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jueves, 24 abril, 2025
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Zacatecas y la resistencia a no ser explotados por nadie

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

  • Historia y Poder

La historia política zacatecana de la segunda mitad del siglo 20 no ha alcanzado un lugar en nuestro calendario cívico, quizá por falta de conocimiento o por convenir así a quienes apuestan a la amnesia para seguir repitiendo la misma historia del garrote.

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Los métodos violentos sólo se modernizaron, los propósitos son los mismos: acallar la disidencia, impedir la insurrección ciudadana en las urnas, la libertad de prensa y la autonomía universitaria.

A la luz del tiempo reposado y la revisión de expedientes, se considera a los responsables de la guerra sucia que una vez fueron requeridos y sin atreverse a aplicar la ley por genocidio, deja la impresión de que todo fue un formulismo judicial para cerrar este infame expediente y borrarlo de la memoria colectiva.

Ritual del cumplimiento o no, marcaba el límite entre el honor o el delito; entre el afecto sublime o el abuso. Se recrudeció la represión y los mecanismos inhibitorios de la inconformidad estudiantil.

Zacatecas no fue la excepción. Con la invasión de latifundios de nacionales y extranjeros, la experiencia acumulada de estas luchas de distinto signo, no corresponde con la postración económica y social de la entidad.

La indispensable democracia electoral alcanzada no es suficiente cuando no hay una mejoría en las condiciones de vida de la mayoría de los zacatecanos.

Faltan muchas otras luchas por librar. La del voto apenas se ha ganado. El balance de lo que dejó el modelo político del caciquismo de Natera no es alentador: los indicadores de pobreza y marginación se mantuvieron entre los primeros lugares del país, la población indígena compite con la de Chiapas, y es creciente la corrupción impune de clase gobernante.

El poder público debe ser un defensor del pueblo y no quien lo amenace. Todo acto de autoridad que rebase los mandamientos de la ley, se considera un abuso que debe frenarse y corregir cuando de otra autoridad se trate.

El hombre debe esperar de sus gobernantes respeto a la dignidad, es deber que no se le restrinja su libertad, se atropelle su hogar, se le sujete a obligaciones que la ley y la razón no justifiquen, o se le prive de acceso a las fuentes del conocimiento. Se debe gobernar, no simplemente mandar.

Así, el ritual entre mandar obedeciendo a las mayorías ha sido una falacia.

Nuestra historia está repleta de acciones subversivas contra la felicidad. El sálvense quien pueda y en donde pueda.

Hay una resistencia genética a que nos quieran ver la cara.

Por eso las revueltas, revoluciones, guerras civiles, levantamientos.

Pero siempre a beneficio de unos cuantos. Cerril el comportamiento de la aristocracia zacatecana. Dispersa la acción de los demás.■

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