En la comunidad de Martínez Domínguez, Antonia Chávez Gómez de 72 años, acumula décadas de practicar el oficio de la partería, trabajando de la mano de los Servicios de Salud desde 1978. La guadalupense ha sido una figura central para decenas de familias en su comunidad y localidades vecinas, acompañando el nacimiento de sus hijos con calidez y profesionalismo.
Su camino como partera comenzó cuando una médica llegó a su comunidad buscando auxiliares de salud para formar parte de un nuevo programa en el que ni siquiera las jóvenes solteras de la comunidad quisieron participar. En aquel entonces, Toñita de 26 años ya estaba casada y tenía tres hijos.
A pesar de sus responsabilidades familiares y de que el programa requería un internado en Guadalupe durante toda la semana, con el apoyo y ánimo de una de las maestras de sus hijos, Toñita decidió tomar la oportunidad, marcando el inicio de una trayectoria que considera un regalo de Dios.
La partera relata que desde niña su mayor anhelo fue poder estudiar. “Me lloraban los ojos de ganas de estudiar”, comentó, recordando cómo al observar a otros niños asistiendo a la escuela no podía evitar sentirse triste al ser privada de esa oportunidad.
“Ni un mes o dos meses de capacitación y tuve que atender mi primer parto», relata la entrevistada.
Mientras preparaba el almuerzo para su esposo, fue llamada de urgencia para asistir a una mujer en labor de parto. Ante la gravedad de la situación, tuvo que confiar en lo aprendido en poco tiempo. Su desempeño fue tal que, al describir las maniobras realizadas, recibió aplausos del personal médico que la había capacitado.
En sus más de 40 años de experiencia, ha atendido innumerables partos, siempre con el mismo cuidado que caracteriza su labor. A pesar de su avanzada edad, Toñita sigue activa y asegura: “Gano todavía mi cinco”, una expresión que refleja el orgullo por ser autosuficiente y haber perseverado en un oficio que no cualquiera tiene el temple para desempeñar.
Toñita Chávez ahora centra su labor en acompañar embarazos y orientar sobre los cuidados del recién nacido. Especialmente, brinda apoyo a las madres primerizas durante el proceso de lactancia, un momento que suele estar cargado de incertidumbre. Frente al temor de no producir suficiente leche, la partera aconseja paciencia y confianza, recordándoles que el cuerpo es sabio y que el acto de succión del bebé estimula naturalmente la producción. Además, las guía en la postura adecuada para amamantar y enfatiza la importancia de una buena alimentación e hidratación, promoviendo tanto la salud del recién nacido como una conexión más profunda entre madre e hijo.
Por otro lado, Toñita también considera benéfico desmitificar creencias persistentes sobre el cuerpo femenino, como la idea de que “los ovarios pueden salirse” o que la matriz está «fuera de lugar». Basándose en su capacitación y práctica, señala que estas creencias no tienen fundamento científico, ya que los órganos internos están protegidos y no pueden desplazarse como algunos creen. Toñita destaca la importancia de educar a las mujeres para evitar diagnósticos erróneos y prácticas innecesarias, explicándoles que muchas molestias provienen de infecciones o inflamaciones, y no de los mitos que han escuchado.
La llegada del Hospital de la Mujer a Zacatecas marcó un antes y un después en el oficio de las parteras zacatecas. Aunque Toñita valora los avances médicos, señala que las parteras ahora reciben menos recursos y apoyo que en el pasado. Sin embargo, su colaboración con los Servicios de Salud de Zacatecas (hoy Secretaría de Salud) nunca ha cesado.
Destaca que una de las claves de su éxito ha sido saber cuándo canalizar a las pacientes a los hospitales, una habilidad que desarrolló gracias a su experiencia y al constante aprendizaje.
El apoyo de su familia ha sido fundamental para Toñita. Recientemente, su esposo la conmovió al manifestar el orgullo que siente por su labor como partera, señalando el gran impacto que ha tenido en la comunidad. En un gesto significativo, su esposo ha dispuesto que el espacio dentro de su hogar donde Toñita realiza sus consultas debe permanecer intacto, reconociéndolo así como un lugar que simboliza su dedicación y servicio a los demás, al igual que una parte de la historia de Martínez Domínguez.
Toñita ve con esperanza el futuro de la partería. Aunque reconoce que los recursos son cada vez más limitados, confía en que las nuevas generaciones continúen con esta labor.
La partería ha sido reconocida como un elemento esencial para la salud materna y neonatal, especialmente en comunidades rurales. Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el programa IMSS-Bienestar trabaja con 6 mil 527 parteras y parteros voluntarios en todo el país, quienes contribuyen a la detección oportuna de factores de riesgo, la disminución de complicaciones durante el embarazo y el parto, y el acompañamiento integral de las mujeres.