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lunes, 18 marzo, 2024
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Notas históricas de la Universidad Autónoma de Zacatecas (segunda parte, entrega 13)

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Por: Juan Manuel Rivera Juárez •

La labor académica del Instituto de Ciencias Autónomo de Zacatecas (ICAZ) año con año se incrementaba gracias a la diversificación de las carreras.  En 1960 se fundó la de Ingeniería Civil; en 1962, Ingeniería Mecánica y Eléctrica; en 1961 surgieron Odontología y Ciencias Contables y Administrativas; en 1964, Economía; en 1963, Ingeniero Químico y Químico Farmacéutico Biólogo, y en 1967, Medicina Humana, conforme al avance de los conocimientos humanos. Con las limitaciones propias y las imposiciones de la Secretaría de Educación Pública, el Instituto trató de salir de la estrecha situación en que se encontraba en cuanto al nivel académico. En el país germinaban las ideas de cambio y transformación de los espacios institucionales destinados a la educación superior; el ICAZ no podía ser considerado como una entidad universitaria (imposible considerar de facto la conversión del Instituto en Universidad). En 1965, en las carreras humanísticas, se establecieron los primeros seminarios con personal especializado con el apoyo económico de los Gobiernos Federal y Estatal. Ante la irresponsabilidad de algunos catedráticos se procuró, por todos los medios posibles, que la mayoría de las materias básicas, en todas y cada una de las escuelas, contará con un maestro adjunto para evitar la demora en la terminación de los cursos.

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Las diferentes escuelas de la Institución experimentaron un incremento explosivo en la matrícula, vislumbrándose la gravísima situación que se presentaría en el futuro y para la que incuestionablemente ni el Gobierno Federal y Estatal estaban preparados. Era palpable y evidente el considerable incremento en la demanda de educación profesional por parte de la sociedad, mientras que el Estado se mostraba incapaz de enfrentar el problema. El Presidente de la República, desde la Universidad de Guadalajara, lanzó la advertencia de que si la sociedad misma no trataba de ayudar a resolver sus propios problemas, los gobiernos serían insuficientes para resolver estas graves situaciones.

Como una medida para amortizar el crecimiento desproporcional entre oferta y demanda educativa en el futuro inmediato del ICAZ, el Gobernador, Ing. José Rodríguez Elías, estableció la ayuda que recibiría la institución (lo que hizo público); se trataba de conformar un patrimonio que contribuiría para aliviar las necesidades del Instituto, concretamente se habló de su participación en la explotación minera. Ante el ofrecimiento, el personal técnico del Instituto se consagró a la solución del problema y formuló, ante la Secretaría General de la Presidencia una solicitud para realizar explotación minera, cuyo estudio técnico y socioeconómico habría de producir, en caso de su resolución favorable, un ingreso con el que, sin exagerar, no tendría la necesidad de ningún subsidio federal y estatal. Otra alternativa fue la realización de los estudios correspondientes para la formación de un patronato universitario que coadyuvara con la Rectoría a la solución de los problemas económicos. 

El ICAZ formaba parte del concierto universal en el conocimiento (ya no se suscribía sólo a la capital o al estado, sino que extendía sus brazos a otros estados de la República) y aspiraba legítimamente a que se le reconociera la posición que, a base de esfuerzo y sacrificios, había logrado obtener. El ingreso al Instituto de alumnos de otros estados era considerado, por parte de las autoridades educativas, como un reconocimiento nacional a su valía, lo que resultaba muy satisfactorio. La premisa era no forjar solamente hombres cultos, sino también integralmente morales, lo que se lograría si desde el principio, además de la enseñanza intelectual, se proporcionaba al estudiante la educación necesaria.

En la última etapa del rectorado del Lic. José Abraham Torres Viramontes, en diferentes actos públicos, se refería a la institución educativa como Universidad, la transición de ICAZ a Universidad ya gravitaba en el ambiente: “Por ello, jóvenes estudiantes, hemos de establecer que es sin duda la Universidad, como institución concebida, donde los jóvenes abrevan el libre conocimiento de su vida como ente social. La Universidad no es tan solo la casa donde se aprenden los oficios para lograr una vida placentera, la Universidad es el seno máximo donde la vida es reglamentada con el espíritu de superar humanismos y es por ello que la Universidad es insustituible” … “a la Universidad hay que sentirla, hay que saber vivirla y eso no es tan simple como habitarla”. 

En 1965 la población escolar del Instituto era de dos mil 480 alumnos, de los cuales 480 procedían de diferentes puntos del país. En este año recibió un subsidio estatal de 500 mil pesos; un subsidio federal ordinario de 850 mil pesos, y un subsidio federal extraordinario de 900 mil pesos, los que se aplicaban íntegramente al pago del personal docente y administrativo. En el mismo año, la oferta educativa era: Bachillerato   de Ciencias Sociales; Físico-Matemáticas; Biológicas; Química; Economía y Contables. La carrera establecida era: Derecho; Ingeniería, con las siguientes especialidades (Ingeniero Topógrafo e Hidráulica, Municipal, Civil, Mecánico Electricista, Minero, Metalúrgico, Físico y Químico); Enfermería y Obstetricia; Medicina Veterinaria; Odontología; Químico; Químico Biólogo; Químico Industrial; Contador; Contador Público, y Economía.

Debido al nivel académico que predominantemente se ofrecía en el Instituto, una de las exigencias era que se desprendiera de la enseñanza Secundaria, lo que no se realizó en virtud de que quedó plenamente demostrado, con las estadísticas y pruebas realizadas por el Departamento Escolar, que los alumnos egresados de otras instituciones de enseñanza secundaria carecían de los conocimientos indispensable para continuar una carrera, por esa razón la Institución se vio en la necesidad de continuar con la enseñanza secundaria para equilibrar, de alguna forma, la enseñanza en el bachillerato. La Escuela Secundaria del ICAZ funcionaba con ingresos propios, aportados directamente por quienes demandaban esa enseñanza.

Se concebía que la técnica era indispensable y fundamental para el desarrollo industrial y económico del país, pero que además el espíritu requería el cultivo necesario precisamente para el desarrollo de la técnica, por esa razón se impulsó la construcción del edificio que albergaría la Escuela de Humanidades, en la que se alojarían las escuelas de Economía, Comercio y Derecho, además del establecimiento de la Escuela de Lenguas, Literatura e Historia.

Estaba claramente establecido que no podían considerarse íntegramente universitarios, la institución en sí no tenía la docencia adecuada, la cultura necesaria y la investigación; para subsanar este último aspecto, en la Escuela de Ingeniería se impulsaban investigaciones en diferentes aspectos de sus ramas de especialización.

Sé parte de la Unidad Académica de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia (LUMAT). Informes: http://lumat.uaz.edu.mx/; https://www.facebook.com/LUMAT.UAZ; https://twitter.com/LumatUaz.

*Docente Investigador de la Unidad Académica 

de Ciencia y Tecnología de la Luz y la Materia. LUMAT.

[email protected] 

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