha ganado con creces todos los honores que alguien puede soñar en el deporte. Salve, Maestro.

Cuando existe una mentalidad ganadora, la posibilidad del fracaso no está ni siquiera considerada, entonces el triunfo constante viene por añadidura. Cuando un aficionado al futbol piensa en equipos ganadores siempre trae a la memoria al Bayern como un ganador permanente, al nivel del Madrid, Milán y Barcelona como máximos triunfadores. Cuando saltan al campo lo hacen demostrando gracia, creatividad y sobre todo alegría por ejecutar lo que les gusta y mejor saben hacer: jugar futbol. Ellos no van pensando en la derrota ni por asomo, van por todas las canicas ofreciendo un espectáculo de poder futbolero.

Eso le paso al Palmeiras, pero se encontraron con un hueso demasiado duro de roer, al Tigres, a su futbol hermético y medio ratonero con una nómina que ya quisiera cualquier equipo de Sudamérica y a su gran estrella, el mesiè Gignac. Hablando de grandeza, todos en el equipo Palmeiras llegaron muy crecidos por su reciente victoria ante el Santos en la final de la Libertadores y a lo mejor habían celebrado de más, lo importante es que se les olvidó la humildad -y el futbol- y recibieron un “no me olvides” marca ACME, con el baile que les puso el equipo mexicano y la lección técnico-estratégica que les recetó el señor don Tuca Ferretti. Cuando el cepo estuvo puesto, los brasileños recurrieron a la vulgaridad del hachazo y las rudezas innecesarias y las provocaciones, arrastrando aún más el prestigio de la Conmebol.

Ahora bien, después de esta hazaña se manifiestan algunos detalles que tienen que ver con la nobleza y, sobre todo, la educación. Mientras que la super estrella francesa del Tigres, Gignac, se manifiesta como un buscador de la gloria máxima y expone que en su diccionario solo existe la victoria final, un grupo de jugadores mexicanos del equipo se distraen gritando desaforados discursos desafortunados sobre demostrarle a no se sabe qué críticos o detractores que en algún momento osaron dudar de sus alcances como si ganar dos partidos fuera la repetición de La Ilíada. En lugar de aspirar a la gloria como único logro, avientan dimes y diretes a los cangrejos que aspiran a bajarlos de una nube a la que aún no han ascendido. Y todo mundo se distrae en las miasmas suponiendo que el Olimpo está perdido. Esperemos que nuestros ratoncitos lo hagan bien. Mi pronóstico es que este viejo lobo de las canchas en que se ha convertido el Tuca, va a lograr que Tigres sea campeón. Nos hace falta, como nación, empezar a acumular cierto tipo de triunfos. Este es uno de ellos.

Desde esta humilde trinchera, agradezco al Gran Espíritu y a todas las fuerzas del Universo por haber regresado la salud a nuestro Tlatoani. Que sea un gran regreso, Presidente.

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