El Mirador de Heródoto
(1/3)
Al mercado capitalista también le interesa el patrimonio cultural, pero sólo como cultura de consumo y en cuanto mercancía rentable, lo que paradójicamente equivale a un tratamiento no cultural de la cultura. En esta dirección se encaminan ciertas políticas que plantean la necesidad de “superar la concepción romántica del patrimonio”, proponiéndose confiar a empresas privadas la custodia y renta del patrimonio histórico y cultural según el sistema de franquicias. Lo que implicaría, por ejemplo, convertir los sitios históricos y los “lugares de la memoria” en espectáculos de luz y sonido, o en recintos exóticos para festivales frívolos. Nuestra tarea es contrarrestar estas políticas oponiéndoles una contra-política de identidad basada en la firme convicción de que el patrimonio es una cuestión de fidelidad y de memoria, y no de rentabilidad y de mercado.
Gilberto Giménez. Miembro del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Nada es inmutable. Todo tiene un principio y un final. La vida es un viaje, pero no estático. Lo único constante en la vida es el cambio y de este proceso podemos sacar muchos aprendizajes y madurar. Aceptar esa realidad nos permite vivir el aquí y el ahora más tranquilamente, disfrutar lo que tenemos entre manos sin preocuparnos de si lo perderemos o no.
Por lo que respecta al autor de este espacio periodístico, con el reciente cambio de administración en la UAZ, quedó atrás la función de Cronista institucional que honrosamente desempeñé, razón por la cual, desde ahora, en El Mirador de Heródoto soplarán nuevos vientos temáticos.
En justicia cabe hacer notar que La Jornada Zacatecas es un diario cuya regla de juego vertebral es la veracidad, con la que se gana a pulso la confiabilidad de la ciudadanía que lo considera uno de los pilares de la democracia local, formador de civilidad, donde se realiza periodismo de investigación en serio, modalidad periodística considerada, en palabras del uruguayo Darío Klein, “el perro guardián de la sociedad”, fundamental en el control del poder para evitar la corrupción. Así las cosas, es un honor tener un espacio aquí. Gracias.
El tema que hoy empezaré a abordar se centra en la relación existente entre el neoliberalismo y el cultivo de la crónica hoy en día. Antes de aludir al neoliberalismo destacaré sus antecedentes.
Después de la Segunda Guerra Mundial, tanto en Europa como en Estados Unidos, se aplicaron una serie de políticas que seguían la doctrina de un economista inglés llamado John Maynard Keynes considerado uno de los fundadores de la macroeconomía moderna, quien sostenía que el Estado debe intervenir en la economía e insertar recursos (dinero) para mantenerla en movimiento. Tuvo razón ya que gracias a esas políticas Europa y Estados Unidos pudieron salir de la profunda crisis de la postguerra.
Tales políticas generan lo que se conoce como Estado de Bienestar, en el cual, como su nombre lo dice, el Estado se hace cargo de los servicios y derechos como salud, educación, vivienda, trabajo, cultura y pensiones, que no puede obtener la población pobre en un sistema desigual como el capitalista.
De acuerdo a los defensores del Estado de Bienestar, en el ámbito de la economía, la directriz vertebral reside en una mayor intervención estatal, ya que si es el mercado quien regula las relaciones socio-económicas, el resultado será la creciente riqueza de unos pocos en perjuicio de la miseria de las mayorías. Este fenómeno social tuvo mucho impulso en diferentes partes del mundo en el siglo XX.
En México, durante la Colonia el clero católico concentró extensas propiedades que “no bajaban” de la mitad del valor de todos los bienes raíces existentes (Lucas Alamán. Historia de México, Tomo 1, p. 174), cuando menos hasta la separación entre el Estado y las iglesias que se estableció oficialmente en la Constitución de 1857.
Durante el régimen de Porfirio Díaz, se le abrieron las puertas al capital extranjero, y el país creció económicamente a costa de la intensa explotación de los recursos naturales y del pueblo trabajador sumido en la pobreza y la ignorancia.
Como resultado de la Revolución Mexicana un nuevo proyecto de nación se plasmó en la Constitución de 1917. Del cumplimiento de sus postulados surgieron: la seguridad social –materializada en la implementación del IMSS y el ISSSTE-, la nacionalización del petróleo –Lázaro Cárdenas, 1938-; la nacionalización de la industria eléctrica, antes “The Mexican Light and Power Co.” –Adolfo López Mateos, 1960-; la implementación de la reforma agraria de acuerdo a los postulados de Zapata, esto es, se repartió a los campesinos la tierra concentrada en las haciendas; surgieron las escuelas normales rurales en 1922, formadoras de docentes encargados de llevar el alfabeto y una educación nacionalista, no sólo a los niños, sino a la población entera de las áreas rurales e indígenas del país. Las escuelas normales rurales han dado un encomiable servicio a la nación.
A partir de 1970, con la introducción del neoliberalismo, estos logros entraron en franco retroceso, de tal modo que según los expertos, la tendencia es que van a disminuir gradualmente hasta alcanzar la desigualdad social extrema que caracterizó al porfiriato. Eso lo revisaremos en la próxima entrega.
Así se observa el mundo desde El Mirador de Heródoto ■
*Presidente de la Red Latinoamericana de Cronistas (Relac)