Hoy se conmemora El Día Internacional de la Mujer. Esta fecha tiene sus orígenes en las manifestaciones principalmente en Europa y New York, donde las mujeres comenzaban a alzar la voz por una vida digna. Se conmemora en muchos países del mundo, cuando las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se unen este día para conmemorar una tradición de no menos de 90 años de lucha, en pro de la igualdad, la paz y el desarrollo.
No es un día para celebrar o festejar, se trata de un día para conmemorar un trágico suceso laboral que permitió la marcada insistencia de las mujeres en la lucha por la reivindicación de sus derechos. El 8 de marzo de 1857 en la ciudad de New York las mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton, realizaron una gran manifestación por las calles cercanas a esa fuente empleo, para exigir mejores condiciones de trabajo y reducción de la jornada laboral. La manifestación fue brutalmente reprimida por la policía, con un saldo de 120 obrera muertas, unas por disparo de arma de fuego y otras quemadas vivas en un incendio provoca en las instalaciones con ellas dentro y sin posibilidad de abrir puertas de acceso. Ese mismo día se llevó a cabo el funeral masivo de las víctimas, lo que dio lugar, a su vez, a una de las manifestaciones más grandes en la ciudad de New York. Se realizó una marcha silenciosa que, más adelante se volvería un símbolo del movimiento obrero mundial.
En 1910, 53 años después de aquellos tristes sucesos, se llevó a cabo en Copenhague, la II Conferencia Internacional de Mujeres con la asistencia de 100 mujeres socialistas de 17 países y, a propuesta de Clara Zetkin, se proclamó el 8 de marzo como El Día Internacional de la Mujer, en honor a la lucha laboral que dieron aquellas obreras. Además, se incluyó entre otros la igualdad de derechos como el sufragio universal femenino. Otras pioneras que apoyaron la propuesta de Zetkin, fueron Rosa Luxemburgo, Aleksandra Kelontal, Nadezhda Krupskaya e Inessa Armand.
Paulatinamente la mujer ha logrado algunas conquistas que han permitido su incorporación en los diferentes espacios de la vida social, laboral, económica, política y académica, esto representa realimente un avance mínimo al lugar que debiera ocupar en pleno siglo XXI.
Por desgracia, actualmente el nuestro es uno de los países que se caracteriza por el alto grado de violencia cualquier tipo de que son objeto muchas mujeres, comenzando desde su propio hogar y hasta en los diversos espacios en que se desempeñan. Esta violencia puede ser física, verbal, sexual, discriminación, política y el hostigamiento. Dentro de la física implica no únicamente golpes, sino tortura y homicidios para luego, su cadáver ser arrojado y expuesto en algún camino de terracería, en un canal de aguas negras, en un tambo, en una fosa clandestina o, el extremo de encontrarlo en un lote baldío descuartizado o mutilado y embolsado. Así también, son miles de víctimas de secuestro que engrosan el alto índice de desaparecidos en este país, ante la indolencia y pasividad de las autoridades.
Dejando por ahora el comentario de los diferentes espacios en donde la mujer es víctima de violencia, veamos lo que representan los tonos del color violeta y el color verde que se utiliza en las marchas y movilizaciones que se presentan en esta fecha conmemorativa.
Desde hace algunos años el 8 de marzo, se inició la “hola púrpura o violeta” para denunciar el acoso, hostigamiento, bullying y otras violencias en las aulas universitarias del país, con los llamados tendederos, en los que las alumnas, publican el nombre del o de los acosadores que desde luego se trata de docentes. Ante esta presión sería muy importante lanzar un llamado urgente que permitiera lograr un acuerdo nacional para erradique la violencia de género en el país.
Y, es que según el Estudio Comparativo de Universidaes Mexicanas de la UNAM, el aumento del número de alumnas en la matrícula ya es significativo en licenciatura, en estudios de maestría y en doctorado.
El 8 de marzo las calles lucen color violeta que se asocia por excelencia, a la lucha feminista. En las múltiples manifestaciones de los últimos años, los tonos morados son protagonistas, porque logran mostrar desde cualquier espacio su apoyo a la causa, los usan en la ropa en cartulinas o en pañuelos que hacen más visible un mensaje que es la reivindicación de igualdad de derechos sin importancia del género, en definitiva el feminismo.
También se presenta la marea verde, es una ola del movimiento feminista en pro de los derechos sexuales reproductivos y de la autodeterminación del propio cuerpo. Es mayormente reconocida por estar a favor de la interrupción del embarazo en cualquiera de los casos de violación, malformación o decisión propia. Es una lucha en favor de la vida de las mujeres y de la libertad de tomar decisiones sin ningún tipo de censura moral acerca de las acciones que tomen o de la vida sexual que tengan.
