En el marco de la iniciativa de “El caminar de la vocera en las universidades”, el pasado 29 de septiembre se celebró, en la Unidad Académica de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Zacatecas, un diálogo entre el Congreso Nacional Indígena, luchadoras/activistas sociales de la entidad, y el sector académico.
En ese tenor, se nos invitó a reflexionar sobre algún tema que consideráramos de alta conflictividad para la población local, siendo el de la minería el primero que se asomó al pensamiento. En efecto, les dábamos la bienvenida en un territorio que debe su nacimiento –situado por los historiadores en 1546– justo al descubrimiento de ricos yacimientos de metales preciosos; mismos que en ese entonces servirían para satisfacer la ambición de riqueza de la Corona española. Desde ahí, fue marcado el destino el Zacatecas como lugar subordinado a vocaciones externas.
La actividad extractiva, con distinta intensidad según el momento histórico, ha persistido cediendo a las reconfiguraciones hegemónicas del Norte global. Así, arribamos al año de 2020 con 17 compañías en minería metálica en el territorio estatal (Servicio Geológico Nacional, 2021), entre las cuales destaca inversión canadiense, estadounidense e inglesa, destinada a extraer cantidades ingentes, dignas de rankings nacionales e internacionales, de plata, oro, plomo, y zinc, y un monto nada despreciable de cobre (INEGI, 07/07/2022).
Durante el trayecto histórico que va de la conquista hasta nuestros días, la riqueza pasó de expresarse en el cúmulo de metales a manifestarse en la propiedad monopólica de tecnología de punta. El arribo a la Cuarta Revolución Industrial, liderada por las descomunales innovaciones de las potencias mundiales, reafirmó el papel y carácter de colonialidad de Zacatecas, y en general de México y América Latina, dentro de la arquitectura imperialista.
De este modo, los recursos naturales zacatecanos renovarían su funcionalidad en pro del ensanchamiento de la producción capitalista del Primer Mundo. El plomo ahora es requerido para la fabricación de sensores, sello de la Industria 4.0. El oro, lo mismo que la plata, es utilizado para la soldadura sin plomo en el pujante rubro de electrónicos. El cobre sirve a los motores eléctricos para la impresión 3D o fabricación aditiva (Marscheider-Weidemann et al., 2016), mientras que el zinc encuentra salida en los modernos procesos automotriz y aeroespacial (Cluster Industrial, 04/03/2022). La plata es usada en teléfonos inteligentes y computadoras y, al igual que el cobre, es insumo para la manufactura de baterías y vehículos eléctricos (Endeavour Silver, s.f.a y s.f.b).
La plata y cobre incluso hoy son componentes de las llamadas tecnologías verdes, como son paneles solares y centrales eólicas (Endeavour Silver, s.f.a; Marscheider-Weidemann et al., 2016). Dicho sea de paso, resulta una gran contradicción que estas tecnologías señaladas como sustentables, sean tan agresivas con la madre naturaleza.
El alto valor monetario de lo extraído en este territorio, hace que la minería por sí sola tenga una aportación del 11.14% al PIB zacatecano en 2020 (INEGI, 07/2022). Empero, esto no significa una derrama económica a la entidad o al país en la misma magnitud. Las ganancias son devueltas a sus dueños e inversores de presencia mayoritariamente extranjera. Los impuestos federales pagados son, en lo principal, sobre esas ganancias, es decir, se deducen de ellas, una vez que están garantizadas. Por supuesto, la retribución más sentida aquí son las tan urgidas plazas de trabajo; que, sin embargo, no llegan a ser abundantes en cantidad. La industria extractiva junto con la de la electricidad absorbe apenas el 1.92% de la población zacatecana ocupada (INEGI, 08/2022).
Hilando más profundo, quedan aquí los grandes costos de ese enriquecimiento del Norte global. Costos que van desde desplazamientos humanos, contaminación rampante del suelo, del agua y del aire, daños severos a la salud de poblaciones aledañas (ATDSR, varios años), conflictos sociales, hasta el riesgo de no poder conservar la arquitectura y memoria histórica-cultural.
Cada año, la extracción avanza en su recorrido subterráneo y en el abierto, y esto altera al orden natural. Zacatecas, antes de 1991, no había tenido registro de movimientos sísmicos desde 1622 (Dixit Cronista Manuel González Rodríguez, 14/09/2022). Entre agosto de 1991 –momento en que se presenció el primero después de 369 años– y el 14 de septiembre de este año, el Servicio Sismológico Nacional (09/2022) informa de 382 eventos. Y ha sido tan solo en los últimos 2 años –2021 y 2022–, que ha tenido lugar 237 de ellos; siendo que en los primeros 20 años que van de 1991 a 2010, el registro fue apenas de 10 movimientos sísmicos. Pero desde entonces hasta ahora, las cantidades de mineral sustraído de tierras zacatecanas, se ha multiplicado de forma intensa.
Cálculos que hemos podido realizar con base en datos del Servicio Geológico Mexicano (Varios años), nos permiten aseverar que en la década de 2011 a 2020 se obtuvo más del doble de tonelaje que el conseguido en la década anterior –de 2001-2010–. Igualmente, pudimos constatar que la mayoría de los sismos ocurren en suelo minero o muy cercano a él. De hecho, el municipio de Zacatecas ocupa el primer sitio con 314 temblores en todo el periodo.
La mina El Compas de la canadiense Endeavour Silver operó en este territorio entre 2019 (Indeed, 2022) y 2021 cuando cerró porque agotó las reservas del yacimiento (Mineríaenlínea, 10/08/2021); y es de conocimiento popular que la empresa Capstone Gold también explota los recursos de este lugar, aun cuando tiene su registro oficial en el vecino municipio de Morelos, desde el año 2003. Residentes de esta ciudad capital, de colonias colindantes (Infonavit Pedro Ruíz González, Segunda sección de Díaz Ordaz, y Fracc. Ramón López Velarde), han denunciado las constantes detonaciones de la minera e importantes daños a sus viviendas (ZacatecasHoy, 24/02/2022).
La minería que un día dio motivo a erigir la ciudad de Zacatecas, ahora puede ser la misma que amenaza con sucumbirla.
